La Mansión de Cortinas Rojas

Prólogo

Mañana del 29 de octubre del año 2020...

La pequeña Susan DeNaro corría como si su vida dependiera de ello, aunque era claro teniendo tras de ella a la bravucona de Emily y a sus secuaces, era la misma rutina de todos los días, pero hoy era diferente, hoy le darían la paliza de su vida.

A la pequeña pelirroja ya le estaba faltando el aire y no sabía qué hacer... la seguían como si tuviese un rastreador en ella. -¡Vuelve aquí babosa... te voy a matar!- Susan pudo notar su tono algo agotado y agitado. -¡Te atraparé, por mucho que corras!- otra vez estaba en pánico... no sabía qué hacer. Nunca debió delatarla con la maestra, debió saber que solo empeoraría todo.

-Oye, por aquí- una dulce voz le habló y una mano de la nada la haló hacia un pequeño matorral. -Silencio, si no... nos descubrirán- Susan viró su rostro y se encontró con una chica casi de su edad. Tenía cabellos negros y ojos grises... nunca en su vida había visto ojos de ese color.

-¿A dónde se fue, que esperan? Vayan a buscarla... hoy debo darle su merecido. ¡Vamos por allá!- Susan expulsó una gran cantidad de aire, al parecer había retenido mucho.

-Ahora sí. Soy Julianna, pero puedes llamarme Ann así me llama papá, ¿y tú eres?- la chica se puso en pie y ofreció su mano a Susan.

Ahora que Julianna se había puesto en pie, Susan pudo analizarla bien... ¿qué hacía ella con ese vestido?, se veía algo viejo. Susan también se puso en pie.

-¿Eres muda? Sé lenguaje de señas- Susan observó a su alrededor sorprendiéndose un poco al ver la inmensa casa de cortinas rojas. Era hermosa, sin duda alguna. -¿Hola... por qué me ignoras? Es muy feo... ¡Oye tú!- Susan volvió en sí después de que aquella extraña chica la tomara por los pelos.

-¡¿Por qué halaste mi cabello?!- preguntó sobando su cuero capilar.

-Así que no eres muda, lo siento, me estabas ignorando y tuve que hacerlo- la de ojos grises sacudió su mano quitando los restos de cabello que quedaron en ellas.

-Pero esa no era la forma. Al cabo me llamo Susan, puedes llamarme Sus así me llama mi familia- Susan estrechó su mano con Julianna, digo Ann y sacudió su uniforme escolar.

-Eres la primera niña en venir después de mucho tiempo. ¿Podemos ser amigas? Y así vienes a jugar a diario conmigo, ¿si?- fue tanta la emoción que le puso a la oración que a Susan no le quedó más que aceptar su propuesta asintiendo. -¡Entonces desde hoy somos mejores amigas! Mi papá va a estar muy feliz y jugaremos juntos- Susan dio una media sonrisa insegura y se alejó un poco de su agarre.

-Pero jugaremos mañana, ¿si? Ahora debo ir a casa si no se preocuparan... hasta pronto Ann- tomó sus cosas y cruzó nuevamente por el matorral. -Volveré pronto!-

-Te estaré esperando Sus- los pelos de sus se pusieron de punta justo cuando Ann se acercó al matorral sin la compañía de su sombra, pero intentó pensar que quizá debido al repentino movimiento no la había percibido bien.




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