La Mansión Han

Capítulo 3

— Bien chico, ya llegamos —dijo Joe— Bienvenido a la mansión Han.

Las puertas hacían un ruido muy pesado al moverse, los ladridos de los perros lo asustaban un poco. No tenían la apariencia de cachorros dóciles como los que se encontraban en la Villa. Eran fornidos, Minho estaba seguro que tenían mucha más musculatura que él.

Joe fue el primero en bajar para mantener tranquilos a los perros. A pesar de su apariencia seria y atemorizante, los canes parecían adorarlo. Se volvieron locos, movieron sus colas frenéticamente mientras Joe sacaba de su bolsillo una bolsa pequeña de snacks para perros. Les hizo un gesto de silencio, apoyando el dedo sobre sus labios. Sorprendentemente los perros se calmaron y esperaron pacientemente los premios por su buen comportamiento.

Hiroshi se bajó después para abrir la puerta a Minho.

— Son buenos chicos, sólo les gusta ladrar y verse feroces —comentó Hiroshi para tranquilizar a Minho- tan solo mira como se comportan con Joe.

Minho los miró, los perros se restregaban en sus piernas al tiempo que Joe los acariciaba y les hablaba de una manera incómodamente tierna para él.

— Joe se ve intimidante, pero la verdad es que es una persona con un gran corazón.

Joe, al escuchar que hablaban de él, se compuso y comenzó a ordenarse la ropa y sacudirse los pelos.

— Esta será tu casa y lugar de trabajo a partir de hoy, chico —dijo con seriedad Joe, intentando recuperar la apariencia temible que solía tener. Aunque ya no tendría efecto en Minho.

Minho contempló el jardín. Estaba precioso, un césped muy bien cuidado, habían rosales y un sinfín de flores. Pudo notar, además, que habían arbustos que estaban siendo cortados a mano, como si de una obra arquitectónica se tratase.

— Hey, Jeongin, ven a saludar —gritó Joe a un joven con jardinera y sombrero de paja.

El joven, alto, de piel clara y ojos rasgados, se acercó con una sonrisa mientras se secaba el sudor de la frente con el puño de los guantes de jardinería que portaba.

— El es Jeongin, es el jardinero de la mansión —dijo Hiroshi— todo la belleza que observas aquí, es gracias a las manos de este joven.

— Mucho gusto, soy Jeongin, el paisajista —dijo Jeongin, enfatizando en lo último mientras miraba de reojo a Hiroshi, con una sonrisa forzada— vengo un par de días a la semana para encargarme que la belleza de este jardín no pierda forma.

Hiroshi rió. Jeongin se unió con su jocosa risa, a la vez que golpeaba al guardia con su hombro. Minho los miraba con una sonrisa sutil, se notaba que tenían muy buena relación y había confianza entre ellos. Podrían haber pasado fácilmente como padre e hijo. Este último pensamiento provocó que la melancolía que aún no terminaba de irse de su corazón, volviera violentamente. Probablemente ese sentimiento lo acompañaría mucho tiempo.

Es algo difícil de sanar.

Hiroshi notó el cambio de actitud de Minho, y se acercó a él, apoyando las manos sobre los ojos del joven.

— Bien joven Minho, vamos dentro a conocer a tus otros compañeros —miró a Jeongin, quien se abanicaba con el ala de su sombrero de paja— nos vemos más tarde.

El trayecto desde la van hasta la puerta principal de la mansión estaba decorado con unas piedras pulidas, que te permitían caminar sin perder el equilibrio, pero respetando la estética natural que intentaban mantener. La entrada a la mansión, además, tenía un par de peldaños de loza preciosos. Sorprendentemente impecables.

Dos puertas de hierro forjado se mostraban imponentes tras los peldaños. Minho se sintió intimidado por el tamaño de la estructura de hierro. Estaba recién intentando asimilar lo que sus padres habían hecho con él, y ahora debía acostumbrarse a un lugar completamente nuevo, con gente desconocida, en un ambiente que jamás fantaseo con estar. Al menos no sin Christopher.

Hiroshi se encargó de abrir las puertas, las cuales se notaban pesadas por lo lento que se abrían. Minho esperaba que hubiera otra forma de entrar a la casa, ya que no estaba seguro si tendría la fuerza suficiente para conseguir abrirla por sí solo. Minho tuvo que contener su asombro cuando entraron al vestíbulo.

Una gran alfombra circular estaba ubicada entre la puerta principal y la escalera, una gran escalera que estaba hecha a base de piedra de mármol, al igual que la gran mayoría de los pisos de las habitaciones.

La escalera, también hecha de piedra de mármol, era muy ancha y resplandeciente. Mientras su mirada subía por los peldaños, se encontró con la silueta a contra luz de un joven delgado. No podía ver claramente su rostro por la luz que se reflejaba por los rayos contra el mármol, pero a medida que él comenzó a bajar hacia el vestíbulo lo notó.

Tenía el cabello liso, negro, estaba peinado hacia atrás y se notaba un poco húmedo. Minho no estaba seguro si siempre se peinaba así o fue un descuido al momento de lavarse la cara. Sin embargo, eso no importaba mucho. La primera impresión no tuvo piedad con el corazón de Minho, quién se esforzó en mantener la mandíbula en su lugar.. Unos pequeños ojos negros, que combinaban perfectamente con sus ojos, delgado, alto. Su atractivo era irreal para Minho.

— Buenas tardes, Señor Jisung —saludó Hiroshi, realizando una reverencia. Reventando la burbuja de ilusión en la que estaba Minho.

Minho hizo una pequeña reverencia en silencio, intentando mantener la compostura.

— Buenas tardes joven—dijo Joe, entrando al vestíbulo.

A Minho le llamó la atención que Hiroshi y Joe se referían de manera diferente al sujeto que estaba en la escalera. ¿Tendría eso algún contexto?

— Señor Jisung, le presento al Joven Minho —lo introdujo Hiroshi— se incorporará a las funciones de servicio en la mansión a partir de hoy.

Sentía las orejas calientes, sabía que estaba rojo. No esperaba una presentación como esa, al menos no tan rápido. Intentó bajar los nervios aterrizando a la realidad: ahora él sería su jefe o algo por el estilo, era ridículo sentirse nervioso en su presencia. Muy inmaduro de su parte.



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En el texto hay: drama, kpop, stray kids

Editado: 02.10.2021

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