En otro punto de la ciudad, Álex estaba yendo en dirección a lo que ella consideraba el abismo. Pero antes de arrojarse a él, quería resolver algunas dudas.
Allí estaba de nuevo, frente al portal acristalado que ya conocía. En esa ocasión, el portero brillaba por su ausencia, así que aprovechó para subir directamente. Cuando llegó a su lugar de destino, dudó por un momento, pero finalmente llamó a la puerta pillando desprevenido a un despistado René.
—¿Vos acá?—preguntó sorprendido—¿Cómo has llegado sin que te hayan visto?
—Tengo mis trucos ¿Puedo pasar o estás ocupado?
—No hay problema, pasá ya conocés el camino—no quería hacerse ilusiones, pero que ella hubiera ido hasta su casa tenía que ser por algo.
—Te preguntarás que hago aquí en tu casa si la última vez que nos vimos fue en este lugar conmigo huyendo.
—Pues sí me causa algo de curiosidad, no te lo voy a negar—se sentó en el sofá y la invitó a que hiciera lo mismo.
—Aún no he tomado una decisión… Pero estoy abierta a hablarlo.
—¿De verdad?—Álex asintió—Está bien, hablemos.
—En el hipotético caso que yo…bueno, aceptara tu propuesta ¿A qué me enfrentaría?
—No sé a qué te referís con eso. Pero podés pedir lo que quieras, lo que sea. No pondré ninguna objeción, cualquier cosa para que te sientas bien el tiempo que dure.
—Vale, está bien saberlo.
—Todo lo que acordemos constará por escrito, Alfredo se encargaría de todo eso, pero si no confiás en nosotros, eres libre de ir con el abogado que vos quieras para quedarte tranquila. Aparte de eso, firmaríamos separación de bienes, que dado el caso es lo mejor, lo tuyo es tuyo y lo mío, mío. Pondré todo de mi parte para que aceptes Álex, lo que sea. No tengo segundas intenciones con vos.
—¿Tendría que venir a vivir aquí, contigo?
—Sería lo único que tendrás que cambiar si se da este negocio. Así es más fácil y más creíble. Tengo dos habitaciones libres además de la mía, podés elegir la que más te guste—a pesar de no querer hacerse ilusiones, René vio un cambio positivo en ella—Seríamos algo así como compañeros de piso, sólo que en tu caso no pagarás absolutamente nada.
—Sería una mantenida… El sueño de mi vida—comentó por lo bajini en tono irónico.
—No lo mires por ese lado. Podés trabajar en lo que quieras, podés aprovechar para ahorrar plata o si querés estudiar. No vas a tener gastos mientras dure el matrimonio, aprovechá. No es un mal negocio para vos, sólo tenés que firmar un papel, del resto yo me encargo.
—No sé si sentirme aliviada o enfadarme, sinceramente. Lo de ser mujer florero no es a lo que yo estoy acostumbrada. No me gusta que me regalen nada, lo poco o mucho que tengo me lo he ganado yo misma.
—Y me alegra que seas ese tipo de persona, por eso te lo propuse a vos—se hizo un silencio incómodo entre los dos—Todo lo que diga es poco para lo que podrías darme Álex, aunque vos sólo veas dinero regalado. Me cambiarías la vida y eso es impagable.
Álex siguió callada, él tenía razón, sólo veía las ventajas que ella recibiría y no que, gracias a ese matrimonio falso, René podría tener la vida que quisiera en aquel lugar.
—Sólo una cosa más y te dejo en paz. Yo entiendo que por tu trabajo eres una persona muy conocida, famosa, ya sabes…—él asintió—Alguna vez he visto que os siguen a casa para sacar información sobre vosotros y esas cosas… El mundo de la farándula y la prensa rosa no es para mí. No me gustaría que allá donde vaya, haya gente siguiéndome, haciéndome preguntas…para mí sería muy incómodo.
—Me encantaría decirte que no tendrás que pasar por algo así, pero eso no está en mi mano y yo también lo odio. Si eso llegara a suceder lo único que puedo prometerte es que trataré de alejarlos de vos para que sólo se centren en mí ¿Alguna duda más?
—De momento, eso es todo—Álex se puso en pie.
—¿Ya te vas?
—Sí, y prometo tenerte una respuesta pronto.
—No es que quiera presionarte, pero no me queda mucho tiempo más para esperar.
—Lo sé, lo tendré en cuenta—la joven fue hacia la puerta y al abrirla encontró a su amiga—¿Bea? ¿Qué haces aquí?
—¿Cómo no me lo habías dicho antes?—susurró—Hola René—llegó hasta él—Gracias por ayudarla, eres un hombre de los que ya no quedan.
—¿Perdón?—el muchacho no entendía nada—¿Se lo dijiste? Bonita palabra tenés—acusó a Álex que estaba tan sorprendida como él.
—¿De qué hablas? ¡Yo no he dicho nada!
—Entonces ¿Cómo lo sabe ella?
—¡Pues no lo sé, pero no he sido yo!—le gritó ante su amiga—De las pocas cosas que tengo en la vida, una de ellas es mi palabra y te la di a ti. Yo no le he dicho nada a nadie. Pero ¿Sabes qué te digo? Piensa lo que quieras ¡Qué te jodan!—la chica enseñó el dedo corazón y lo apartó de su camino para irse.
—Creo que acabo de meter la pata…—murmuró Bea al ver a su amiga hecha una furia y al mejor amigo de su chico casi hiperventilando—Ha sido Toni quién me lo ha dicho, no Álex. Ella es la persona más hermética que conozco...
—No te puedo creer ¡Soy un estúpido!—golpeó la puerta con la mano—Es mejor que te vayas Bea, no es un buen momento para hablar o lo que sea que hayas venido hacer—la chica se fue sin decir nada. René tomó su teléfono y envió un mensaje de voz bastante contundente—¡Sos un pelotudo! No podés mantener la boca cerrada ¿No? ¡Lo arruinaste todo!