El grupo retomó el camino al amanecer, avanzando a su paso constante entre árboles y senderos poco transitados, Taýr, como siempre, se distraía con cualquier cosa; un arbusto que parecía moverse sospechosamente. Fue precisamente eso lo que la hizo detenerse más de la cuenta.
Cuando volvió la vista al frente...ya no había nada.
— ¿Eh?
Giró sobre sí misma, señales del grupo, pero lo único que encontró fue el silencio del bosque.
—Oh, por todos los cielos... —murmuró, sintiendo el calor subiéndole a la cara.
No podía ser. No otra vez.
Mientras tanto, el resto del grupo seguía su camino sin notar la ausencia de Taýr hasta que se detuvieron a montar el campamento. Moura fue la primera en alarmarse.
— ¿Y Taýr?
Hubo un breve silencio antes de que todas las miradas recayeran en Jared.
— ¿Qué? ¿Por qué me ven así? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Porque la vas a buscar —respondió Erguth con una sonrisita
— ¿Yo? ¡No! Que la busque alguien más.
—Jared... —Moura cruzó los brazos
Él suspiró con resignación.
—Está bien, está bien. Pero si no la encuentro en una hora asuman que ahora pertenece al bosque —bromeó, antes de girarse y marcharse en su búsqueda.
Después de una larga caminata y maldiciendo internamente por lo inútil que podía ser la chica, Jared escuchó un sonido en la distancia. Un sollozo.
—No puede... —murmuró, siguiendo el sonido hasta encontrarla.
Taýr estaba sentada en el suelo, completamente derrotada, con la mirada fija en un arbusto como si este le hubiera arruinado la vida.
Jared se apoyó contra un árbol los brazos, disfrutando la escena por un momento.
— ¿Qué haces?
Taýr levantó la cabeza, el rostro empapado de lágrimas. Jared arqueó una ceja.
— ¿Te golpeaste la cabeza o qué?
Jared miró el arbusto sospechoso y luego volvió la vista hacia ella.
— ¿No me digas que perdiste contra un arbusto?
— ¡Es un arbusto con espinas! —protestó con indignación —Se enredó en mi capa, me jaló, caí de cara al suelo, mi espada salió volando y ahora está ahí dentro...
Jared la observó en silencio. Luego sin poder evitarlo, se echó a reír.
— ¡No te rías! ¡Es en serio!
—Lo sé, lo sé...—dijo entre carcajadas—. Pero dime ¿por qué estabas llorando?
Taýr apretó los labios
— ¡Porque pensé que nunca podría sacar mi espada de ese arbusto espinoso!.
Jared volvió a reír.
—Por todos los dioses, ni siquiera estabas tan lejos, pudiste pedir ayuda.
Taýr, poniéndose de pie
— ¡Olvídalo! Mejor ayúdame a sacar mi espada y vámonos.
Jared sacó su espada y, sin ningún esfuerzo, cortó el arbusto, recuperando el arma de Taýr en cuestión de segundos.
—Aquí tienes, reina del drama.
Ella la tomó de un manotazo.
—Eres insoportable.
—Y tú, adorablemente inútil.
Taỳr lo fulminó con la mirada mientras él sonreía con evidente diversión.
—Vamos, seguro todos están esperando ansiosos por escuchar la historia de cómo Taỳr casi muere en un épico enfrentamiento contra un arbusto.
—Si cuentas algo, te juro que te asesino.
—Oh, lo haré. Y lo contaré con detalles. Quizá dramatice un poco... algo sobre gritos desgarradores y una batalla desesperada.
—Jared llevó una mano a su pecho, fingiendo conmovido—. ¡Pero no teman, yo, el heroico Jared, la encontré y la salvé en el último segundo!
Taỳr entrecerró los ojos, tratando de quemarlo con la mirada.
—Eres un engreído insoportable.
—Y tú un desastre andante. ¿Ahora vienes o te dejo aquí para que el arbusto cobre su venganza?
Ella bufó, cruzándose de brazos.
—Prefiero perderme para siempre que regresar contigo.
—Oh, pero qué tragedia para el pobre arbusto. Ya se había encariñado contigo.
Ella chasqueó la lengua y se giró con la intención de alejarse.
—Bueno, pues tendrás que soportarme, porque si no vuelves al campamento, tu madre me matará —dijo él con falsa resignación.
— ¡Déjame en paz!
Harto de discutir, Jared hizo lo más lógico para evitar más problemas: la cargó sobre su hombro como si fuera un saco de patatas.
— ¡Bájame, bruto! —chilló Taỳr, retorciéndose en vano.
—Nah, así estás más tranquila. Aunque, si sigues moviéndote tanto, alguien podría pensar que te estoy secuestrando... o que esto te está gustando.
Taỳr quedó en shock por un segundo antes de empezar a aporrearle la espalda con los puños.
— ¡Eres un descarado!
Jared se rió, disfrutando cada segundo de su sufrimiento.
— ¿Sabes? Podrías intentar disfrutar del paseo. Normalmente cobro por esto.
— ¡Cuando lleguemos, juro que voy a matarte!
— Eso lo veremos.
Llegaron finalmente al campamento entre risas y pataleos. Moura corrió hacia su hija en cuanto Jared la dejó en el suelo con suavidad.
— Aquí tiene su tesoro, intacto y en perfecto estado... más o menos —dijo, dándole una rápida mirada burlona.
Taỳr, con el orgullo herido y las mejillas ardiendo, lo miró con odio contenido.
Jared le sostuvo la mirada, divertido, antes de inclinarse levemente y susurrarle al oído:
— Espero ansioso nuestra próxima excursión privada.
Luego, se alejó con una sonrisa, dejando a Taỳr fulminandolo con la mirada y a todos preguntándose qué demonios había pasado en el bosque.
Los días transcurrían monótonos, sin cambios significativos en el paisaje. La frondosidad del bosque, aunque los protegía de miradas indiscretas desde el aire, los sumergía en una oscuridad constante. Ocultos en un pequeño valle, la fogata apenas se vislumbraba. Moura decidió que Taỳr asumiera el primer turno de vigilia.
Sentada sobre un tronco caído, Taỳr exploraba los alrededores con la mirada. Necesitaba descansar tanto como los demás, pero no se permitía mostrar debilidad y admitía que los demás parecían inmunes al cansancio. Jared, en particular, emanaba una energía inagotable, como si su cuerpo desafiara cualquier muestra de agotamiento. No estaba herida, apenas tenía algunos moretones, pero no estaba acostumbrada a ese tipo de vida. Su madre disfrutaba de las largas caminatas, de dormir en el suelo y de la comida insípida de origen desconocido.
Editado: 18.02.2025