La marca de las sombras

8. Vamos a un nuevo mundo.

Caminó hasta salir del bosque, la mariposa que antes era negra ahora era plateada con detalles blancos, levanto la vista hacia su alrededor. Todo estaba oscuro, debería de ser muy entrada la noche, las calles estaban vacías y eran iluminadas tenuemente por los faroles de las esquinas. Miro todo con nostalgia, y a lo lejos pudo divisar su casa, el remolino y el nudo en su garganta se hizo aún más grande, no quería entrar, no quería ver el cuerpo de su madre en el suelo, pero no tenía otra opción.

Cuando se disponía a avanzar a su casa miro la casa a lo lejos de Henry, estaba totalmente a oscuras y de seguro todos estarían durmiendo para ese momento.

- ¿Qué más puedo perder? – Dijo para sí misma, emprendió camino a la casa de Henry con pasos lentos y olvidados, como si no estuviera en ese lugar, en realidad, no lo estaba.

Se paró en el umbral, con la mano estirada, lista para tocar. Pensó un momento si sería prudente tocar a esas horas, o si sabría explicar todo lo que acababa de pasar, ¿La reconocerían? ¿Cómo les diría lo de su madre? ¿Le creerían? ¿La ayudarían? Retrocedió su mano ante sus dudas y se dirigió a la parte trasera de la casa.

Desde el suelo pudo contemplar la habitación de Henry, la cual, su única ventana visible estaba cerrada y no podía divisarse nada más que oscuridad de esta. Para más complicación su habitación estaba en un segundo piso, “Perfecto” pensó Anny con sarcasmo.

Miro sus manos intentando recordar algún hechizo que le pudiera servir, Aparto llego a su mente y apuntando un dedo a la ventana susurro el hechizo y esta se abrió.

Anny ahora pensó en como subir, ya que no recordaba algún hechizo que le pudiera ayudar a trepar, mucho menos uno que pudiera ayudarla a levitar…

Al instante que pensó esto unas hojas se envolvieron por su torso y la elevaron hasta la ventana, la elevaron con cuidado, como la primera vez que vio unas hojas juguetonas en el bosque.

Las hojas se alejaron de ella al momento de pisar el marco de la ventana, se giró para intentar agradecer de alguna manera, pero las hojas ya estaban en el suelo.

Respiro profundo y dio un largo suspiro, pego un salto y se encontró en la habitación totalmente a oscuras. La luz de la luna le permitió ver que a su derecha se encontraba la cama de Henry, y dio un saltito hacia atrás cuando este se movió, se estaba levantando.

Henry se levantó, se quedó mirando asustado la figura que estaba frente a él, ya que su cabello totalmente negro no era algo que ayudara a que Henry la reconociera. Este tomo algo de la mesa que se encontraba al lado de su cama y de repente una luz cegó la vista de Anny, haciendo que cubriera sus ojos con sus brazos. Cuando la luz ya no le daba en la cara levanto la vista y encontró a un Henry totalmente a la defensiva, con sus extremidades tensas y mirándola con un rostro totalmente alerta.

- Henry…- Dijo en un susurro, levanto sus ojos a los suyos y este se relajó, quedando boquiabierto y bajando rápidamente de la cama.

- Nieves… ¿Qué paso? – Toco tímidamente el hombro de Anny, quien había bajado la cabeza debido a las lágrimas que amenazaban con salir. – Anny, mírame, ¿Qué ha pasado? – le tomo del rostro para levantarlo, mirando con impresión sus ojos, que ahora eran muy diferentes. Acaricio con ternura y algo de timidez sus mejillas mientras Anny comenzaba a derramar lágrimas pesadas y desesperadas.

Se abrazó a Henry por su torso y comenzó a llorar, intentando no lanzar alaridos o sollozos muy grandes, lo último que quería en esos momentos es que los padres de Henry llegaran. Y aun en ese momento sintió las caricias en su cabello y como era atraída a un abrazo fuerte y reconfortante, lo que quería y necesitaba en realidad. Paso tiempo hasta que sintiera que era suficiente y no tuviera fuerzas para nada más, se separó moqueando y sobándose los ojos, la camisa de dormir de Henry estaba más que empapada, pero este no se quejó, no emitía sonido alguno más que un pequeño arrullo.

- Henry, mi madre…unos tipos en la casa…luego Ryo desapareció…una loca intenta matarme…- Decía con los ojos dando vueltas por todos lados, intentando contar todo de manera coherente y que fuera convincente.

- Anny, no entiendo absolutamente nada. – Dijo dando un suspiro y llevando una mano a su frente. – Pero quiero ayudarte, dime ¿Cómo puedo hacerlo? – Pregunto con un pequeño brillo en los ojos, tomo su mano y le dio un pequeño apretón, indicando que estaba dispuesto a lo que dijera su amiga.

Anny lo pensó, miro el reloj que se encontraba en la pared que indicaba la una de la mañana, como le indico el espíritu tenía que estar en el claro a las tres, y le sugirió llevar a Henry con ella. No sabía a donde iba, y definitivamente sola no quería ir, pero tampoco sabía si Henry estaría dispuesto a abandonar todo por ella, e irse a un nuevo mundo, un nuevo mundo…

- Ven conmigo a un nuevo mundo. – Dio un apretón a sus manos unidas, Henry la miraba sin entender totalmente, así que Anny, con los nervios de punta volvió a hablar. – Tengo que irme, si me quedo aquí me mataran, y a ti también, pero no quiero ir sola, no creo poder resistir sola ahora…- Desvió la mirada y apretó más su agarre.

Henry la miro en silencio, con el ceño fruncido y una expresión pensativa, Anny volvió su mirada a él, desesperada por una respuesta. Henry suspiro y acaricio la mano de Anny que estaba unida con la suya.

- Iré. – Una sonrisa cariñosa se plantó en su rostro y Anny se aventó a él en un abrazo, cuando ambos se separaron de este Anny miro la hora de nuevo en el reloj, una y media de la mañana.

- Empaca todo, lo que más necesites, no hagas nada de ruido. – Anny se arrodillo al suelo y susurro: Tacetur, un manto de luz gris cubrió la habitación, Henry observo todo en silencio, pero aun maravillado por lo que su amiga podía hacer. – Tiene que ser antes de las tres de la mañana, te espero en la entrada del bosque.



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En el texto hay: accion aventura y venganza

Editado: 06.07.2025

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