La marca del destino

CAPÍTULO 4

La mañana estaba cargada de tensión cuando Taỳr, absorta en su rutina, avistó un grupo de cazadores acercándose en el horizonte. Sabía que ya era demasiado tarde para regresar a casa o alertar a su madre, pero los cazadores la rodeaban.

Moura fregaba los platos en la pequeña cocina cuando un destello metálico en el horizonte captó su atención. Alzó la vista por la ventana, entrecerrando los ojos. La brisa fría del valle apenas movía las ramas de los árboles, pero el silencio era inusual. Entonces los vio: siluetas oscuras recortadas contra el cielo, aeronaves deslizándose en formación. Un escalofrío recorrió su espalda.

Dejó el plato a medio enjuagar y secó rápidamente sus manos en el delantal. Su mente ya calculaba la distancia, el tiempo que tenía antes de que aterrizaran. Su instinto le gritaba que huyera, que tomara a Taỳr y corriera. Pero no. No podían huir sin levantar sospechas.

Y si ellos estaban allí, significaba que alguien había hablado… o que las sombras del pasado finalmente los habían alcanzado.
Respiró hondo y salió al exterior con paso firme, su mirada oculta tras una calma inquietante. Taỳr, al verla, sintió que la protección de su madre la envolvía. Pero el peligro era real. Y Moura lo sabía.

— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó con una seriedad que evidenciaba su experiencia en momentos como este, dejando claro que no había espacio para dudas.

— Está prohibido portar armas de cualquier tipo —responde uno, con una mirada malévola clavada en Taỳr, mientras desciende del vehículo.

— ¿Quién es ella? —cuestiona, señalando a la chica.

— ...Es mi hija —responde la soldado con firmeza, protegiendo a Taỳr con una determinación inquebrantable.

Dos de los intrusos se acercan, intentando intimidar a Taỳr, pero ella responde con valentía, zafándose de ellos y empleando su habilidad para mantener su distancia. Desde su posición oculta, la soldado extrae sus espadas con destreza, entregando una a su hija. Ambas mujeres, conscientes del riesgo, se preparan para lo inevitable. Sus cuerpos tensos, pero sus mentes enfocadas en lo que está por venir.

La espada de la chica se mueve anticipando cada movimiento antes de ejecutarlo. Al enfrentarse a uno de los atacantes, este logra bloquear sus ataques con una serie de rápidos desvíos, obligándola a retroceder. Aunque es su primera vez en combate y una oleada de nerviosismo la envuelve. Mientras su madre, la soldado experta en la lucha, hace girar su espada con precisión, desestabilizando a su oponente.

Entre cada movimiento, la soldado es consciente de que no solo está luchando por su propia vida, sino también por la de Taỳr. Aunque su experiencia le otorga confianza, la astucia del líder de los cazadores la hace reflexionar sobre lo impredecible de la batalla y la importancia de proteger a su hija a toda costa.

Los movimientos de la soldado parecen menos eficientes. Él se desplaza ágilmente, manteniendo el equilibrio mientras retrocede y ataca con rapidez. Mientras Moura libra la batalla física, su mente trabaja a toda velocidad, evaluando cada movimiento y buscando una oportunidad para contraatacar.

— ¡Debo mantener la calma! —piensa la soldado, luchando por controlar la frustración ante la agresividad del cazador. "No puedo permitir que sus provocaciones afecten mi concentración."

A pesar de sus esfuerzos, la velocidad de los ataques del cazador hace que la mayoría de los bloqueos sean inútiles y en un descuido, la espada le hiere.

— ¡Maldición! —exclama. La punzada de dolor en su costado es intensa, pero la adrenalina la empuja a seguir adelante.

El aire parecía cargado de electricidad. Taỳr sintió un hormigueo recorrer su piel, como si una fuerza desconocida despertara dentro de ella. Su respiración se volvió errática, el miedo y la confusión se mezclaban en su pecho, pero una certeza se abría paso entre el caos: debía proteger a su madre.

Sin darse cuenta de cómo, una corriente de energía brotó de sus manos. El suelo vibró bajo sus pies, un destello azul centelleó y una ráfaga invisible golpeó a los cazadores, haciéndolos retroceder con sorpresa. Taỳr jadeó, sus pupilas dilatadas reflejan el pavor de lo que acababa de hacer.

El líder de los cazadores, sin perder la calma, se incorporó con una sonrisa torcida. Se sacudió el polvo del abrigo con lentitud, sus ojos oscuros fijos en la joven.

— ¿La elegida? —susurró, con una risa áspera y entretenida. Caminó alrededor de Taỳr, estudiandola con atención—. Vaya, vaya... muy interesante.

El miedo de Taỳr se intensificó al escuchar esas palabras. Ellos lo sabían. Habían encontrado a quien buscaban. Y ahora, ya no se detendrían hasta atraparla.

El cazador, confiado en su dominio sobre la situación, se aparta un poco para activar un dispositivo de comunicación. En un susurro casi inaudible, habla por el transmisor, asegurándose de que su mensaje llegue a sus compañeros.

—La he encontrado. La elegida. Activar protocolo. —El tono frío y calculado de su voz refleja la gravedad de la situación.

Taỳr al escucharlo, siente una ola de pavor al escuchar esas palabras, pero sabe que ahora no es el momento de dudar. Si alguna vez hubo una oportunidad de escapar o huir, ese momento ya pasó.

El cazador, tras terminar su comunicación, se vuelve hacia ella — Nos vamos a divertir. Con esas palabras, el juego comenzó de nuevo.

El cazador sonríe con un gesto burlón y cruel.

En el interior de Taỳr, un rugido silencioso resuena, y el poder que no entiende empieza a manifestarse con más claridad. Esta vez... no va a retroceder.

Sin pensarlo, su mano se alza de nuevo, y con un grito de fuerza interior, canaliza su poder, lanzando un haz de energía hacia el cazador.
El impacto es tan fuerte que lo derriba, enviándolo varios metros atrás. El cazador se levanta rápidamente, sacudiéndose el polvo, sus ojos ahora fijos en Taỳr con una mezcla de admiración y amenaza.



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En el texto hay: poder, , aventuras

Editado: 18.02.2025

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