La Máscara Perfecta

Capítulo 15: El Precio de la verdad

La detención de Richard resonó en la ciudad como un trueno en una noche serena. La sociedad, acostumbrada a la fachada de respetabilidad y poder, se vio sacudida por la revelación de los crímenes del empresario. Para Clarens, la caída de Richard era una victoria, pero también un recordatorio de la fragilidad de la justicia y la persistencia de la oscuridad. La satisfacción era efímera, eclipsada por la certeza de que aún quedaban muchos depredadores acechando en las sombras.

Sarah, la periodista que se había convertido en su aliada, observaba la escena con una mezcla de satisfacción y cautela. La colaboración con Clarens había sido arriesgada, pero efectiva. La verdad había salido a la luz, y Richard pagaría por sus crímenes. Sin embargo, Sarah no podía evitar sentir una inquietud ante la figura enigmática de Clarens. La precisión con la que había orquestado la caída de Richard, la frialdad en su mirada, todo le recordaba que Clarens era un enigma peligroso.

Sarah había visto la frialdad en los ojos de Clarens, la precisión quirúrgica con la que había expuesto a Richard. Había algo en él que la perturbaba, una oscuridad latente que contrastaba con su aparente normalidad. ¿Quién era realmente Clarens? ¿Cuáles eran sus verdaderas motivaciones? Las preguntas se agolpaban en su mente, buscando respuestas en el silencio de la noche.

Mientras tanto, Miller seguía obsesionado con Clarens. La detención de Richard no había disminuido sus sospechas, sino que las había intensificado. La colaboración de Clarens con Sarah le parecía sospechosa, una maniobra para desviar la atención de sus propias actividades. Miller estaba convencido de que Clarens era el responsable de las desapariciones de Dennis y Robert, y estaba decidido a demostrarlo. La falta de pruebas concretas lo frustraba, pero su instinto le decía que estaba cerca de la verdad.

La presión sobre Miller aumentaba. Sus superiores exigían resultados, la prensa lo acosaba y la comunidad exigía respuestas. La detención de Richard había generado un clamor público, pero las desapariciones seguían sin resolverse. Miller sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que tenía que encontrar pruebas, algo que vinculara a Clarens con los crímenes, o su carrera se desmoronaría.

Clarens y Sarah se encontraron en un café, lejos de las miradas curiosas. Sarah necesitaba respuestas, y Clarens sabía que tenía que darle algunas, aunque selectivas. La tensión entre ellos era palpable, una mezcla de curiosidad y desconfianza.

"¿Por qué lo hiciste, Clarens?", preguntó Sarah, su voz era seria y directa. "Por qué involucrarte en todo esto, exponer a Richard de esta manera?"

Clarens la miró fijamente a los ojos, su rostro impasible. "Vi una injusticia", respondió, su voz era fría y calculadora. "Richard se aprovechaba de la gente, los engañaba, los manipulaba. Y nadie hacía nada".

"Pero... ¿por qué tú?", insistió Sarah. "Por qué arriesgarte así? No eras su víctima directa".

Clarens guardó silencio por un momento, como si buscara las palabras adecuadas. "A veces, la justicia no llega", dijo finalmente, su voz un susurro. "A veces, hay que tomarla por mano propia".

Clarens le habló a Sarah sobre la frustración de ver cómo personas poderosas y corruptas se salían con la suya. Le habló sobre la impotencia de las víctimas, sobre la falta de acción de las autoridades. Le habló sobre su convicción de que alguien tenía que hacer algo, de que alguien tenía que detener a Richard. Pero no le reveló nada sobre su pasado, ni sobre sus otros "trabajos". Solo le dio una versión parcial de la verdad, una versión que lo presentaba como un justiciero anónimo, un defensor de los oprimidos.

Sarah escuchó atentamente, tratando de descifrar la verdad detrás de las palabras de Clarens. Le perturbaba su lógica, su frialdad, su aparente desprecio por la ley. Pero también sentía una extraña atracción por su determinación, por su valentía para enfrentarse a los poderosos. Se preguntó si Clarens era un monstruo o un ángel vengador.

"Entiendo tu frustración, Clarens", dijo Sarah, su voz era firme pero suave. "Pero no estoy segura de que tus métodos sean los correctos. La justicia tiene que seguir un proceso, tiene que respetar la ley".

"La ley no siempre funciona", respondió Clarens, su voz se tornó más dura. "A veces, hay que tomar decisiones difíciles. A veces, la justicia necesita un empujón".




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