La Máscara del Lobo

Prólogo

Despertar y darte cuenta de que eres diferente a los demás puede ser terrorífico, pero en mi caso no fue de la forma convencional. Descubrir habilidades inhumanas que no puedes controlar y que te hacen desconfiar de ti en todo momento te agobia de muchas maneras, pero con el tiempo se vuelve divertido. Aprender a usar tus poderes para defenderte en caso de ser necesario, o terminar atrapado en un embrollo como yo.

Teniendo problemas que se me escapan un poco de las manos, cosa que desde el último año me pasó más veces de las que me hubiese gustado. No tuve a alguien que me explicara que me sucedía y como controlarlo, y tampoco hubo noticias de más personas por el mundo que les hubiera pasado lo mismo que a mí. Era único, como ningún otro.

Eso me inspiró, junto a un par de películas y series, a aprovechar mis poderes, marcar la diferencia. Quería hacer algo importante en mi vida. Por eso decidí salir una noche a las calles y probar mi suerte, encontrándome con pandilleros que al verme solo por las calles no dudaron en atacarme. Esa noche reafirmé mis ideas, debía ser un héroe. Detuve a aquellos tipos con apenas unos raspones.

Aquella experiencia me llevó a meterme en muchos problemas, como el de aquel día. Cuando desperté pensando que sería como cualquier otro, levantarme, ir a la preparatoria, recordar que tenía tarea y hacerla mientras mi profesor calificaba a los demás. Terminarla a duras penas y así sucesivamente hasta regresar a casa, almorzar y salir un rato a «Ejercitarme» sin que mi madre sospechara que en realidad iba a patear traseros, pero todo se me fue un poco de las manos mientras perseguía a ese carterista por las calles de mi pequeña ciudad.

Entró a un edificio antiguo, donde caí en su trampa, dentro había personas armadas con bates y tubos esperándome. Me lancé a la acción sin dudarlo, derribé a muchos con mi primer golpe, asustando a los demás. Tras varios minutos de una pelea de todos contra mí, al fin tuve al sujeto entre mis manos. Sangraba por un corte en la ceja que le hice con mis golpes. Trató de sacar algo de su bolsillo, pero lo detuve con la mano en alto.

—Eres un monstruo —Me dijo con desprecio, pero no le tomé importancia, no debía responder siendo el Lobo, una de mis primeras reglas—. Ojalá ardas en el infierno.

De pronto su mano comenzó a brillar con tanta intensidad que tuve que soltarlo para cubrirme los ojos. La explosión me ensordeció, volé contra una pared sintiendo como mi cuerpo era aplastado y de pronto nada. Un silencio y oscuridad absoluta que, al momento de volver a reaccionar, hizo que me sobresaltara del susto.

Me quité la máscara al sentir la falta de aire. Mire mis alrededores, lo que quedaba del edificio estaba en llamas, el techo de madera cayó sobre mí, impidiéndome salir y aproximándose a quemar mi cuerpo. Estaba en problemas, podía morir aplastado en una fugaz carrera como héroe.

Tenía que levantarme y salir, o Linda me iría a buscar hasta el infierno solo para regresarme con sus propias manos. Me aferré a una viga de madera, quemándome como cuando uno toca un sartén sobre la estufa, tuve que soltarla, aguantando las lágrimas del dolor, pero necesitaba hacerlo para salir. Me concentré en las plantas de mis pies, sintiendo la placa metálica en las plantillas. Mi cuerpo se endureció, cambio de aspecto a algo similar al hierro y las altas temperaturas comenzaron a hacer sus efectos en mí. Volví a tomar la viga y me obligué a no soltarla.

Puse todo mi esfuerzo en levantarme aun con los cientos de kilos encima. No solo obtenía las capacidades de lo que absorbiera, sino que me daba una fuerza proporcional al material. Di todo de mi en aquel momento, gritando desesperado por no morir, logrando quitar de mi espalda las gruesas vigas de madera. Di un salto adelante para evitar ser aplastado al soltarlas. Tomé mi mascara y, entre quejidos de dolor, corrí hacia la ventana la cual atravesé de un salto.

Caí rodando en el piso hasta golpear con un par de botes de basura al otro lado de la calle. Me miré las manos un segundo, retomando su color natural y dejando a un lado la dureza, pero con la marca de una quemadura en mi palma derecha. Las dejé caer derrotado, el edificio de tres pisos se quemaba como fogata y lo peor, concluí que ese no era de mis mejores trabajos, pero ¿qué había pasado? De pronto todo se arruinó.

Me puse de pie con mucho esfuerzo al escuchar las sirenas aproximarse. Ambulancias, bomberos y policías. Ya lograba reconocerlos. Di un paso lejos del lugar, pero algo captó mi atención, era la roca de aquel sujeto, parpadeando tenuemente en el piso. La agarré como un trofeo para mí, por haberlos detenido esa noche, sin saber lo que eso significaría.



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En el texto hay: drama, accion con poderes

Editado: 31.10.2025

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