ARIA
Me quede en el restaurante sorprendida por lo que me dijo no sabía cómo reaccionar, estaba tan sumida en mis que no me fije que alguien estaba de pie a mi lado hasta que carraspeo.
-Ah hola Julio- saludo al dueño.
- Mi niña como has estado?
- Bien, y tú?
Se sienta frente a mí y me agarra las manos. - Que te tiene triste?-
Suspiro pesadamente y decido desahogarme con el - La verdad que es la culpa lo que me tiene triste-
El levanta una ceja sin entender.
-Ricardo me dijo que le arranque el corazón, me siento tan culpable, pero no me fui por gusto.- Me cayó la boca cuando me doy cuenta que iba hablar de más.
- Muchacha estas aquí, lo que sea que paso trata de arreglarlo, tal vez le puedas devolver el corazón-
Me levanto, le doy un beso en la mejilla en agradecimiento y me retiro.
Paso la tarde armando el proyecto para el nuevo proveedor de la Áloe Vera y poder pasárselo a Ricardo, cuando mi teléfono suena.
-Alo-
-Hola Lalo.- Me saluda mii amiga.
-Quien es Lalo?- Le pregunto extrañada, se ríe fuertemente.
- Pues tú!
- Yo? En donde Aria Sophia le cabe el Lalo?
Ella se ríe más fuertemente y yo me impaciento.
-Bueno payasa o me dices que te hace gracia o te cuelgo.-
- Tu eres Lalo, de la loca.- No puedo evitarlo y me rio con ella.
- Quien es más loca yo o la amiga de la loca?.
- Tiene razón, te llamo porque el amor de tu vida está desesperado por hablar contigo.- Okey pásalo-
-MOUNSTRO TU LLAMADA!
Grita tan fuerte que debo alejar el teléfono.
-Hola- Escucho esa dulce voz que me alegra el corazón y hace que sienta las mariposas en el estómago.
-Mi amor bello como has estado?
- Bien, te extraño mucho.
- Y yo a ti precioso, que has hecho?
Aless me cuenta de su día y todo lo que ha hecho.
Termino mi llamada y me dirijo a la oficina de Ricardo para entregarle los papeles, al llegar a su oficina y toco para anunciarme.
-Adelante- Escucho que responde, entro y lo veo sin chaqueta ni corbata con las mangas enrolladas, y se me corta la respiración como puede ser tan guapo ese condenado.
Está hablando por teléfono y me hace seña con la mano para que me siente, eso hago mientras conversa con alguien.
-Está bien con ese porcentaje podemos trabajar pero no más de ahí, son muchos los proveedores n el mercado si no le parece buscamos a otro.- Hace una pausa escuchando – Está bien me avisas cualquier cosa, hasta luego-
Levanta la mirada hacia mí – Que te trae a mi guarida caperucita?-
No puedo evitarlo y me rio – Te traje el proyecto del nuevo posible proveedor de Aloe Vera.
El extiende su mano para que se lo entregue y siento como una corriente en mi mano cuando nuestros dedos se rozan, hacía mucho tiempo que no tenía sensación con nadie.
-Bien la revisare esta noche en mi casa con calma y mañana te digo, te parece?
-Claro, te dejo para que continúes.- Me levanto y dirijo a la puerta
-Aria vas a visitar a tu abuelo? Me pregunta, yo asiento
-Te puedo acompañar?
-Quieres ir conmigo a visitar a Bubu?
Él se ríe – Se me había olvidado que le decías así, si quiero ir a verlo y aprovecho y te llevo-.
-Okey no hay problema, me voy a las cinco para esta con el dos horas-. Le informo
- De acuerdo nos vamos a la cinco entonces.
Salgo y me dirijo a mi oficina muy nerviosa por estar encerrada en el mismo carro con él aunque sea media hora de camino al hospital.
La hora que me faltaba de trabajo no logre hacer nada, se me hacía imposible concentrarme no dejaba de pensar que si el me preguntaba algo, como porque me fui o donde había estado, no sabría que decirle o cómo actuar de manera que no me delate ante él.
Estaba organizando mis carpetas cuando levante la vista estaba Ricardo en la puerta de mi oficina recostado de la puerta con los brazos cruzados en el pecho, se veía como un dios nórdico, su piel morena resaltaba con la camisa blanco y sus ojos negros estaban brillantes, tenía una media sonrisa moja bragas que si tenía ese efecto en mí.
-Nos vamos? Me pregunta pasando adentro.
-Si ya termine.- Guardo todo agarro mi bolso y me acerco a él para salir. Cuando voy a su lado escucho como respira fuerte como si me estuviera oliendo, lo que me produce nostalgia al recordar que a él le encantaba oler mi cuello porque lo hacía sentir bien.
-Te pasa algo?- Me mira preocupado niego con la cabeza y me dirijo a la puerta.
-Solo estoy agotada, vámonos.-
Bajamos al estacionamiento y Ricardo se dirige a un Lincoln Navigator gris plata, el abre la puerta para que me monte, trato de no tropezarlo y me siento abrochándome el cinturón mientras el da la vuelta para sentarse detrás del volante.
Salimos vía la clínica, y él pone música moderna a buen volumen.
-Qué te han dicho los médicos?
-El caso de mi abuelo es estable pero tienen que esperar a que reaccione para evaluar el daño de su lesión.
El me mira un momento y asiente – Sera eso, no?
Nos quedamos un momento en silencio pero era un silencio cómodo.