La marca de las sombras

11. Amigos de papá y mamá

La sensación de pasar por aquella luz blanca les dejo un frio mortal en el cuerpo, cuando abrieron los ojos se encontraban en un campo en medio de la nada, no se veía nada a la distancia más que hierva, pero esta no era de colores amarillos o verdes, en su lugar estos eran de un blanco como la nieve, y algunos sobresalían por ser del azul del océano, el cielo no era azul, era de un color gris claro, como si estuviera nublado o a punto de llover. Ambos miraban impresionados a todos lados, contemplando el paisaje.

- ¡Corran, corran, corran! – La voz de Obielus los saco de sus pensamientos y soltándose de las manos comenzaron a correr detrás de él, sentían como los pastizales les rasgaban y aruñaban las piernas maltratadas, pero con una mirada de Obielus basto para no dejar de correr por nada.

Mientras más corrían los pastizales a su alrededor se hacían más altos, cubriendo por completo sus cabezas y haciendo que fuera más difícil avanzar.

- ¡Curdeur! – Grito Obielus haciendo que frenaran en seco, una cabina de madera apareció frente a sus ojos. – Entren ya, antes de que puedan localizarlos. – la puerta de la cabina se abrió, dejando ver lo que parecía una entrada a un sótano, Anny dio un paso al frente y abrió la entrada, todo se veía oscuro y algo sucio.

- ¿Es seguro? – Pregunto con nerviosismo en su voz.

- ¿Algo de lo que ha pasado te demuestra que lo que hace Obielus es seguro? – Dijo Henry a su lado, ambos agachados frente a la entrada.

- Por dios, parecen un par de zoldallos descubiertos. Entren ya. – Y de un empujón de magia ambos comenzaron a caer por la entrada.

De un momento a otro estaban rodando por lo que parecía ser un gran túnel, Anny rogaba en su mente que ninguno de los zorros se rompiera, Henry por su lado sentía su mano arder por lanzarle un Arcedum, pero se le olvido rápidamente al sentir su cara contra el suelo.

- ¡N-No te lanzo un Arcedum solo porqué! – Dijo levantándose y ayudando a Anny a levantarse, quien de inmediato se aseguró que los zorros estuvieran bien.

- Igualmente el hechizo poco puede hacerme. – Obielus se encogió de hombros restándole importancia.

Escucharon unos pasos apresurados y se pusieron tensos, tanto Anny como Henry se prepararon para pelear si era necesario, pero Obielus les hizo un gesto para que se calmaran, aunque no fue muy efectivo. Vieron llegar por un pasillo (Del muy oscuro y sucio lugar en el que estaban) a una mujer alta, con un cabello azul marino claro y unos ojos del mismo color, pero de esclerótica negra, Anny dedujo que era una sombra y se relajó notablemente, la mujer se acercaba con pasos temblorosos a ella y en un segundo estaba siendo apretada contra su regazo.

- ¡Oh, por Bellator! ¡Anny, Anny eres tú! ¡Estas con vida! – La mujer la movía de un lado a otro mientras comenzó a llorar a mares, literalmente, todos en ese lugar sintieron como el piso comenzaba a inundarse y el agua les llegaba a los tobillos. Anny se separó incomoda del abrazo de la mujer y la miro con extrañeza en sus ojos. - ¿No me reconoces? Obielus, ¿el lazo no funciona conmigo? – Pregunto con pánico en sus ojos y aún más lágrimas.

- No, lo sabes. No eres directamente familia. – Obielus mostraba un respeto que no tenía ni siquiera cuando se refería a Ryo, pero una cara de disgusto.

- Pero soy su madrina junto con Fidel, ¿no se supone que debería de reconocerme, al menos de sentirme? – En ese punto estaba acariciando el rostro maltratado de Anny, esta sentía lastima y pena por la mujer, pero por más que lo intentara, no la podía sentir familiar, para ella era una extraña.

- ¿Desde hace cuánto no estas con tu esposo? – Obielus tenía una mirada inquisidora.

- Desde hace casi un año, el imperio Albret comenzó a tomar mucha fuerza y él tuvo que quedarse en los refugios para supervisar mejor todo, con suerte puede mandarme información y cartas…- La mujer se secó las lágrimas y poniendo una mano en sus ojos una luz azul claro salió de esta y el mar de lágrimas que mojaba sus tobillos desapareció. – Lo siento, pero esto suele pasar cuando tu elemento es el agua. – Soltó una risita melancólica y volvió a observar a Anny. – ¿Te asuste querida? –

- Algo así…– Respondió suavizando un poco su mirada.

- Artemisia, debes saber que, si Fidel no ha estado contigo durante este tiempo el lazo no funciona, recuerda que tú eres parte de la familia por matrimonio y no por sangre. – La mujer dio un asentimiento triste.

- Si tuviera un hijo tal vez hubiera funcionado. – Dirigió su mirada a Henry, este se sintió incomodo cuando la mujer lo miro con una inmensa curiosidad. – Wow… ¿Qué eres? – Pregunto con los ojos muy abiertos.

- Em…Supongo que soy una sombra…- dijo inseguro.

- ¡No pareces serlo! ¡Tus ojos son como los de un ángel! Pero tu cabello parece el de un humano…- Lo tomo del mentón y movió su rostro examinándolo.

- Artemisia, sé que te gusta examinar a las personas, pero ahora no es momento para...- Fue interrumpido por una gran ráfaga de magia y agua que lo derrumbo lejos de la habitación, ahora la mujer tenía un rostro increíblemente rojo y enojado.

- ¡¿Cómo se te ocurre ponerlos a pelear tan jóvenes!? – Rugió furiosa y tomando a ambos los atrajo a un abrazo protector, parecía una madre defendiendo a sus crías. – ¡Por la sangre de Bellator, tienen cara de que no han dormido ni comido nada! –

- Pero para eso es la poción de Gitan…- Otra ráfaga de agua le cayó encima, al parecer estaba helada porque Obielus empezó a temblar.

- ¡Sabes perfectamente que la poción de Gitan no cubre hambre y sueño! – Soltó un bufido y se voltio a los chicos. – Queridos, ¿tienen hambre? ¿les duele algo? ¿quieren algo? – Pregunto acariciando con una mano el rostro de cada uno.

- Para serle sincero, nos duele todo– dijo Henry con una leve sonrisa, la mujer miro sus cuerpos y un jadeo horrorizado salió de sus labios, se llevó las manos a la boca y corrió a un cuarto.



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En el texto hay: accion aventura y venganza

Editado: 29.04.2025

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