La Mascara De Suri

CAPITULO 13

La victoria en el caso de Leo fue el catalizador. Ahora que su nueva vida tenía un propósito definido, Makiko sintió que era el momento de dejar atrás el pasado. El eco del dragón, que antes resonaba con la furia de las batallas, ahora se había calmado, convirtiéndose en un suave murmullo de sabiduría. Una noche, mientras el cielo estrellado de la ciudad se extendía ante ella, Makiko decidió que debía hacer una última reverencia a la vida que había dejado atrás.

Suri, en su mente, le ofreció una extraña idea: meditación. Era una práctica que Makiko conocía, pero la versión moderna de Suri era diferente, menos formal y más enfocada en el silencio interior. Makiko se sentó en el suelo de su apartamento, cerró los ojos y se concentró en el eco de su pasado. El sonido del viento en las montañas de Echigo, el frío de la nieve en sus mejillas, el peso de su armadura, el honor de su katana.

No fue un lamento, sino una despedida. Agradeció a la guerrera que había sido, por la disciplina, la valentía y la lealtad que le había dado. "Me has dado la fuerza para enfrentar este nuevo mundo, Makiko. Y ahora, es momento de que sigas tu camino. Eres parte de mí, pero ya no me defines. Soy Suri, y llevo tu honor conmigo."

La voz de la guerrera, por primera vez, respondió con una claridad que no era un eco, sino una despedida. "Ve, Suri. Encuentra tu propio honor en este nuevo mundo." Y con esas palabras, el eco se disipó. Makiko sintió una paz que no había conocido, una ligereza en su alma, como si un peso milenario se hubiera levantado de sus hombros. Ya no era una impostora, sino la dueña de su propio destino.

A la mañana siguiente, Makiko se levantó con una certeza que no tenía desde que había reencarnado. Su mente estaba clara, su propósito definido. Su vida como Suri no era un accidente, sino una segunda oportunidad para encontrar un honor diferente. Un honor que se encontraba en el servicio a los demás, en el amor a su nueva familia y en la curación de los cuerpos en lugar de su destrucción. Su vida era una fusión de las dos almas, una guerrera que había encontrado su nueva batalla: la batalla de la vida.




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