Se libraba una guerra, era 1796 (Noruega), países vecinos decidieron atacar aquel hermoso país, dolor, gritos de angustia, muerte, sangre, niños llorando, hogares destruidos y todo por poder, día y noche no cesaban los enfrentamientos, no paraban las masacres, llevaban mucho tiempo en aquel conflicto nada de treguas, parecía como si no les interesara a sus líderes detener aquel caos, de seguro porque sus familias estaban a salvo Y sus hijos no luchaban en aquella guerra ¡COBARDES! Daba la impresión que jamás fuera a acabar todo aquel caos, a ese paso era cuestión de tiempo para que no quedará nada, solo un silencio espantoso y un recuerdo en la memoria de los sobrevivientes de cómo era todo antes de aquella guerra ¿sobrevivientes? Alguno era de sobrevivir y muchos más morirían, como en el ajedrez el rey importa más que todo, pero ¿Que hace aún Rey? ¿No es su pueblo? o ¿acaso existe un Rey sin pueblo? ¡lo dudo!
¿Deben seguir luchando no rendirse y dar todo? Si eso era, dar todo, linda esa muerte pensaban algunos, otros por su parte creían que era una estupidez y querían marcharse, pero no había modo la guerra se libraba en casi todo lado.
Durante el recogimientos de cadáveres para darles una digna "sepultura”, los soldados encargados notaron cosas extrañas en los cuerpos de las víctimas, una clase de marca en el cuello, ellos pensaron que se trataba de lobos u otra clase de animal que bajaba de noche y se sumergía en los cuerpos, ese era un pensamiento lógico, suponían que esa gran cantidad de sangre en todos los cuerpos era por las heridas de guerra y aquel animal que merodeaba de noche, no imaginarían jamás que en el fondo de esa guerra existía algo más tenebroso que cien ejércitos juntos y los observaban tan profundamente y con tantas ansias, pero se formaron sonrisas de tranquilidad y crueldad, paciencia eso les gustaba, saborear la presa y ver como no advertían cuando el depredador los acecha con tanto deseo, estaban confiados porque comerán, tarde o temprano ¡comerán!.
Como era de esperarse los soldados informaron sobre lo sucedido a los cadáveres a sus superiores, pero eso no les interesaba en lo más mínimo, si no les importaban vivos menos lo harían estando muertos. Entre aquellos líderes había uno en particular que era egoísta, avaricioso y perverso su nombre era Nicolei Bardona, uno de los superiores y un gran ladrón, robaba el dinero del pueblo para llenar sus asquerosos bolsillos y su gran barriga de todo tipo de alimentos, el en particular parecía disfrutar de aquella guerra y ¿cómo no hacerlo? Tenía todo planeado, marcharía a Francia, tenía idea de cómo hacerlo y se iría lleno de dinero joyas y oro ¡Que alegría! pensó, una gran casa en aquel país una bella esposa y un nuevo comienzo, ja ja ja, ¿comienzo?, mis queridos lectores lamento que riera al narrar está parte, es sólo que en ocasiones mi carisma se sale a flote, pero prosigamos, les ofrezco mi más grande disculpa por la interrupción. Él no contaba que ya lo habían elegido para ser un rico bocadillo. Se encontraba con su mayordomo Natán, un hombre de una edad ya casi avanzada, ordenándole como debería ser su vestuario para el siguiente día y que deseaba desayunar.
- Natán, ¡ten todo listo no sabemos en qué momento debemos partir! - exclamó - ¡parís nos espera y sus bellas damas! -en su rostro se formó una sonrisa perversa.
- Como usted ordene amo - fue la respuesta seca de Natán - pase buena noche, preparare todo.
- D'accord - agregó Nicole con sonrisa de niño, impaciente por estar en Francia.
Entro en su habitación y observó un lindo amuleto que guardaba en un cajón de roble lindo, que triste no poder llevarlo, pensó, después de revisar documentos de propiedades sintió como el sueño se adueñaba de él y decidió que haría todo al día siguiente. Escucho un ruido en el corredor, eso lo despertó, imagino que se trataba de Natán, hizo caso omiso, aún en su cama escucho un ruido más fuerte
- ¿Natán eres tú ? - no hubo respuesta - ¡Natán! - de nuevo un ruido aún más fuerte se originó en el techo - ¿quién anda hay ? - el silencio se hizo presente y luego en un instante risas y golpes que hacían gran estruendo en todo el lugar, la cama del hombre se movió con brusquedad, el señor estaba estupefacto ante lo que estaba sucediendo sin entender que era eso ¿Que podría ser o quién?, su primer pensamiento en aquel momento fue correr hacia la puerta, tenía un fusil largo escondido por si llegaban a invadirlo, trato de llegar, fue muy lento, algo lo sujeto del cuello ¿que era?, Vio unos ojos tan negros y demoníacos que transmitían desespero, eran tan aterradores, unas uñas largas puntiagudas, unos col...colmillos? Si, estaba seguro eran colmillos.
- ¿Qué quieres? ¿que buscas? - se oyó con tanto temor que era agradable aquella melodía, aquel individuo que lo sujetaba elevó un poco la comisura de sus labios creando una sonrisa que lo hacía más aterrador aún, y Nicolei pudo notar aquel malicioso gesto.
- ¿Dinero? Puede llevárselo todo, tengo más escondido, pero por favor no me hagas nada te lo ruego - eran casi notorias las lágrimas que salían de aquel hombre, estaba tan asustado su dinero, todo, Francia, mujeres, al muy cobarde se le pasó por la cabeza el desayuno que Natán le preparo aquel día, no había duda en que se había lucido su mayordomo y lo recordó en aquel segundo
- ¿Natán? ¿Natán? ¡ayúdame! - aquella última frase la pronunció con la voz entre cortada.
- Señor Nicolei - la voz fue tan gruesa que causó un temor en el pecho del hombre, aquel individuo que hablaba aún tenía la mirada puesta en el con aquellos aterradores ojos - sus esfuerzos son en vano, aquel Natán se ha marchado y junto a él una gran parte de su capital y usted también se marchará con aquellos impuros y codiciosos. - aún aquella mirada fría seguía firme. “Que gracioso un impuro castigando a otro impuro".