Llegó el viernes por la noche y ya había vuelto todo a la normalidad entre ellos. Era la noche de la cena y Álex se estaba terminando de vestir.
Había optado por algo práctico pero elegante, jersey negro con cuello alto, pantalón beige y botines bajos. Después de estar todo el santo día trabajando, lo único que le apetecía era estar cómoda.
Se recogió el pelo en una coleta alta perfectamente peinada y no se maquilló en exceso, lo justo para parecer que estaba viva. Cuando René salió del baño ya vestido, Álex se quedó mirándolo con el ceño fruncido.
—No sé si lo sabías, pero la boda de Noe y Juanmi es la semana que viene, no esta noche.
—¿Tan mal me veo?—se dio una vuelta para que pudiera observarlo con detenimiento.
—Al contrario, por eso lo digo—René llevaba pantalón negro a juego con la americana y camisa blanca—La que va fatal soy yo.
—¿Qué decís? Te ves…—«Hermosa» pensó—Bien. Ya sabés que soy medio coqueto, no puedo hacer nada con eso, pero no te ves mal, en serio.
—Ya no hay remedio, ni para lo tuyo ni para lo mío—echó un vistazo al reloj—Deberíamos ir saliendo ya.
Álex fue la primera en salir de la habitación, René iba tras ella con una tonta sonrisa en la cara. Estaba muy emocionado por más que prefería no pensar en ello.
—Están divinos los dos—comentó Valentina.
—Como se nota que sos la mamá—añadió Mía—Nah, mentira. Están muy bien ambos.
—¿Eso es envidia hermana querida?
—Mucha—respondió sonriendo—Pásenla bien chicos y ojito con los shots, los carga el diablo.
—Nos vemos—se despidió Álex. Ella y René salieron de la casa.
El restaurante donde tendría lugar la cena, no estaba lejos de su casa. Así que, desafiando a esa gélida noche sevillana, caminaron hasta allí. Una vez que llegaron a la puerta, Álex tomó su mano para sorpresa de René que la observaba con gesto extraño.
—Hay que practicar para la semana que viene—le aclaró la chica—Aquí no me conoce nadie, pero en la boda sí. Así que hay que desempolvar nuestras viejas máscaras y actuar ¿No crees?
—Emm sí, por supuesto… Vení, es por acá—tiró de ella hacia donde estaban todos.
—¿Por qué tienes las manos tan calientes y yo estoy a punto de perder mis dedos a causa del frío?
—Los latinos estamos hecho de otra pasta distinta a la de ustedes—toda la tensión que había caído sobre él cuando ella mencionó lo de actuar, se había disipado con la ocurrencia de Álex.
—Debe ser eso—se soltó de su mano una vez que todos los habían visto llegar, pero René volvió a agarrarla con fuerza.
Durante un rato, les presentó a algunos de sus compañeros y a sus acompañantes. Álex se mostraba algo cohibida, pero René apretaba de vez en cuando su mano para hacerle saber que todo iba a salir bien. Cuando terminaron de saludar a los que estaban ahí, la pareja se apartó de ellos.
—¿Todo bien?—preguntó preocupado.
—Bueno sí, son todos muy agradables. Y ellas son todas…guapísimas, estupendísimas, perfectísimas. Joder, ni siquiera parece que esas mujeres y yo pertenezcamos a la misma especie…
—¡Qué decís! Esas minas son todo fachada, pero por dentro están huecas como un coco. Créeme cuando te digo que son ellas la que te envidiarían a vos si te conocieran.
—Sí, segurísimo…—le dio unas cuantas palmaditas en el brazo.
—Te lo estoy diciendo porque así lo pienso…—y era cierto. Había estado equivocado con respecto a las mujeres hasta hacía muy poco tiempo.
—Que sí René, que sí…—le ofreció una mueca parecida a una sonrisa—Mira, ahí vienen Bea y Toni… Llegas tarde para variar, guapa—comentó refiriéndose a su amiga.
—Ya lo sé, es que da igual la hora en la que me ponga a arreglarme, siempre se me hace tarde. Soy lo peor de lo peor.
—¿Qué les parece si vamos a tomar algo?—sugirió René.
Los cuatro se acercaron a la barra a pedir cerveza para todos. Aún quedaba gente por llegar, oficialmente quedaba poco menos de una hora para que iniciase la cena.
Había de todo, personas que las trataron con amabilidad y otras que las miraban por encima del hombro, sobre todo las parejas de algunos futbolistas.
—Creo que la mayor concentración de petardas por metro cuadrado la tenemos aquí esta noche—comentó Bea echando un vistazo a su alrededor—Con razón dicen que el mayor enemigo de una mujer, es otra mujer.
—No lo creo… Eso es mucho generalizar—Álex le dio un largo trago a su cerveza—Pero lo de petardas, ahí sí te doy la razón. Menos mal que estás tú, si no, yo ya hubiera hecho bomba de humo.
—Gracias a ti. Si no hubieras venido, esto sería demasiado infumable—chocó su vaso con el de Álex.
—Pues creo que deberías ir acostumbrándote para años venideros, porque este está siendo debut y despedida para mí.
—Ya, me imagino… Pero por Toni, hago lo que sea—sonrió completamente enamorada—Él también hace mucho por mí y sé que quiere que yo esté aquí.
—Para fardar de novia… Es broma, sé lo importante que eres para Toni y él para ti. Al final va a triunfar el amor—sonrió y abrazó a su amiga.