Pasaron varios días hasta que llegó el sábado y el equipo de René y Toni perdió, con una actuación pésima por parte del guardameta. Nadie le había echado la culpa, al contrario, todos sus compañeros trataban de animarlo, un mal partido podía tenerlo cualquiera, pero él se sentía responsable. No estaba concentrado en su trabajo porque su vida personal estaba patas arriba y le estaba empezando a pasar factura.
Poco a poco todos se fueron marchando del vestuario hasta que Toni y él se quedaron solos.
—¡Anímate! Vamos muy bien en la liga, esto sólo es un tropiezo.
—Un tropiezo decís… ¿No te das cuenta que no me quedan muchos más partidos que jugar y ganar con ustedes? Si me voy de acá, no quiero irme así, con esta imagen tan pésima, Toni.
—Pero no te vas a ir a ningún lado, te vas a quedar sí o sí.
—No… La semana que entra hablaré con el club para ponerlos al tanto de mi situación y me vayan buscando un remplazo—le informó—Estoy empezando a asumir que mi destino está cada vez más lejos de acá.
—Voy para la discoteca, ven conmigo, hablaremos con Álex y todo se arreglará, te lo prometo—René se sentía mal porque le quedaba poco tiempo para marcharse, y él se sentía aún peor porque parte de la responsabilidad era suya.
—No, ella está en su derecho de decidir, y ya lo ha hecho. Tengo que aceptarlo y ya.
—No perdemos nada por intentarlo una vez más ¡Vamos!—lo agarró por los hombros y lo obligó a caminar hasta su coche.
René no abrió la boca en ningún momento, simplemente se dedicó a conducir hasta la discoteca. Las puertas se abrieron y se hicieron camino hasta la barra donde las chicas servían copas sin parar.
—Mira, han llegado Zipi y Zape—informó Álex a su amiga—Vaya carita trae tu amorcito ¿Sigue enfadado contigo?
—Sí, pero esta vez tiene razón, metí la pata, pero bien. No me queda de otra que ser complaciente hasta que se le pase, no creo que quede mucho… Hola amor—lo saludó con dulzura—Hola René ¿Qué tal el partido?—preguntó mientras Álex huía a la otra punta de la barra.
—Mejor, no preguntes…—farfulló Toni—Ponnos lo de siempre por favor.
—Que derroche de amor—comentó René—¿Aún seguís molesto con tu novia?
—Sí, pero no sé por cuanto tiempo más ¡Ya no aguanto!
—Perdónala, ya fue, no es cosa de ustedes. Hablá con ella y vivan su dulce y empalagoso amor.
A través del gentío, pudo observar a Álex mientras trabajaba. Ahí estaba su última oportunidad de salvarse ignorándolo. Con el paso de las horas, la fiesta había acabado y ellos aún seguían ahí. Toni estaba esperando a Bea como siempre, pero René no sabía ni él mismo por qué seguía allí.
Sin decir nada a nadie, salió del local y se encaminó hacia su coche y justo cuando pudo abrirlo y subir en él, Álex lo interceptó.
—¿Dónde crees que vas?—ella era consciente que esa noche había bebido de más.
—A casa… Bueno a la que aún es mi casa…
—No te vas a ir así—metió medio cuerpo por la ventanilla y consiguió arrebatarle las llaves.
—¿Qué creés que estás haciendo?—René bajó del coche y la enfrentó—Devolveme eso.
—Estoy evitándote una desgracia. No puedes conducir en el estado en el que estás.
—¿Me evitás una desgracia, pero no querés librarme de otra?—se echó a reír de forma escandalosa—Es gracioso ¿No creés?
—No, no lo es—se estaba empezando a sentir mal. Llevaba tiempo yendo a la discoteca y jamás lo había visto así—Toni te llevará a tu casa.
—Lo dudo mucho, él vino conmigo. Así que, si me disculpás, me tengo que ir—esperaba a que Álex le devolviera las llaves de su coche, cosa que no pasó—¡Dale, dejá de joder! ¿No tuviste suficiente ya?
—¡Debería dejar que te abrieras la cabeza contra una farola!—le molestó que le gritara, cerró el coche de René y se alejó de él—Si quieres irte a casa tienes dos opciones, dejar que yo te lleve o llamar a un taxi, tú mismo.
René estaba sobrepasado y no sólo por el alcohol, ella lo estaba llevando al límite y no sabía cuánto tiempo iba a aguantar antes de explotar.
—Está bien, pará. Podés llevarme a casa, al fin y al cabo, me lo debés.
Álex no respondió, pero él tenía razón, se lo debía. Ambos caminaron hacia su coche y se pusieron en marcha hacia casa de René.
René bajó la ventanilla para que le diera el aire fresco de la madrugada que logró despejarlo un poco.
—Álex yo… Me arrepiento de lo que pasó el otro día, sé que vos no fuiste la que le contó a Bea. Te ofrezco una disculpa por eso, no te merecías que te hablase así.
—No importa—respondió cortante.
—Sí, sí importa. Independientemente de lo que pase con nosotros o no, me consta que sos una persona que siempre va de frente, que dice lo que piensa y lo más importante, que cumple su palabra. Sólo quería que lo supieras.
—Si estás haciendo todo esto para…
—No, no lo hago para que me aceptes—la interrumpió—Lo digo porque lo pienso, al igual que vos decís lo que pensás sobre mí, aunque no sean cosas agradables.