La máquina: versos de un sistema roto

Corrosión

Tal vez estoy mal al pensar
que tu recuerdo no hiere,
que se puede amar sin consecuencia,
que se puede doler sin derramarse.

Justificándote por ser buena persona,
me digo que no fue tu culpa.
¿Lo fue?
¿O simplemente soy yo quien siempre escoge el abismo
con el rostro más tierno?

Has dejado huecos en mis pulmones
al robarme el aire cada vez que nombrabas el futuro.
Has hecho pinceles con las hebras de mi cabello,
pintando promesas que jamás pensaste cumplir.
Tomaste mis lágrimas entre tus labios,
las bebiste como si fueran vino
y dijiste que sabían a eternidad.
¿Y no fue suficiente?

Ni siquiera me reconozco al espejo,
soy el vestigio de una mujer
que entregó el alma con la ingenuidad de un niño
y la esperanza de quien no conoce la guerra.

Un reflejo que parpadea,
que se rompe con cada mirada.
Soy la evidencia del daño progresivo,
de las ataduras invisibles del supuesto amor.
Mis emociones me desgastan,
como el ávido corroe el metal
hasta dejarlo inútil,
hueco, quebrado.

Cada recuerdo actúa como un químico
que rompe lo que queda en pie,
una fórmula exacta de destrucción lenta
que nadie ve,
pero yo siento arder por dentro.

He aprendido que la nostalgia es un ácido.
Que pensar en ti es firmar mi sentencia.
Y que no hay armadura
cuando el enemigo lleva tu nombre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.