La Mascara De Suri

CAPITULO 3

El hospital era una fortaleza de los tiempos modernos. Sus pasillos, un laberinto de corredores impolutos; sus quirófanos, espacios sagrados para los que blandían el bisturí. Makiko, en el cuerpo de Suri, caminó por ellos con una nueva clase de respeto. No era el miedo de un guerrero ante un campo de batalla desconocido, sino la curiosidad de un estratega que evalúa un nuevo terreno. La gente vestida de blanco se movía con la prisa de soldados antes de una misión, sus rostros tensos y concentrados.

Brenda, con su cabello rojo como una llama, la interceptó con un abrazo. -¡Suri, no sabes la falta que nos hacías! El hospital es un caos sin ti- . Su voz era un bálsamo de normalidad que Makiko aún no podía procesar. Para ella, Brenda era un mensajero leal que le ofrecía fragmentos de un pasado ajeno.

Poco después, Francisco, el mentor de Suri, se acercó. Sus ojos, llenos de un conocimiento profundo, la observaban con una mezcla de alivio y una cautela profesional. - Suri, me alegra verte de nuevo, tu padre me ha puesto al tanto de tu amnesia, no te preocupes, el hospital es un lugar seguro para volver a empezar. Te asignaré un caso sencillo para que te familiarices con la rutina. -

Makiko asintió, su mente ya procesando la información. Aceptó el expediente que le entregaba Francisco, sintiendo el peso de la responsabilidad. La historia clínica de la paciente no era una simple lista de síntomas. Para la mente de Makiko, era un mapa de asedio, una cartografía detallada del cuerpo asediado por una infección. El virus no era un microorganismo, sino un enemigo astuto que había penetrado las defensas del cuerpo. Cada línea del expediente era una pieza de inteligencia sobre las tácticas del invasor.

Se retiró a una sala de descanso para estudiar en silencio. Mientras leía, su mente analizaba el problema. ¿Dónde estaba la fortaleza del enemigo? ¿Qué estrategia defensiva estaba utilizando el cuerpo? El conocimiento médico de Suri era un tesoro de datos dormido en su mente, y Makiko lo estaba despertando a través de su propia lógica. Con su disciplina milenaria, comparaba cada síntoma con una debilidad en el campo de batalla, y cada medicamento con un arma específica para contraatacar.

Al presentar su diagnóstico a Francisco, Makiko no usó la jerga médica a la que estaba acostumbrado a escuchar de su aprendiz, sino una lógica clara, casi brutalmente eficiente. -Explicó su plan como si estuviera diseñando una maniobra militar. Francisco la escuchó, su rostro una mezcla de sorpresa y fascinación. La "nueva" Suri no era solo brillante, era... diferente. Su enfoque no era solo académico, era casi instintivo.

Francisco se dio cuenta de que no estaba viendo a la misma persona que había perdido la memoria, sino a una nueva y formidable fuerza que había emergido de las cenizas. La guerrera dentro de Suri, había encontrado su nuevo campo de batalla, y ahora el bisturí era su espada.




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