La manzana dorada

Capítulo 3: Los chamanes

May, Pedro y Marco se dirigieron al establo del señor Juan y le comentaron lo sucedido y el pedido del alcalde, este al principio estaba reacio a prestar sus caballos, pero al escuchar que era petición del alcalde no tuvo más opción que arle los caballos y comida para estos pues el viaje duraría 3 días de ida y 3 días devuelta. Con los caballos conseguidos el grupo se dirigió al mercado a comprar víveres para su viaje, utensilios y materiales para hacer carpas. Conseguido todo eso fueron a hablar con el alcalde sobre como convencerían a los chamanes a lo que este no sabía cómo pero decidió apostar por darle unas monedas de oro, este le dió 9 a May para pagarle a los chamanes y que si no funcionaba que buscará otra manera de convencerlos. Listos los muchachos partieron temprano al día siguiente.
Después de horas de galopar los muchachos descansaron por un momento.

-Pedro: ¿Creen que puedan con el demonio?

-May: Claro que no, que harán unos viejos contra un asesino.

-Marco: Esa cosa no es un asesino, es un demonio sediento de sangre.

-May: Patrañas, es solo una persona loca.

-Pedro: Como puedes decir eso cuando has visto como han dejado los cadáveres.

-May: Por qué no creo en esas tonterías.

-Marco: Deberías, yo he visto un demonio y te aseguro que este desastre es causado por uno.

-May: Habrás visto a un oso o algún otro animal.

-Marco: Advertido está.

Después de haber descansado siguieron su camino hasta que cayó la noche. Armaron las carpas y encendieron la fogata para cocinar algo. En medio de esto Marco comenzó a hacer un cantico y bailar alrededor de la fogata.

-May: ¿Que estás haciendo?

-Pedro: Es una cantico para alejar a los malos espíritus y bendecirnos en el viaje contra estos.

-May: Espero y eso no atraiga algún animal.

-Pedro: No lo hará, está hecho para protegernos.

Cuando estubo listo la comida comieron y hablaron un poco de como le harían para convencer a los chamanes o que locura harían para que los ayuden. Cuando terminaron de comer se echaron a dormir y despertaron al día siguiente frescos y con energías. Así emprendieron de nuevo su viaje. En el transcurso hablaban de el demonio y May siempre alegaba que era un asesino, mientras Marco y Pedro lo intentaban convencer. Pasaron los dos días y llegaron a una cabaña, tocaron la puerta y tres voces les hablaron.

-Troja: Pasen.
.
-Yupe: Pasen.

-Guata: Pasen.

-May: Muy buenas tardes, hemos venido por su ayuda.

-Guata: Ya lo sabemos, desde aqui se puede percibir el olor a demonio.

-May: ¿Entonces nos podrían ayudar?

-Yupe: Solo si aceptan nuestras condiciones.

-Marco: Aceptaremos lo que sea con tal que nos ayuden.

-Troja: 30 monedas de plata y el cadáver del demonio.

-May: No serían mejor 1 moneda de oro, es lo mismo.

-Troja: Tiene que ser plata, es para el demonio no para nosotros.

-May: ¿Y para que es el cadáver?

-Guata: Para investigar al demonio.

May lo miro extrañado pero igual asintió.

-Pedro: ¿Estaría bien si nos quedamos aquí la noche para partir mañana temprano?

-Guata: No habrá problema, pueden quedarse.

Mientras todo esto sucedia en la aldea se formaba un terrible caos




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