La Mascara De Suri

PRÓLOGO

El filo del tanto se deslizó con una precisión mortal, un susurro de acero que se llevó consigo el aliento de mi último enemigo. La victoria era nuestra, el estandarte del clan ondeaba sobre la fortaleza recién capturada, y el grito de triunfo de mis hombres era un eco glorioso en las montañas nevadas de Echigo. Pero el calor de la batalla, la euforia de la victoria, se disipó con una punzada helada que me atravesó el pecho.

Miré hacia abajo, y la hoja enemiga, aun goteando mi propia sangre, era una realidad fría y brutal. Mi vida se desvanecía. La luz del sol poniente teñía de rojo el paisaje, un telón de fondo para mi partida. Sentí mi espíritu, una esencia de puro honor y lealtad, desprenderse de mi cuerpo maltrecho. No había dolor, solo una extraña calma. Pensé que me uniría a mis ancestros, a los dragones que simbolizaban mi clan, pero en lugar de ascender, mi alma fue arrastrada, retorcida, y arrojada a una oscuridad vertiginosa. El tiempo, el espacio, todo se disolvió en un torbellino caótico de luces y sombras.

Cuando la oscuridad se disipó, la calma se rompió por los sonidos característicos de una sala de urgencias. Mi conciencia regresó, pero no a mi cuerpo. No había el familiar dolor de una herida, ni el sabor de la sangre en mi boca. Mientras mi mente luchaba por entender, la voz de un hombre llenó el aire, pronunciando con una solemnidad escalofriante, las palabras que sellaban mi destino. La guerra había terminado para mí, pero mi final fue silencioso, estéril, y extrañamente pacífico. Y de alguna forma, eso era lo más aterrador de todo

"Mi mente gritaba que me levantara, que me defendiera, pero mi cuerpo no respondía. En ese momento, no sabía si estaba soñando o si mi alma había encontrado un purgatorio muy peculiar."




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