La Mansion Nublada

Intentas Seducirme?

RICARDO…

Después de la cena y una grata charla nos retiramos a dormir, estoy cansado pero debo comenzar con lo que planee hacer, ella está en el baño y yo espero mi turno.

-Listo puedes entra.- Sale con un short y una blusa de tiros amarilla clara que resalta mucho su color de piel y el cabello recién cepillado quiero pasar mis dedos por él y sentir su suavidad.

Me levanto y entro a prepárame me quedo en bóxer, cepillo mis dientes y salgo, ella ya está acostada y arropada del lado derecho de la cama y dándome la espalda.

Es divertido, imagino que piensa ignorarme pero no la dejare, este juego apenas comienza.

-Buenas Noches Aria, descansa.

-Igual Ricardo.

Apago la luz y sonrió divertido, esta noche estará en mis brazos literalmente.

Después de una hora calculo, sé que esta despierta pero yo me hago el dormido y me acerco a ella para abrazarla de cucharita, siento como se tensa e intenta quitarme el brazo, me remuevo y me quejo para hacerle creer que estoy dormido, lo que funciona muy bien pues se queda quieta pero sigue tensa.

Pasa un buen rato hasta que siento como se relaja y su respiración se profundiza, ya se durmió, la halo hacia mí y la acomodo en mi pecho para que duerma encima de mí.

Así me quede dormido hasta que la sentí removerse abro los ojos y está intentando levantarse sin despertarme.

-Intentas seducirme Aria? Le pregunto divertido

Ella levanta la cabeza con las mejillas coloradas y eso me parece adorable

-No y-o esto-y. Traga grueso y baja la mirada a mi pecho. –Tú me abrazaste anoche y no pude quitarte no sé cómo me monte en tu pecho, lo siento.

Le acaricio el cabello lo tiene todo revuelto y lo pongo detrás de su oreja paso mi dedo por su mejilla y le levanto el mentón para que me mire.

-Debe ser el subconsciente, así dormíamos antes que te fueras. Le doy un casto beso en los labios y el suelto para levantarme.

Me duche y arregle rápidamente para darle tiempo a ella de arreglarse.

-Te espero abajo muñeca, no tardes.

Salió sin darle chance a responder con una sonrisa de medio lado.

ARIA..

Me levante acostada encima de Ricardo y aunque intente alejarme sin despertarlo me fue imposible, me avergoncé a mí misma debo ser más cuidadosa o me voy a delatar, no puedo negar que dormí muy bien será como él dice el subconsciente.

Estoy esperando que salga del baño para pedirle disculpa nuevamente, no sé porque pero siento la necesidad de hacerlo.

-Te espero abajo muñeca, no tardes, Me dice y sale tan rápido que no logro no abrir la boca, voy al baño y después de hacer mis necesidades me arreglo para bajar, hoy vamos a recorrer los campos sembrados de aloe vera así que me pongo un pantalón azul y una franela blanca con el logo de los cazafantasmas y unos deportivos negros.

Bajo al comedor y escucho la risa de Ricardo y una mujer me acerco en silencio para ver de quien se trata, y es una morena alta y muy hermosa tiene una abundante cabellera negra como la noche, tiene un vestido blanco que resalta todos sus atributos sobre todo el escote que es muy pronunciado y ella está muy bien dotada. Esta encima de Ricardo agarrada de su brazo coqueteando lo que me enfurece pero recuerdo que no tengo derecho sobre el así que aprieto mis puños fuertemente y entro al comedor.

-Buenos días. Saludo para que me noten pues están concentrados que ni se fijan.

-Buenos días señorita.- Me contesta ella apenas viéndome.

-María te presento a mi socia Aria. Le dice Ricardo con una gran sonrisa.

Ella ni voltea a verme y asiente lo que más me molesta es que no quita sus manos de encima del descarado que no hace más que dejarse manosear.

-Buen día aria como dormiste? Pregunta Roberto entrando junto con una mujer baja y rellenita de cara muy jovial.

-Bien Roberto, gracias y tu como amaneces?

-Bien te presento a mi esposa Inés, amor ellos son nuestros futuros compradores. La mujer se me acerca y estampa un beso en cada una de mis mejillas.

-Un gusto tía, sí que eres linda. Me lo dice con su característico acento que me encanta.

-Gracias le digo tímidamente pues su piropo me avergüenza no es común que una mujer piropee a otra.

-María será que te quitas de encima de nuestro invitado y vas a pedir que sirvan el desayuno.

Regana a la sobona que sigue sin prestar atención a nadie más que a Ricardo.

-Bien pero me siento a tu lado, guapete. Dice con un puchero en sus labios que están pintados de rojo vino.

-Lo lamento Ricardo mi hija es una melosa. Se ríe Roberto.

-No te preocupas, no me molesta.

Me hierve la sangre pero trato de disimular, si algo he aprendido en estos cinco años es a usar mi cara de póker.




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