La melodía de un alma #1 (2025)

CAPÍTULO 55

Efectivamente, había olvidado el teléfono en el coche porque se había quedado embobada mirando el nuevo. Salió del garaje y justo cuando iba a entrar al edificio, sintió una fuerza que la empujó contra la pared, dándose un golpe en la nuca.

—¿Cómo se te ha ocurrido ir buscar a mis hijos?—Cristina la zarandeaba con violencia y Álex se golpeó la cabeza contra la fachada—¿Qué les has dicho? ¡Vamos, habla!

—Yo no los busqué…—consiguió responder algo aturdida.

—¿Pasa algo Álex?—Fermín, el conserje salió a ver qué estaba ocurriendo, pero él no había visto el golpe.

—No, nada. Gracias, puedes volver dentro—el hombre no se fue tranquilo, pero obedeció.

—Claro que los buscaste, si fuiste a mi casa mientras yo no estaba ¿Sabes que existen las cámaras de seguridad, no?—la agarró del brazo como tenía por costumbre y apretó fuerte.

—Déjame en paz Cristina, por favor… ¡Me estás haciendo daño!—consiguió soltarse de su agarre—Conocí a Pipe por casualidad y él quería saber sobre su familia, es todo.

—Antes de pronunciar el nombre de mi hijo, te tienes que lavar la boca—le dio una bofetada—¡No me vas a quitar a mis hijos como me quitaste a mi madre! ¿Te enteras, niñata? ¡Maldigo el día que naciste, desgraciada!

—¡Váyase si no quiere que llame a la policía!—el conserje esta vez sí había visto todo y no dudó en salir en su defensa—¡Lárguese de aquí!—Cristina sonreía de forma malévola mientras Fermín ayudaba a Álex a entrar al edificio—¿Estás bien? ¿Quieres que llame a René?

—No, no. No lo llames…—se fue caminando lentamente y se subió al ascensor. En el espejo vio un hilito de sangre que bajaba desde su nuca hasta su blusa, y la cara de pánico que tenía no podría ocultársela a René, trataría que no la viera o le pediría explicaciones.

Al entrar, pasó corriendo por el salón y se encerró en su habitación. René se asustó y corrió tras ella, pero no le dio tiempo a verla, le cerró la puerta en las narices.

—¿Qué pasó Álex? ¿Por qué te encerrás?—tocó varias veces a la puerta, pero ella no respondía—Si no me decís que estás bien, voy a entrar y me importa un carajo si te molesta o no ¿Me escuchás?

—Estoy bien ¿Me puedes dejar en paz?—si no le contestaba, iba a verla en el lamentable estado en el que se encontraba.

René no insistió más. Sólo habían pasado unos minutos entre que bajó y subió, y estaba de buen humor… ¿Qué demonios le había pasado para volver así? El telefonillo sonó y vio que era el conserje de la finca.

—¿Qué querés?—descolgó malhumorado.

—¿Puedes bajar por favor? Ha pasado algo que creo, tienes que saber. Es sobre Álex.

—Voy—ni siquiera esperó al ascensor, bajó las escaleras de dos en dos, necesitaba saber qué le había pasado a la muchacha.

—Gracias por bajar. Al principio no sabía si debía decírtelo porque ella no quiso que te avisara antes…

—Dejá de darle vueltas y decime qué le pasó a Álex—la mirada oscura de René logró intimidar al pobre hombre.

—Mira esto—le invitó a pasar a su garita donde tenía las pantallas de las cámaras de vigilancia.

En las imágenes se podía ver a Álex saliendo del garaje y como otra persona fuera del plano, la empujaba contra la pared haciendo que la joven se golpeara en la cabeza. Segundos después vio como Cristina la zarandeaba haciéndole daño en el brazo. Ellas seguían discutiendo hasta que, finalmente la mujer abofeteó a la chica y el conserje salió a ayudarla.

—¡Hija de puta! ¡Juro que la voy a matar!—maldijo mientras hiperventilaba por la rabia que en ese momento recorría su cuerpo—Si la volvés a ver por acá, llámame a mí ¿Ok?

—Sin problema René. Esa mujer no se volverá a acercar a Álex mientras yo esté presente.

Cuando volvió a subir, se sentó en el sillón y se quedó mirando el pasillo sin saber qué podía hacer por ella si ni siquiera lo dejaba acercarse. Si había algo que no sabía manejar era la impotencia que sentía cuando Álex sufría y decidía dejarlo fuera de eso.

Y luego estaba lo de esa mujer ¿Por qué la odiaba? ¿Por qué disfrutaba tanto al hacerle daño? Ahí sí que podía hacer algo, tenía las pruebas suficientes para denunciarla por agresión a su hermana.

Decidió pedir ayuda a alguien con más paciencia que él o terminaría pateando la puerta de su habitación para poder entrar, y no quería que Álex se asustara aún más.

RENÉ—¿Podés decirle a Bea que necesito que vengan a la casa?

TONI—¿Ha pasado algo?

RENÉ—Sí, después les cuento. Vengan con alguna excusa a la hora de la cena.

TONI—Me ha dicho que sí ¿Álex está bien?

RENÉ—No lo sé, por eso les estoy pidiendo ayuda.

TONI—Iremos, no te preocupes.

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Sabía que antes o después René volvería a ir a preguntar y sencillamente ella se sentía tan avergonzada que no se atrevía a dar la cara ¿Cómo le iba a contar que su hermana le había pegado y ni siquiera se había defendido? Era una mujer adulta y estaba asustada como una niña pequeña oculta en su baño para que nadie pudiera verla.




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