La Mascara De Suri

CAPITULO 10

La terapia para el pequeño paciente había sido aprobada, y el hospital se llenó de un optimismo cauteloso. Yo, en el cuerpo de Suri, me sentía como un general que, después de planear una estrategia, espera el momento de la batalla. Mientras los preparativos avanzaban, Brenda me arrastró a una fiesta. Era el cumpleaños de uno de los colegas de Suri, y según ella, era una obligación social.

-Suri, por favor, no te quedes en una esquina. Tienes que socializar-, me susurró Brenda, su voz llena de entusiasmo. Para mí, la situación era más compleja que cualquier batalla. Los rostros sonrientes, la música estridente y las conversaciones superficiales eran un territorio desconocido. En mi época, las celebraciones eran solemnes, llenas de rituales y respeto. Esto, con su ruido y su aparente falta de propósito, me confundía.

La voz de Suri en mi mente me ofreció un consejo inusual. "Relájate, Makiko. No es una batalla. Es un juego. Solo sonríe y escucha. Recuerda lo que te enseñé con el piano. Fluye."

Un hombre se acercó, su rostro familiar por las fotos del hospital. -Suri, ¿cómo estás? He oído que has vuelto con una fuerza increíble. Es un honor trabajar contigo.-

Le sonreí, una expresión que se sentía extraña en mi cara. -El honor es mío,- respondí, la frase sonando más como una respuesta de cortesía de mi vida pasada que un cumplido moderno. El hombre me miró con una ceja levantada, pero no dijo nada.

Brenda se unió a la conversación, cubriendo mis extrañas respuestas. -Ella ha estado muy concentrada en el trabajo. La amnesia le ha dado un enfoque distinto.-

-Un enfoque... brillante,- comentó el hombre, con una sonrisa. -Tu padre nos contó sobre tu propuesta para el pequeño Leo. Es audaz. Nadie más lo habría pensado.-

Mi padre. Su nombre era un ancla en este mar de confusión. Sabía que él me apoyaba, y eso me daba la fuerza para seguir con la farsa. Pero la conversación me hizo reflexionar sobre mi relación con Brenda. Ella era la persona que me había apoyado desde el principio, la única que conocía mi secreto, la única que me defendía sin cuestionar. ¿Cómo era su relación con Suri?

Más tarde, mientras Brenda y yo estábamos solas en el balcón, el silencio era más cómodo que cualquier conversación en la fiesta. -Brenda," dije, mi voz suave, "gracias. Por todo. Por cuidarme.-

Brenda me miró, y sus ojos se llenaron de lágrimas. -Suri, eres mi mejor amiga. No tienes que agradecerme.-

-Pero lo hago. La lealtad que me has demostrado...- comencé a decir, mis palabras saliendo de mi corazón de guerrera. En mi época, la lealtad era la virtud más alta.

-¿Lealtad? Eres mi hermana, Suri,- dijo ella, abrazándome con fuerza. -Y aunque no recuerdes todo, yo sí. Te prometo que estaré contigo en cada paso.-

En ese abrazo, sentí la conexión que Suri tenía con ella. No era solo una amistad, era una hermandad. Me di cuenta de que mi misión en esta vida no era solo curar cuerpos, sino también honrar los lazos que Suri había construido. Tenía un clan en este nuevo mundo, un clan de gente que me amaba, y mi honor como guerrera me obligaba a protegerlos. La fiesta continuó a mi alrededor, pero mi corazón, el corazón de Makiko y Suri, se había encontrado en el silencio de ese balcón.




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