La marca de las sombras

3. Retorno a mi lazo secreto.

El hombre, como nunca hace más de nueve años, salió del manto que cubría su hogar en las profundidades del bosque. Se dio la vuelta para mirar una última vez el manto y posar su mano en este, cerró los ojos para concentrar su energía y su magia quedo entrelazada con su propio hechizo. Miro a su alrededor, todo era oscuro y la luz de la luna y las estrellas iluminaban tenuemente el bosque, como un manto azul y blanco.

- Obielus. Vamos, que no puedo estar mucho tiempo afuera. - El hombre comenzó a caminar, elevando su capa para que el lodo del bosque no ensuciara nada más que sus zapatos. El espíritu apareció caminando a su lado rodando los ojos y con un visible mal humor.

Cuando estaban a las afueras, se aseguraron de que nadie los viera, ver a alguien saliendo del bosque con una capa negra y sospechosamente callado no es muy común que digamos. Dio un paso, y la suave brisa de la noche helada le golpeo en la cara como si hubieran pasado años, aunque en su castillo tuviera aire libre, hace mucho no salía de esos terrenos que algunas veces parecían tan sombríos.

Le pidió a su espíritu que le indicara la casa en la que vivía la pequeña. El espíritu, ni corto ni perezoso, le indico el camino tomando un poco de la arena del lugar en que se encontraban, la mantuvo dentro de sus manos y después esta tomo un color escarcha gris brillante. Soplo de el y unas huellas se marcaron en el suelo, llevando a una casa que se veía presentable.

De repente el hombre se puso nervioso, sus ojos se cristalizaron y dio un paso atrás, pero su espíritu no le permitiría acobardarse a ese punto y le dio una patada en la pierna derecha. El hombre tuvo que aguantar el grito de dolor, Obielus era viejo, pero fuerte.

- ¡¿Q-¡¿Qué te pasa?!- Dijo casi en un susurro el hombre sobándose su parte adolorida.

- ¡Que te vas a acobardar, Ryo! ¡No me convertí en un espíritu para que tú y tu actitud de bebe te impidan hacer algo bien desde que te fuiste del reino, zoldallo! – El hombre abrió mucho los ojos, sintiéndose ofendido por aquella palabra, frunció su ceño y se recompuso, se acomodó la túnica y con aires decididos camino el camino a la casa.

La niña estaba aún despierta, pensando en que tal vez no debió de hacer eso, y que de seguro Ryo no la querría volver a ver.

Con esos pensamientos miro la ventana, estiro su brazo y con su dedo comenzó a trazar figuras sin forma con escarcha que salía de su dedo, como si estuviera dibujando.

De repente vio una figura acercarse a la ventana, se sobre salto y su mirada se horrorizo ¿Era un ladrón? ¡¿Un duende?! No quería saberlo, así que prefirió esconderse debajo de la ventana, con sus manos en sus ojos y temblando levemente por el repentino miedo.

De repente escucho como algo o alguien golpeaba su ventana, y por alguna razón el miedo que hacía temblar su cuerpo desapareció y fue remplazado por un gran calor en su corazón.

Se levantó aun con nerviosismo y miro de apoco la ventana, sus ojos se abrieron como platos y vio al que más quería ver durante ese momento, Ryo estaba en su ventana.

El hombre la miraba con una sonrisa triste, y la niña parecía que iba a llorar, no estaba claro en su rostro si de la emoción o si de tristeza.

Levanto su mano izquierda y la puso en la ventana, como si fuera un impulso la niña lentamente poso su mano derecha también, y juntaron ambas manos a través del vidrio grueso de la ventana.

Se miraron por largos momentos, el hombre dejo salir por fin las lágrimas que siempre quiso derramar y siempre intento ocultar de la niña, la niña a su vez estaba soltando delicadas lágrimas, y sus ojitos grises brillaban más que de costumbre por la oscuridad y sus delicadas lágrimas. El hombre quiso secarlas, decirle que no debía de llorar, pero si ese pequeño vidrio no existiera, probablemente ya estarían ambos muertos.

Luego vio como la niña, sin alejar su mano de su lugar, secaba sus lágrimas mientras moqueaba. El hombre soltó una risita divertida ante lo tierna de la escena, con su mano derecha escribió en el vidrio con escarcha: Lo siento, fue mi culpa, soy un tonto.

La niña leyó la escarcha y con su mano izquierda escribió más abajo también: Si eres un tonto.

Vio como el hombre soltaba otra risita y se sonrojaba de las mejillas, tal vez por el frio de afuera (Ya que empezaba a nevar) o tal vez porque se sentía cada vez más avergonzado ante la niña. El hombre contemplo la habitación de la niña desde el otro extremo del cristal, era pequeña, pero no tanto para que eso fuera una molestia. Vi que en su cama se encontraban el broche de mariposa y el de zorro, que hacían destacar su cabello. Sintió que esa habitación le faltaba un toque Powerce, como las habitaciones de su hogar cuando era niño.

La niña pareció captar sus intenciones, por lo que sonrió emocionada y comenzó a dar pequeños saltitos en su lugar. El hombre sonrió y con su mano libre, sin apartar sus manos juntas del cristal, movió su mano en el aire y la nieve comenzó a entrar en el cuarto como si una manada de animales entrase de pronto, en realidad así era.

La nieve tomo figura de muchos animales, pero el animal que más llamo la atención fue un zorro que parecía ser del cristal más fino del mundo, miro de nuevo a Ryo y noto sus orejitas cubiertas de nieve, y noto por primera vez que eran las orejas de un zorro.

Extendió una mano al animal, y este se acercó para ser acariciado por la niña, tomando al contacto de su piel detalles en su fino cristal que solo lo hacían ver aún más majestuoso y bello. El hombre miro a la niña preguntándole con la mirada si ese era el animal que quería, esta asintió decidida mientras aun lo acariciaba.

Entonces todos los animales en esa habitación cobraron forma de zorros juguetones, que se desplazaban por la habitación, dándole toques de blanco por los copos de nieve que desprendían. La niña les sonreía mientras miraba enternecida, volvió su vista Ryo y este también tenía una sonrisa, sus orejas estaban caídas por tanta nieve que tenía encima y la niña estaba segura de que se estaba congelando.



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En el texto hay: accion aventura y venganza

Editado: 24.05.2025

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