La Mansión De Wisteria

XXIII: Sabes Donde Esta

Dos meses. Estoy segura de que no es la cantidad de tiempo correcta, pero tampoco he sido muy buena llevando cuenta.

Arrugo la carta de Max en mis dedos. Dos meses. Siento que ha pasado todo un año.

El escalon donde estoy sentada esta muy frio pero no me paro. Las sirvientas me dan miradas de reojo cuando vengo aqui cada noche y se lo que piensan. Es ridiculo esperar aqui afuera, pero si voy dentro, la ansiedad me hara sentir que los muros se cierran sobre mi. Podre escuchar los maullidos hambrientos de Cassidy pero no podre ver de donde salen. Ademas, el frio es bueno para mantener mi agarre de la realidad funcionando.

El vestido que llevo es util. Me queda holgado de algunas areas. Caden propuso pedirle a una costurera que lo ajustara a mi nueva medida, pero no accedi. Sencillamente no le veia el punto. Eso me gana miradas de los sirvientes, pero nada que retenga mi atencion por mas de unos segundos.

Observo al cielo. Hoy no hay estrellas. La luna esta casi totalmente oculta por una nube, por lo que la iluminacion es limitada. Tampoco traje ninguna vela conmigo. Se escapo de mi mente antes de salir, y una vez sentada no pude pararme de nuevo.

Al final de los jardines hay un muro de piedra. Es bastante alto, pero no lo suficiente para ser inescalable. Aun asi, es demasiado alto para que la gata pudiera solamente saltarlo. Ella no esta afuera, me repito. En algun lugar del jardin, en algun arbusto, en donde sea, se encuentra ahora mismo.

Pero al pensarlo se que tampoco es cierto. Hace mucho frio. Tengo la piel erizada bajo mi vestido. No traje ningun abrigo porque se me paso y una vez sentada, pararme se me hacia un gran esfuerzo. Aquello se ha vuelto una costumbre.

Ademas, si Cassidy llegara trotando a la distancia, finalmente cansada de cualquier aventura que estuviera teniendo, yo queria estar ahi para recibirla. Si la espero lo suficiente, puede que vuelva. Al tiempo en que lo pienso, se que no es cierto, pero no hay nada mas que pueda hacer.

Sin ella, hay un silencio permanente en la mansion.

Siento un peso caer sobre mis hombros. Mis dedos se topan con la capa de Caden que ha sido tirada sobre mi. Me volteo y lo encuentro observandome desde arriba.

–Hace frio aqui afuera. Entra.

Es la primera vez que lo veo en dias. Sus labores como amo de la mansion son tan vagamente descrito como son de amplios, manteniendolo siempre ocupado. Cuando llego al dormitorio ya esta durmiendo y cuando me levanto ya se ha ido.

Clavo mis ojos al frente nuevamente. Observo los lindes del jardin, se extienden tanto que apenas puedo distinguir el muro. Pero una vez que lo percibes, ya no puedes dejar de verlo.

–No tengo frio.

Mis dientes titiran al decirlo. Caden no me responde pero toma asiento junto a mi. Ambos nos quedamos mirando hacia el frente.

–¿Quieres intentar decirlo de nuevo?

Aprieto los dientes pero no respondo. Reluctantly, tiro de la capa envolviendome mejor con ella.

–Gracias, –me permito responder por lo bajo.

–¿Sabes que hora es?

–No traigo un reloj conmigo.

–De acuerdo. Es pasada la media noche. Vas a enfermarte si permaneces aqui toda la noche.

Un poco de preocupacion cubre sus palabras. Igualmente no respondo. Mis ojos escanean la pradera, pero nada ha cambiado desde que Caden llego.

–Solar, mirame.

Accedo a regañadines. Mirarlo es dificil. Cada accion es dificil. Pero no puedo explicarle eso.

–¿Si?

Me estudia. Se que esta obeservando mis pomulos marcados y los circulos oscuros bajo mis ojos. Tengo que evitar taparme la cara de la verguenza. Me veo peor de lo que estaba cuando nos casamos. Y desde la desaparicion de Cassidy, un sentimiento de que contemplacionb y desgaste se ha apoderado de mi.

–No puedes esperarla aqui cada noche.

–Ella esta bien en algun lugar. Podria volver en cualquier momento, –digo debilmente.

–No me preocupa la gata.

–Cassidy, –le corrijo.

–Eres tu quien esta bajo mi cuidado.

Elevo las comisuras de mis labios.

–Estoy bien.

–Sol. Hablo en serio. Entra.

–¿Es una orden? –Encuentro sus ojos. Algo en ellos resplandece y sostiene mi mirada. Pero luego suspira en rendicion y pasa los dedos por su cabello.

–¿Me escucharias si lo fuera?

–No.

–Pues no, no es una orden. Por favor.

Se que esta cansado tambien. El no es el unico al que la comida se le enfria en el plato, sin haberla tocado. Ni el unico que se despierta alterado en la mitad de la noche, sin voz y con las sienes adoloridas del llanto. Anque intento taparme la boca o salir del cuarto a penas recupero la conciencia y autocontrol, escucho las sabanas moverse y se que lo despierto frecuentemente. Aun asi, ¿Como puedo explicarle que la perdida de una gata me aflige tanto como le aflige a el la de su padre? Seria una burla a su propio duelo.

Sin embargo, el lo nota. En la forma en la que mi cuerpo languidece y se consume. La forma en la que mis ojos yacen en sus cuencas, opacos y sin reflejar mi alma. Se que Caden puede verlo de la misma forma en la que yo lo veo en los suyos. Pero no comenta nada al respecto. Solo me observa e intenta alejarme del fuego cuando ve que estoy a punto de quemarme. Como ahora. No me impide esperar a Cassidy, pero viene a evitar que me enferme.

–No puedo entrar, –murmuro. Es lo mas cercano a admitir lo que siento que puedo ofrecerle. La realidad es que me lo que me consume no es solo no saber que ha sido de mi querida mascota. Por todo lo que se podria haberse ido a un lugar mejor, haber tenido crias o detras de algun otro gato callejero. Lo que realmente me persigue de dia y de noche es su ausencia. El silencio que dejo detras. El vacio. Pase mucho tiempo sola desde que Caden y yo nos casamos, pero nunca me habia calado en los huesos como lo hace ahora. Cassidy siempre hacia algun ruido, ocupaba espacio y me escuchaba. Y ya que no es asi, el silencio adquirio su propio tono y resuena en mis oidos todo el dia.




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