La Mascara De Suri

CAPITULO 8

El café donde me encontré con Marc no era un lugar para un duelo de espadas, pero para mí, la tensión era igual de palpable. Cuando el hombre se acercó a mi mesa, mi mente de guerrera lo evaluó de inmediato: alto, de hombros anchos, con una mirada en los ojos que reflejaba una mezcla de arrepentimiento y dolor. Era el enemigo, pero también el enigma del pasado de Suri.

-Suri, me alegra mucho verte bien. Me preocupé mucho por lo que te pasó-, dijo, su voz era suave, casi un susurro.

-Gracias. Ha sido... un camino difícil-, respondí, mi voz sonando extraña, como si no me perteneciera. La voz de Suri en mi mente permanecía en silencio, su dolor era una presencia densa en el espacio entre nosotros. Me senté, esperando que él hablara, para poder entender su estrategia.

-Te escribí para... para pedirte perdón. Por todo. Por la forma en que terminamos. Fui un cobarde-, confesó.

La historia de su relación con Suri comenzó a desenrollarse. Marc y Suri se habían amado profundamente, pero el trabajo de ambos, exigente y absorbente, había creado una brecha. Marc, un arquitecto exitoso, se había sentido abandonado por la dedicación de Suri a su carrera. La vida de Suri era el hospital, sus pacientes, la ciencia, y para Marc, esto era una traición personal. En un momento de debilidad, había buscado consuelo en otra persona, y cuando Suri lo descubrió, la ruptura fue inevitable y brutal. La traición había sido un golpe tan fuerte que Suri había levantado una fortaleza impenetrable alrededor de su corazón.

-Te quiero, Suri. Siempre te quise. Y sé que arruiné todo. Pero no pude soportar sentirme en segundo plano, siempre detrás de la medicina. Fui estúpido al pensar que podría encontrar consuelo en alguien más-, admitió.

La voz de Suri en mi mente se hizo más fuerte, un eco de dolor y rabia. "¡No confíes en él, Makiko! ¡Te mentirá! Su arrepentimiento es una máscara."

Pero mi mente, no se dejaba llevar por la emoción. Yo estaba ahí para negociar la paz, para entender al enemigo. -Tu dolor es comprensible, Marc. Pero la traición no tiene justificación-, dije, mis palabras calmadas y firmes, más propias de una consejera que de una ex pareja. -Cuando una herida es profunda, no puede sanar solo con palabras. El honor ha sido roto.-

Marc me miró, perplejo. No era la Suri que él conocía. La Suri que él conocía habría gritado, habría llorado, se habría derrumbado. Esta Suri era diferente. Esta Suri era una guerrera enmascarada.

-Tienes razón. Sé que mi traición te costó mucho. Y te pido que me des una oportunidad para demostrar que he cambiado-, dijo.

La voz de Suri gritó en mi mente. "¡No le creas! ¡No hay lugar para el dolor en un campo de batalla!"

Pero yo había aprendido que el corazón no era un campo de batalla. Era un lugar complejo, lleno de cicatrices. -Marc, no podemos volver atrás. El pasado es un territorio que ha sido abandonado. Y yo... yo no soy la misma persona que era. El daño es... irreparable. Pero el perdón es posible. Para que ambos podamos avanzar.

La conversación terminó, y en lugar de un acuerdo, hubo un entendimiento. Marc se fue, con la esperanza de un nuevo comienzo desvaneciéndose en sus ojos, pero con el respeto por la "nueva" Suri. Y yo, Makiko, había ganado una batalla, no con una espada, sino con la verdad. Y al final de la noche, la voz de Suri, débil pero agradecida, me susurró: "Gracias, Makiko. Necesitaba que alguien lo dijera, pero no podía. Tú me has liberado."




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