La más vieja del harén

CAPITULO 6

Tres años después, en el otoño, estando los 23 sentados a la mesa Akira levantaba una copa.

-Brindemos porque las ganancias de nuestro primer lote de vino vendido, dejándonos buenas ganancias, no como para vivir como reyes – les dijo simpática, a lo que le correspondieron con risas – brindemos por un integrante más – le dijo mirando a Galip un hombre de unos cuarenta años que era herrero y carpintero, y que desde hacía un mes había llegado a pedir trabajo - pudimos comprar dos caballos de tiro, los cuales nos darán un descanso…

-Bien – interrumpió Elizabeta alzando su copa, Akira asintió en señal de estar de acuerdo.

-Un perro ovejero, gracias Elizabeta por conseguirlo – le dijo mirándola.

-El perro es viejo, pero hará bien su trabajo – comentó contenta, que de todas las labores, pastorear las ovejas era su favorito.

-Tenemos un nuevo arado – continuó Akira, todas levantaron la copa – nuestra hortaliza nos ha dado vegetales y frutos para deleitarnos, ya no solo comemos agua con cebolla – dijo contenta, todas asintieron por estar de acuerdo – nos hemos comprado telas, tenemos vestidos, ya no andaremos a diario con harapos – “SI” dijeron todas – hoy en la noche tendremos una fiesta para celebrar el fin de la cosecha de las uvas, las chicas han estado practicando danzas, las que tocan instrumentos gracias – les dijo a un grupo de chicas – tendremos a un par de invitados del pueblo, en agradecimiento por que han sido buenos con nosotros y nos han ayudado cuando los necesitamos – “SI” dijeron todas – en fin por todo lo bueno que nos ha pasado este años, que continuemos así los años venideros.

Esa tarde en el salón principal del castillo, unas cuantas personas del pueblo invitados por las chicas, llegaron a celebrar la cosecha de la vid, el nombre que le habían puesto las jóvenes a la fiesta, cuando vieron el resultado de tres años de trabajo, barriles llenos de vino se fermentaban en las mazmorras del castillo, el año pasado habían tenido ganancias, pero no como ese año que lo habían triplicado, y esperaban aún más en los años siguientes. Unas jóvenes con talento para tocar instrumentos se habían conseguido unos a bajo precio, al vivir junto al mar, en un muelle mercante, los barcos llegaban cargados de cosas nuevas, noticias, inventos, libros, llegaba de todo, las que les gustaba bailar, consiguieron telas brillosas y llamativas para hacer sus vestidos, y las chicas con voz privilegiada cantaban acompañadas por los instrumentos tocados por las otras jóvenes, de manera que los invitados estuvieron muy contentos disfrutaron de las bellas bailarinas, la buena música y cantos, Isra se esmeró en la cocina y preparó unos platos deliciosos, y por supuesto probaron el buen vino elaborado por las chicas del castillo, nombre con el que ahora se conocía el vino “Kaleden Kizlar”

Todo era rizas y alegría en el castillo de verano de Kusadisi, mientras que, por el contrario, en el palacio de Topkapi, Lyssa tenía que fingir alegría cuando estaba en la presencia de Emir, ahora se arrepentía de no haber seguido su corazón en vez de su cabeza, algún día sería reina, pero a qué precio. Unos meses después de su boda, a Emir se le quitó el encano, y regresó a pedir concubinas de su harén, ahora estaba casi abandonada, solo la llamaba a sus habitaciones para cumplir con la regla de tener un heredero, la forma en que Aslan se entregaba a ella, y la hacía vibrar jamás lo tuvo con Emir.

Aslan casi nunca estaba en el palacio, por lo regular se la pasaba con sus tropas vigilando las fronteras, sofocando cualquier intento de sublevación de los vasallos del sultanato, pero ya hacía un par de meses que había regresado al palacio, después de tanto tiempo su corazón aún le pertenecía a Lyssa, era muy duro estarla viendo y no poder abrazarla, besarla tenerla junto a él, pero trataba de mantenerse alejado de ella.

Ahora era Lyssa la que buscaba cualquier oportunidad para estar junto a él, y si era a solas mejor, los años no habían hecho más que hacerlo aún más atractivo, su cuerpo había embarnecido, ahora sus brazos y piernas eran musculosos aunado a su tremenda altura, sus facciones eran varoniles, bonitos labios, ojos grandes de color miel, de cabello castaño abundante, y una cicatriz que le abarcaba parte de su ceja y su pómulo lo hacían lucir fiero, todo esto lo hacía realmente irresistible para cualquier dama. Admirando su belleza estaba Lyssa cuando entró al salón donde se encontraba.

-Aslan.

-Princesa – le dijo serio.

-Ya no me llamas ni por mi nombre.

-La esposa de mi hermano merece todo mi respeto – le dijo sin mirarla, con los ojos clavados en el documento que tenía – ella se acercó y prácticamente se le echó a sus brazos.

-Aslan yo te sigo amando – él le detuvo sus manos que ahora querían acariciarlo.

-Eso no decías hace tres años, cuando te casaste, ah sí, y con mi propio hermano – le dijo sarcástico, ella ahora estaba llorosa.

-Cometí el error de mi vida.

-Lo lamento – le dijo separándose.

-Sé que tú me sigues amando – había dado en el clavo, ahora él se acercó a ella rabioso.

- ¡Si, y no sabes cuanto me desprecio a mí mismo por tener estos sentimientos! ¡Maldigo cada momento que pasamos juntos! – resoplando de coraje salió y ella tras de él.

Cuando salió del salón miró a los jardines cuando vio a Emir llevando del brazo a una hermosa concubina.




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