La marea llegó antes del amanecer.
No fue el sonido del agua ni el murmullo del viento fue un rugido ahogado como si el mar recordara un crimen antiguo y viniera a exigir pago.
Lira estaba en la costa cuando sintió que el aire se volvió pesado, sus pies desnudos hundidos en la arena húmeda percibieron primero un temblor y luego vino el frío.
Abrió su mapa sobre una roca negra
LIRA:Otra vez no...
murmuró.
El brazalete de conchas en su muñeca tintineó con un tono metálico y bajo.
La Corriente despertaba.
Desde la colina cercana descendía una figura envuelta en una capa larga y oscura. Llevaba algo pesado en la espalda, un cofre, reforzado con runas grabadas a fuego.
Kairo no buscaba compañía, ni testigos. Pero el puerto de Nael había enviado una señal de auxilio una humareda roja que incluso los contrabandistas como el sabían interpretar
la marea negra regresa.
Él había jurado no volver a ver ese fenómeno. Aun así, allí estaba.
El viento sopló, el mar se agitó y de su superficie emergió un reflejo distorsionado, una sombra que parecía arrastrar cuerpos de sal hacia la orilla. Lira dio un paso atrás, extendiendo las manos, los filamentos del mapa se alzaron brillando como hebras de luz líquida.
LIRA:¡Detente! le ordenó al agua.
El oleaje vaciló pero la sombra siguió avanzando arrastrando consigo un sonido de voces perdidas.
Kairo llegó hasta ella con el ceño fruncido.
KAIRO:Apartate esa cosa no entiende órdenes.
Lira sin mirarlo no respondió.
Él dejó el cofre sobre la arena y desabrochó los cierres de metal. Una de las runas se encendió con un fulgor azul.
Lira dio un paso atrás, desconfiada.
LIRA:¿Qué es eso?
KAIRO:Una reliquia de contención. Si tengo suerte, absorberá parte de esa… corriente. Si no la tengo… bueno, no importa.
Kairo sonrió sin humor.
KAIRO:¿Quién eres para hablarle al mar como si fuera un perro?
LIRA:Cartógrafa
Con voz firme respondió ella
LIRA:Del Templo de las Mareas.
KAIRO:Entonces lo sabes esa cosa no se calma se encierra o huye
El agua golpeó el muelle con fuerza un pescador que había intentado rescatar su barca gritó
la sombra lo tocó y al instante su cuerpo se disolvió
Lira tragó saliva,temblando el mapa tembló con ella las líneas se movieron sin su permiso.
LIRA:No… no puedes contenerla, te destruirá
KAIRO:Ya lo hizo una vez
contestó él en voz baja.
Abrió el cofre, del interior emanó un zumbido profundo, como si respirara runas encendidas danzaron en espiral Kairo colocó su mano tatuada sobre el borde y por un instante los símbolos en su piel se iluminaron igual que los del cofre.
El mar rugió en respuesta.
Lira sintió el tirón la Corriente quería devorar la energía del artefacto, ella extendió la mano trazando una runa en el aire con la punta de un dedo la línea brilló y se ancló en el suelo formando un círculo de contención.
El cofre chilló, las runas de Kairo ardieron.
KAIRO:¡CIERRA TU HECHIZO!
LIRA:¡LO INTENTO! ¡LA CORRIENTE NO OBEDECE!
KAIRO:Entonces haz que tema.
Lira inspiró hondo y dejó que la marea la tocara. Fue como hundirse en hielo. Escuchó voces, nombres que conocía, nombres de los muertos del puerto su madre entre ellos y una promesa "Solo un sacrificio detiene el ciclo"
El brazalete brilló y el mapa se dobló sobre sí mismo convirtiéndose en un remolino de luz.
La sombra se contrajo y con un chillido que partió el aire fue absorbida por el cofre.
Silencio
Solo el sonido normal del mar volvió a escucharse.
Kairo cayó de rodillas jadeando. Su brazo izquierdo humeaba las runas se habían quemado su piel.
Lira estaba de pie pálida, las pupilas dilatadas.
LIRA:¿Qué… hicimos?
susurró.
KAIRO:Sobrevivir... de momento.
Cerró el cofre con un golpe seco
KAIRO:Pero no lo hicimos gratis.
El brazalete de Lira se agrieto una de las conchas se desmoronó en polvo negro.
Kairo la miró con cautela.
KAIRO: Esa cosa… la marea te reconoció.
LIRA:Y a ti también.
dijo ella señalando las runas ardientes
LIRA:Eres parte de esto
Él recogió el cofre con resignación.
KAIRO:Parece que el mar ha decidido emparejarnos.
LIRA:No creo en el destino
KAIRO:Entonces llámalo "deuda"
El viento se alzó otra vez llevando consigo el olor de algas muertas y hierro.
En el horizonte una línea oscura se movía sobre el agua
Otra ola quizá mayor acercándose.
Lira cerró el mapa lo enrolló con manos temblorosas y miró al hombre del cofre.
LIRA:¿Sabes a dónde ir ahora?
KAIRO:Sí... Al único lugar donde todavía guardan los nombres de los muertos.
Caminaron juntos hacia la costa interior dejando atrás el puerto desierto............