-Tu mariposa está bien atada ¿Verdad? –preguntaba Artemisia mientras pasaba su mirada de ambos chicos a sus pertenencias, estaba alterada, tanto que parecía que iba a llorar.
-Si, madrina, tenemos todo. –dijo Anny para intentar calmarla, Artemisia dio un suspiro preocupada y les dio un protector abrazo.
-Cálmate, solo estarán afuera por unas horas, no puede pasarles mucho, creo...-dijo lo último en voz baja Obielus, quien se encontraba de pie junto al portal que los llevaría a un nuevo terreno.
-Prométanme que ante cualquier señal de peligro volverán de inmediato. –dijo Artemisia, antes de que hablaran levanto la mano en señal de silencio. –Más bien, júrenmelo.
-Lo juramos, Madrina, volveremos tan pronto que no notaras nuestra ausencia. –hablo Anny por ambos, Artemisia les dio un beso en la frente a cada uno y ambos voltearon para quedar de frente con el portal. Antes de que pudieran tomarse de las manos sintieron como ardían y las alejaron bruscamente.
-Pero...-Obielus carraspeo a su lado, dando a indicar que luego les explicaría eso. Con una mirada resentida tomo a Henry por el brazo y cruzaron rápidamente el portal.
El frio fue momentáneo, cuando volvió a abrir los ojos se topó con un paisaje gris de grandes pastizales, a la lejanía se podía ver algunos árboles de hojas otoñales, las cuales revoloteaban por encima del gran pastizal gris dando una sensación de invierno y otoño a la vez.
Se quedó mirando por un momento hasta que sintió a Henry desprenderse de su agarre y sacar su varita de uno de sus bolsillos.
-Tenemos que ser rápidos, sobre todo tu Anny. –Asintió, saco de uno de los bolsillos de su falda su varita y se apuntó a su pecho, algo le decía que en ese lugar el hechizo lograría ser más efectivo. Henry apunto a su rostro, aunque fuera peligroso por si algo sale mal, el también sintió que tendría más posibilidades de funcionar si apuntaba a esa parte.
-Senrieto. –dijeron a la vez, y sintieron un escalofrió por todo su cuerpo y sin energías por unos minutos.
Se sentaron en el suelo a esperar, cuando volvieron a sentir fuerzas Henry se levantó.
-Intenta sentir mi magia. -Anny cerro sus ojos, concentrándose en las sensaciones, la brisa, el olor, la energía y la magia, pero no pudo percibir ningún rastro de la magia de Henry, lo cual, le molesto e inquieto a la vez.
-Nada. –Se levantó también, fijo sus ojos en Henry y poso una de sus manos en su mejilla, donde generalmente sentía la calidez de la magia recorrer su piel, pero igual que antes, no sintió absolutamente nada. –No puedo sentir tu magia.
Henry noto como Anny estaba inquieta, a la vez que el ceño fruncido en su rostro la delataba. Acaricio una de sus mejillas para que intentara tranquilizarse, pero Anny solo se veía aún más molesta e inquieta, cuando tomo su mano, un pequeño hilo de color plata las unió como era costumbre, en ese momento Anny soltó un suspiro de alivio y sonrió.
-¿Por qué te molestas? –pregunto, Anny lo miro y se quedó callada unos segundos.
-No lo sé, simplemente me molesto no sentir tu magia. –Henry soltó una pequeña risita, se separó y la miro directamente, intentando sentir su magia, pero a la vez, se inquietó y molesto al no sentir ningún rastro de esta.
-Tampoco puedo sentirte, creo que también es molesto. –dijo apartando la vista, luego dio un brinquito en su lugar y dejo su maleta en el suelo, se agacho y comenzó a sacar los frascos de tierra y agua.
Anny saco de su maleta las hojas, tenía la impresión de que estas querían salirse del frasco, pero no sabía si fue a causa de sus movimientos.
-Tenemos que sacar todo, el agua solo se deja en el frasco abierto. –dijo abriendo el frasco con tierra y depositándola en el suelo, el cual era blanco, pero al contacto con la tierra se volvió de color marrón. Anny abrió el frasco con las hojas, aunque prefirió no sacarlas, el viento estaba algo fuerte y prefería ser precavida. Henry abrió el frasco con agua y se levantó, se sacudió sus pantalones y miro sonriente los frascos. –Falta el fuego, ¿Lo creas tu o lo creo yo? –pregunto con una sonrisa a Anny quien también se había levantado y lo miro con la boca levemente abierta.
Si ella hacia el fuego, este no respondería a Henry por más que este lo intentase, pero si este lo hacía, pasaría lo mismo con ella.
-Dame tus manos. –Pidió extendiendo las suyas. Henry las poso sobre las suyas como si fuera a recibir algo. –Juntos. –La miro sorprendido, sin embargo, no dijo nada más y cerro sus ojos, ella hizo lo mismo y juntaron sus frentes. Se concentraron y dejaron fluir su magia por sus manos, sintieron un cosquilleo y en un momento un gran calor que los hizo separar sus frentes y ver sus manos.
Una gran bola de fuego, rojo y amarillo de un lado y gris del otro, se posaba en sus manos. Sintieron una gran calidez y al mirarse a los ojos un escalofrió de nervios, aunque pensaron que era la sensación del intenso fuego.
Claramente ninguno de los dos sabia de sus sentimientos, ni siquiera ellos.
-Ya tenemos el fuego. –Sonrió Anny mientras le daba una forma ovalada y la dejaba junto a los demás elementos.
- Si, ya lo tenemos todo...-Henry se sentía aun extraño, su mente estaba divagando en los ojos grises de Anny y sus mejillas tomaron un color carmín, era extraño, abrumador, pero sobre todo, era familiar, algo que le daba escalofríos, ¿sus sentimientos siempre han estado ahí?
-¿Estas bien? –pregunto al verlo en otro mundo.
- ¡Si! Si, solo... estaba pensando. –dijo soltando una risa nerviosa. –Estoy algo nervioso supongo. –No era del todo mentira, pero ni el mismo sabía que estaba pasándole, así que simplemente busco una excusa rápida.
-Bien, el libro decía que lo mejor era vendarnos los ojos, así le haremos más caso al instinto que al juicio. –Una mueca de confusión se filtró en su rostro. –No entiendo muy bien a que se refiere...
-Tal vez cuando seamos más grandes lo descubramos. –Le dedico una sonrisa tranquilizadora, Anny se la devolvió y ambos sacaron de sus maletas una venda. –En el libro decía que simplemente nos dejáramos llevar. –Se puso la venda, Anny miro su venda, después dirigió su mirada a los 4 elementos que tenía frente a ella. Tenía nervios, curiosidad y a la vez mucha emoción, son emociones que no podía controlar.