Los días pasaron, y pronto un acontecimiento daría a la vida de Akira un cambio total, la sultana al ver que las jóvenes eran demasiadas en el harén, tomó la decisión de mandar a algunas al palacio de verano de Kusadasi, las que no eran favoritas, ni requeridas por los príncipes, como era de esperarse Akira una de las de menor rango fue una de las escogidas.
El palacio estaba junto al mar Egeo, era una gran fortaleza totalmente en ruinas, en algunas partes el techo estaba totalmente caído, en los jardines solo había maleza, en los salones principales, aunque estaban bien ubicados, iluminados por grandes ventanales para que corriera el aire, ya que ahí hacía mucho calor, estaban totalmente empolvados, Akira pensó que en su tiempo debió de haber sido un lugar lujoso, mandado a construir por el mismo Mehmed II, a quien le gustaba mucho pasar tiempo en la playa. Las condiciones del palacio de verano era el resultado del poco interés de los sultanes por ese lugar, cuando las 20 chicas llegaron, fueron recibidas por los 3 únicos moradores, Fátima, Emre el encargado de todo el palacio, e Isra el cocinero, pronto Akira supo que habían sido enviadas a ese lugar para que murieran de hambre, los únicos 3 moradores más que vivir, sobrevivían.
Dentro de lo malo, las jóvenes ya no estaban relegadas solo al área del harén, tenían la libertad de andar por todo el lugar y hasta de entrar y salir cuando ellas quisieran, pero aun así estaban tristes, deprimidas y preocupadas, al menos en el palacio comían bien, estaban bien vestidas, se divertían asistiendo a fiestas. Akira pensaba en que tenía que hacer algo cuando se llevaba a la boca una sopa de cebolla, que más bien parecía agua con unos trozos de cebolla.
Cuando Akira encontró la biblioteca se alegró, era lo único más o menos completo de aquel lugar, una amplia habitación, aunque no había muchos libros y manuscritos, les echaría un vistazo a todos, al igual que todo lo demás estaba empolvado y lleno de telarañas, pero era acogedor con alfombras y sillones, un buen sitio para pasar horas leyendo, por una ventana dirigida al mar y otra hacia una colina, se encontraba ahí cuando Fátima entró.
-Nos mandaron aquí para matarnos de hambre – le dijo a Fátima.
-No sé qué vamos a hacer, con 20 bocas que alimentar.
-No le daré a la sultana la satisfacción de morir aquí – Akira pensaba en solucionar su problema, ella misma era una biblioteca ambulante, tenía que saber cómo salir adelante, viendo por la venta hacia la colina, parecía un buen terreno, tenía una inclinación no muy elevada, un buen lugar para plantar y cosechar – dígame, Fátima ¿qué es lo que se da aquí? – Fátima pensó un poco.
-Las uvas, crecen por los alrededores del palacio, yo recojo uvas todo el verano.
-Uvas – se quedó pensando, en una ocasión un libro le había enseñado todo sobre el proceso de hacer vino – pues entonces uvas serán.
-Vamos a plantar uvas – le dijo a Emre cuando caminaban por la colina viendo que la tierra era fértil, Emre y ella no pudieron formar una mejor mancuerna, el hombre al igual que ella era un erudito, en su juventud había sido un maestro filósofo y científico, pero perdió la gracias del padre del sultán reinante por una discusión en la que él tenía la razón, y lo mando al Kusadasi donde no tenía a nadie para enseñar ni que decir.
-El terreno es fértil, se dará lo que plantes.
-Si, solo nos hace falta agua.
-Aquí es muy probable que llueva todo el verano, pero es mejor prevenir, venga conmigo, esto le encantara – le dijo el hombre, caminaron colina arriba hasta encontrar un riachuelo con un enorme ojo de agua natural.
-No podríamos tener más suerte, por la inclinación y el rumbo que tiene este riachuelo, con un sistema de riego por gravedad podremos regar las vides en tiempo de sequía – el hombre veía a Akira, pensando en que había encontrado un tesoro, alguien con quien conversar, enseñar y exponer temas, tanto conocimiento contraído en su mente, ya era tiempo de expandir.
Reunió a las jóvenes quienes estaban notablemente preocupadas.
-Nos mandaron a este lugar para deshacerse de nosotras, es obvio que éramos una carga en el palacio de Topkapi, la sultana hizo lo que pensó que era lo mejor, ahora somos libres, podemos ir y venir a donde nos plazca, - las jóvenes la miraban con tristeza – solo que nos mandaron con apenas lo que llevamos puesto, la que crea que pude sobrevivir fuera de este palacio se puede ir, pero la que se quiera quedar, tengo un plan para poder vivir decorosamente, solo que necesitaré toda la ayuda de ustedes.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Salma que provenía de Arabia.
-Acérquense a la mesa – las jóvenes rodearon la mesa donde Akira desplegó un enorme pergamino donde ella misma había dibujado su plan – este es el castillo, según Emre todo este territorio le pertenece – Emre que estaba presente asintió con la cabeza, confirmando lo que decía - tenemos un extenso territorio alrededor, kilómetros de tierra más que suficiente para que nos dé de que vivir decorosamente, en esta colina que está ubicada al noroeste del palacio plantaremos vides, de las cuales haremos vino – todas las jóvenes se les cuadraron los ojos – somos 23 los moradores de este castillo, bastante mano de obra para poder hacer todo lo que he planeado.
- ¿Cuál es tu plan? – preguntó Elizabeta de origen ruso, de todas la que se notaba más fuerte.
-Plantar vides para ganar dinero, plantar verduras y vegetales para tener que comer, criar ovejas, gallinas, conejos, necesitamos formar grupos para labrar el campo, cuidar de las ovejas, para cocinar mientras otras estamos trabajando, limpiar este empolvado castillo y lavar ropa y demás necesidades.