Habían pasado seis días, y sentían que habían pasado seis años.
Obielus con suerte los dejaba comer, no habían dormido absolutamente nada desde que llegaron y se la pasaban bebiendo un líquido que sabía amargo y tenía una contextura rasposa que Obielus les daba, eso les daba energías, pero no remplazaba la necesidad de dormir. Se la pasaban practicando hechizos que Anny nunca se había atrevido a si quiera pronunciar por accidente, Obielus los hacia combatir entre ellos para que demostraran cuanto habían progresado en horas, y estos peleaban hasta que uno de los dos cayera desmayado en el piso, el marcador indicaba que Henry se había desmayado 4 veces y Anny 3 durante una pelea. Sus cuerpos estaban llenos de moretones y zonas rojas y una que otra herida abierta que Obielus tenía que cauterizar antes que la infección los matara más que la falta de sueño.
Se encontraban practicando una nueva habilidad: Invocar tu propia arma.
- Esto es algo un tanto complejo. – Obielus caminaba frente a ellos, con una mirada seria y sus brazos en su espalda. – Tienen que visualizarla, que su energía y magia pueda conectar con ella y forjarla, no creo que sean tan idiotas como para pensar en el arma que más les gusta, debe ser la que más los identifique. – Se paró en medio de ambos, con un gesto les indico que levantaran las manos al frente como si fueran a recibir algo, ambos chicos acataron la orden y cerraron los ojos, dejándose instruir. – Ahora visualícenla, intenten relajar su cuerpo y que la magia recorra este. –
Anny se relajó y sentía fluir la energía por sus venas, en su mente comenzó a ver algo parecido a un cetro, que tenía líneas y detalles hermosos, y un zorro en la parte de abajo. Cuando intento verlo con más detalle vio que en la punta se encontraba una cuchilla con forma de prisma, y en su centro un agujero con la misma forma. De repente sintió un peso en sus manos y abrió los ojos, una hermosa lanza se presentó frente a ella, la levanto y la elevo en alto contemplándola.
- Es muy bonita. – Dijo Anny en un suspiro, el sol de la tarde hacia que brillara.
- No puedo. – Obielus y Anny miraron a Henry sorprendidos, este tenía las manos sujetando fuertemente sus cabellos, claramente frustrado. – No puedo, no logro ver más que un palo, no sirvo para esto, yo no puedo ser bueno en la magia. – Y antes de que dijera algo más la cachetada de Obielus sonó por todo el lugar.
- ¿Me vas a salir con eso después de días en los que te he entrenado? – Otra cachetada. – ¡Tú eres heredero de uno de mis compañeros! Literalmente tienes sangre sombra corriendo por tus venas, solo que no ha podido ser potenciada…- Y sin esperar respuesta desapareció.
- Henry, sé que te puedes sentir frustrado, pero Obielus puede ser de todo menos un mentiroso. – Hizo una mueca de disgusto. – Tal vez tenga razón, además que si no tuvieras magia no hubieras podido desmayarme esas tres veces. – Le dio una sonrisa reconfortante, pero Henry solo suspiro con frustración y decepción.
- Yo me he desmayado cuatro Anny. – Miro al frente, alzo una mano y dijo un Atragot, una roca se movió después de unos segundos. - ¿Ves? Cuando tú lo haces no pasa ni un segundo cuando ya el objeto está en tus manos, si mi magia no es buena mucho menos podre sobrevivir a una guerra, me mataran más rápido que a un pájaro. – La réplica de Anny murió en sus labios cuando Obielus apareció con un frasco con una etiqueta que decía WakeSup, se la puso a Henry en las manos mientras lo miraba con el ceño fruncido.
- Tómala ahora. – Bajo la mirada amenazante de Obielus este abrió el frasco y tomo todo con una cara de disgusto. - ¿Sientes algo? – Antes de que negara cerro los ojos fuertemente y comenzó a respirar agitadamente, Anny recordó que ella paso por algo similar y de inmediato se posiciono sobre el tomándolo por los hombros fuertemente e intentando levantarle el rostro, pero este solo emitió alaridos de dolor y tenía sus manos cerradas fuertemente sobre sus ojos.
Cuando este se fue calmando miro al frente y Anny no lo podía creer. Sus ojos de cafés se convirtieron en grises y con una esclerótica negra, su cabello que antes era castaño claro se convirtió en uno oscuro, un castaño hermoso.
- ¿Qué…Que le diste? – Anny aun lo tenía sujeto por los hombros, mirando entre confundida y furiosa a Obielus.
- Nada malo Anny, solo le di una poción que despierta su magia, aunque no es recomendarle dársela muy seguido ya que podría darle un colapso mágico. – Ambos dieron un escalofrió y Anny lo aferro más a ella. - Ahora parece más una sombra, deberíamos de aprovechar esto y practicar, tu magia ahora está más que florecida, pero la poción no dura el tiempo que me gustaría. – Henry se levantó y le dirigió una mirada tranquilizadora a Anny, esta suspiro y concentrándose volvió a invocar su Lanza, no se dio cuenta cuando está ya no estaba en sus manos ni en el suelo.
Henry cerro los ojos y se concentró, se relajó lo suficiente como para que un grito de Obielus no tuviera efecto en él. Unos minutos después una luz plateada irradio de sus manos y momentos después en esta se posaba lo que parecía ser un cuchillo de carnicero, pero mucho más grande e imponente que uno normal.
- Increíble. – Obielus se acercó y paso una mano por esta, salieron trazos que parecían tallados en la misma cuchilla. – Oh por Bellator… Es tan imponente y grande, cualquiera del ejercito te envidiaría. – Esto hizo sentir orgulloso a Henry y levanto en alto su arma.
Pero el momento de satisfacción les duro poco a todos. Un temblor en la tierra los hizo comenzar a preocuparse, no era normal que eso pasara, y el encantamiento no dejaba que otros vieran que era una parte escondida.
Vieron alrededor con sus armas en mano y empezando a repasar mentalmente cada hechizo y técnica que les había enseñado Obielus, alrededor del manto vieron como personas encapuchadas le daban vueltas y con sus manos lanzaban rayos de diferentes colores.