Akira se encontraba en la biblioteca haciendo cuantas, cuando entró Emre, traía una carta en la mano, Akira no quería ni levantar la cabeza del papel, estaba demasiado ocupada para hacerlo, pero Emre se aclaró la garganta para llamar la atención.
- ¿Qué pasa Emre?
-Ha llegado una carta del sultán – Akira hora tenía toda su atención.
-El sultán no nos ha escrito en seis años, ¿qué dice?
-El príncipe Aslan ha sido desterrado de Constantinopla, vendrá a vivir al castillo de verano de Kusadasi – la noticia le calló como un cubetazo de agua helada.
- ¿Cómo? – dijo incrédula, tratando de que Emre le dijera que era una broma.
-Me temo que tendremos al príncipe viviendo aquí – Akira ahora estaba con la boca abierta, todo su mundo de paz, tranquilidad y buenos momentos estaba a punto de caer, furiosa dijo casi gritando…
- ¡No permitiré que un principito mimado venga a destruir todo lo que tanto trabajo nos ha costado construir! – Emre también se lamentaba.
Unos días después Aslan y Mustafá entraban al castillo montados en sus caballos.
-Algo pasa aquí – le dijo cuando echo un vistazo alrededor y vio un castillo reconstruido, unos jardines bien cuidados llenos de flores.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Mustafá.
-Este castillo debería de estarse cayéndose a pedazos.
-Pues yo lo veo bastante bien.
Emre y Fátima llegaron a recibirlos.
-Bienvenido príncipe – le dijo Emre.
-Emre me supongo.
-Así es, entren a refrescarse, estarán cansados – Los llevaron a las habitaciones que les habían destinado, todo muy limpio y agradable, Aslan al ver la cómoda cama se echó a dormir.
Por la tarde conversando con Emre las puertas se abrieron de par en par, un grupo enorme de mujeres entraron llenas de polvo, pero muy contentas, platicaban unas con otras, se reían de los comentarios, todo un cuadro digno de ver.
- ¿Qué es todo esto? – le preguntó a Emre.
-Son sus concubinas.
- ¿Mis concubinas?
-Si las que mandó su madre, la sultana hace seis años – Aslan puso cara de no tener ni idea de que se trataba – cenaremos a las siete de la tarde – le dijo retirándose.
-Bien.
Akira fue a ver a Emre y Fátima para que le dieran las noticias del príncipe, todo el día se la habían pasado en el viñedo y lo único que sabía era que ya había llegado.
-Llegó con un general.
-Ahora tendremos dos bocas más que alimentar, el principito no creo que mueva un solo dedo para ganarse pan.
-También hay que contar las monturas – agregó Fátima.
-Heno para los caballos – dijo de forma sarcástica y enfadada.
-No está acostumbrado a esto, se aburrirá pronto – agregó Emre.
-Espero que sí, y se vaya pronto, bien, los veo en la cena – salió echando chispas.
Sentados todos a la mesa, hasta Mustafá que estaba famélico pronto se integró con todas, para él comer rodeado de tanta jovencita era como estar en el paraíso sin haber hecho penitencia, todas se notaban contentas cuando entró Aslan, de inmediato todas se volvieron a verlo, el hombre era guapo e imponente, algunas se quedaron con la boca abierta, y otras hasta se les cayó la comida del tenedor.
-Príncipe bienvenido – dijo Akira yendo a la mesa donde estaba toda la comida – tendrá que acomodarse a nuestras costumbres, aquí todos nos sentamos juntos a la mesa, está es toda nuestra comida, nos servimos lo que nos apetece – Akira le mostró la mesa larga donde estaba una buena cantidad de comida, para su asombro Aslan tomó un plato y comenzó a servirse, se sentó en la cabecera de la mesa con Akira de un lado y Emre del otro.
- ¿Puedo saber quiénes son todas ustedes?
-Claro – dijo Akira mirándolo y comenzó a nombrar a cada una, la joven nombrada le dedicaba una sonrisita – disculpe que no le tengamos preparada una gran recepción – continuo Akira – pero aquí somos austeros, no le podremos brindar la opulencia del palacio de Topkapi, si le molesta cenar con nosotros, puedo hacer que le lleven sus viandas a su habitación – Aslan se le quedó viendo con los ojos entrecerrados, bien supo que la joven se estaba burlando de él.
-Estoy acostumbrado a comer con mis tropas, que tanto es cenar rodeado de mujeres – Akira no se esperaba esa respuesta, de manera que solo tuvo que asentir en señal de estar de acuerdo.
-Bien, Fatma ayudó en la cocina hoy ¿verdad? – le dijo mirando a la más bonita, ella asintió y se sonrojó por estar los invitados presentes – tu pastel de verduras cada vez está más rico.
-Gracias - dijo tímida.
-Akira mañana nos toca lavar a Salma y a mí, pero lo recorreremos hasta pasado mañana por que vamos a comenzar con el prensado, me imagino que nos requieren en el viñedo.
-Cierto lo olvide, si tienes razón, mañana tenemos que estar todas allá – todas estuvieron de acuerdo - Elizabeta ¿Cómo va nuestro cachorro?