La marca del destino

CAPÍTULO 13

Taỳr, mientras camina por la aldea observando los puestos de frutas y demás mercancías. Llevaba un rato dándole vueltas a su venganza. Jared se había burlado de ella lo suficiente y, aunque nunca había sido buena con las bromas, esta vez se aseguraría de que él aprendiera a no meterse con ella.

Así que, con la sutileza de una ladrona inexperta, se acercó a su cantimplora y vació su contenido, reemplazándolo con un mejunje que había improvisado: agua con un toque generoso de sal y unas gotas de vinagre que había conseguido en un puesto cercano.

— Disfruta de esto, Jared —murmuró con una sonrisa maliciosa, dándole una sacudida a la cantimplora antes de dejarla en su sitio.

Todo iba perfecto. Excepto por un pequeño detalle…

No fue Jared quien la tomó.

Bhuzz, que pasaba por ahí y no tenía la menor idea de la trampa, agarró la cantimplora y le dio un trago largo y profundo.

El resultado fue inmediato.

— ¡POR LOS MIL DEMONIOS! —bramó, escupiendo el líquido con tanta fuerza que un mercader cercano terminó empapado.

—¡¿Pero qué te pasa, hombre?! —se quejó el mercader, sacudiéndose con furia.

—¡Me quieren envenenar! —Bhuzz rugió, rojo de la ira y con la boca todavía torcida por el sabor repugnante.

En cuestión de segundos, el mercado se convirtió en un caos. El mercader, creyendo que Bhuzz lo había atacado a propósito, le lanzó una manzana podrida directo a la cabeza. Bhuzz, sin entender nada, respondió con un empujón, lo que hizo que otro mercader interviniera y, de alguna manera, un puesto entero de frutas terminó desparramado por el suelo.

Taỳr, mientras tanto, había dado un par de pasos hacia atrás, viendo su obra descontrolarse en tiempo récord. Intentó escabullirse, pero Jared la atrapó antes de que pudiera escapar.

—¿Adónde crees que vas, genio del crimen? —susurró con diversión en su tono, inclinándose hasta quedar a la altura de su oído.

Taỳr cerró los ojos con resignación.

—¿Cómo lo supiste?

—Porque eres la más transparente del mundo —se rió, apartándole un mechón del cabello —. Y porque te vi vaciar mi cantimplora.

—Entonces, ¿por qué no lo detuviste?

Jared la miró con una sonrisa traviesa.

—¿Perderme esto? Ni loco.

Taỳr lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera replicar, alguien gritó:

—¡Atrapen al grandote! ¡Nos debe dinero!

Bhuzz, que seguía en medio del desastre, se puso en guardia.

—¡Yo no les debo nada, malditos timadores!

Y, con un gruñido, salió corriendo entre los puestos, con varios mercaderes detrás de él.

Jared se apoyó contra un poste, cruzándose de brazos mientras observaba la escena con deleite.

—Bueno, Taỳr… creo que me has superado.

Ella apretó los dientes.

—No es gracioso.

—No, claro que no —Jared asintió, dándole una palmadita en la cabeza—. Pero ha sido un placer verte intentarlo.

Taỳr sintió el calor subir a su rostro, pero antes de que pudiera responder, Bhuzz pasó corriendo a su lado.

Jared soltó una carcajada, y Taỳr, malhumorada, se cruzó de brazos.

—Lo juro, Jared… un día te haré pagar.

Él se inclinó hasta que sus rostros quedaron a centímetros.

—Espero con ansias ese día, princesa.

Y con esa maldita sonrisa en los labios, la dejó ahí, mientras el caos de la aldea continuaba a su alrededor.

Los días pasaron en la aldea, y el descanso que tanto necesitaban parecía haberles dado un respiro. La aldea, pequeña y apartada del caos, los acogió con brazos abiertos, permitiéndoles recuperar fuerzas y abastecerse de provisiones.

Un día, mientras paseaba junto a su madre. Moura, aprovechó el momento para darle la capa que Jared había comprado para ella.

—Taỳr, esta capa es para ti —dijo, extendiéndola ante ella.

Taỳr la miró, recordando la broma de Jared cuando la había "obligado" a pagar por ella, haciéndola sentir torpe y ridícula. A pesar de la suavidad de la tela y el tono oscuro que tanto le había llamado la atención, la idea de aceptar el regalo de Jared le resultaba incómoda.

—No la quiero —respondió, apartando la mirada. —No necesito nada de él.

Moura la observó con asombro, entendiendo más de lo que Taỳr quería admitir. No quería presionarla, pues sabía que las relaciones, incluso las más complejas, requerían tiempo.

—Sé que es difícil —dijo Moura suavemente—. Después de todo, tu capa está dañada, y no es fácil encontrar algo tan adecuado. Además, te lo dio con buenas intenciones.

Taỳr se quedó en silencio, mirando la capa. En ese momento, notó los bordes desgastados de su propia capa, la cual había estado con ella durante tanto tiempo, pero que ya no servía para protegerla de los vientos fríos de la noche. La verdad era que necesitaba algo mejor. Algo que pudiera ofrecerle algo más de confort.

Justo cuando estaba a punto de rechazar la capa nuevamente, Jared se acercó y, con una suavidad inesperada, tomó la capa de entre las manos de Moura.

— No es una broma, Taỳr. Es simplemente algo que pensé que te quedaría bien.

Taỳr lo miró con los ojos entrecerrados, sintiendo una mezcla de gratitud.

— Gracias —dijo finalmente, tomando la capa y dejándola caer sobre sus hombros.

A veces, los pequeños gestos como este podrían ser más profundos de lo que parecían, y aunque se resistiera a reconocerlo, apreciaba todo lo que Jared había hecho por ella.

Después de todo, la capa no era solo un simple regalo. Era un recordatorio de que, a pesar de las tensiones, todavía había espacio para enamorarse. Y eso, en su mundo lleno de caos, valía más de lo que ella estaba dispuesta a admitir.

El campamento era más que un refugio para soldados. Mientras recorría tiendas y cabañas de madera, comprendió que también albergaba a quienes no tenían otro lugar a dónde ir.

A las afueras de la aldea en un rincón apartado del campamento rebelde, vio a una mujer mayor removiendo un caldero con una vara de madera. Un niño pequeño se aferraba a su falda, con los ojos redondos y llenos de curiosidad. Más allá, un grupo de adolescentes practicaba con espadas de madera bajo la supervisión de un hombre con el rostro curtido por el sol. No todos serían guerreros, pero la necesidad de defenderse se había vuelto una lección de vida.



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En el texto hay: poder, , aventuras

Editado: 17.03.2025

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