PALACIO DE TOPKAPI 1560
En el gran palacio de Constantinopla, la sultana Valide se pavoneaba por los pasillos, le había dado al sultán Selim dos hijos varones, los hijos mayores del sultán, y por supuesto los herederos al trono, nadie le quitaría el lugar de favorita. Dieciocho años después, seguía teniendo una gran influencia en el sultán, contaba con la aprobación de los cortesanos, tomaba las decisiones en el palacio, desde el menú del día, mandaba a todo el personal, se enteraba de todo lo que pasaba, en fin, controlaba todo dentro de las murallas del palacio.
Los dos prensler (príncipes) habían crecido hermosos, heredando la belleza de su madre y la altura y corpulencia de su padre, cultos ya que sus profesores se habían esmerado en su educación, atléticos y buenos en las artes de la guerra, sabían usar bien toda clase de armas. Aunque los dos estaban criados casi por igual, el mayor de nombre Emir, por ser el primero en la línea de sucesión, era más cuidado y mimado que Aslan. No se podía negar la preferencia de los cortesanos por Emir, de carácter tranquilo, inteligente, fácil para entablar una conversación y hasta amoroso, todos sabían que cuando ocupara el trono, sería fácil de moldear y manjar. Por otro lado Aslan era de carácter fuerte, muy serio, difícil de persuadir ya que cuando tomaba una decisión era la definitiva, solo se llevaban un año de diferencia, pero creció más que su hermano, en cuanto a los combates con armas y cuerpo a cuerpo siempre lo superaba, le ganaba en atractivo a su hermano, pero Aslan amaba a su hermano, solo él podía ponerle las manos encima, no dejaba que ningún otro niño de la corte lo tocara, siempre lo defendía, aun cuando él no estaba y si escuchaba algún comentario despectivo hacia su hermano, terminaba dándose de puñetazos para que aprendieran a respetar a su futuro sultán.
Aslan contaba con 18 años cuando llegó al palacio una persona que él nunca se imaginó que cambiaría su mundo, la princesa Lyssa de Grecia, su país estaba siendo atacado, la sultana Valide aceptó albergar y proteger a la princesa mientras su país estuviera en peligro, al tener el rango de princesa la convivencia con los príncipes fue frecuente.
De cuerpo exquisito, de tez blanca y unos expresivos ojos azul cielo, la joven princesa era más que hermosa. Los príncipes de inmediato se entusiasmaron, y trataban de pasar con ella el mayor tiempo posible.
Pero otro evento sucedió en la vida de los príncipes, al cumplir la mayoría de edad les fue regalado una buena cantidad de concubinas, en la corte todo mundo pensó que Aslan descargaría toda su joven energía en su harén personal, pero no fue así, las jóvenes de su harén ni siquiera lo conocían, nadie podía saber la razón, el joven siempre fue sano, de hecho más que su hermano, varonil y hasta el más valiente de los dos, pero en cambio fue el príncipe Emir el que se la pasaba casi todas las noches en su harén.
La razón de que Aslan no pisara su harén no podía ser otra más que la princesa Lyssa, ella ocupaba todos sus pensamientos, todo su amor era para ella, y para su satisfacción ella le correspondía.
Aslan se encontraba en el salón destinado a los estudios cuando ella entró, la sonrisa se le pintó en el rostro, y eso que el príncipe pocas veces sonreía.
-Lyssa – le dijo pronunciando su nombre, que le encantaba y más cuando ella se le quedaba viendo con esos ojos azules.
-Príncipe – los dos sonrieron.
-Ven siéntate a mi lado – ella hizo lo que se le indicó.
- ¿Qué estas leyendo?
-Mira esto, son imágenes de animales del nuevo mundo – ella dio un vistazo sin ponerle mucha atención, enroscando sus brazos en su cuello, él le sonrió, nada lo hacía más feliz, él la tomó por la cintura para pegar su cuerpo y darle un beso, cuando terminaron los dos estaban jadeantes desbordando pasión, sus ojos brillaban de amor, él pegó su frente a la suya para decirle…
-Te amo.
-Yo también te amo.
Aslan no sabía por qué Lyssa le había entregado su corazón a él, su hermano también había manifestado atracción por la princesa, y era el heredero al trono, pero en esos días Emir estaba muy contento entregándose a algunas de sus concubinas, no tenía favorita, más bien eran barias las que gozaban de las mieles de su amor, Lyssa con su sexto sentido de mujer, sabía que el príncipe heredero estaba como loco deleitándose con las chicas de su harén, demasiado orgullosa para compartir su hombre con todas.
Mientras que Emir pasaba cada noche con una distinta, Aslan y Lyssa pasaban las noches juntos, sin que nadie se diera cuenta, tuvieron que recurrir a todas sus estrategias para no ser descubiertos. Aslan estaba muy ilusionado, la joven le encantaba, cada noche que yacía entre sus brazos se entregaba por completo a ella, disfrutaba cada espacio de su cuerpo, y ella se dejaba querer, Aslan no llegaría a ser sultán, pero si era mucho mejor que Emir en todos los sentidos, pero en especial en belleza, eran los pensamientos de Lyssa cada vez que yacía en sus brazos.