La melodía de un alma #1 (2025)

CAPÍTULO 64

Las cosas siguieron frías entre ellos durante la siguiente semana. A René le recordaba a la Álex del principio de su matrimonio y eso lo tenía muy intranquilo. Él trataba de buscarla más, pero la joven siempre salía con alguna excusa para huir de su compañía. Poco a poco se estaba alejando de él y el chico necesitaba saber por qué.

Ese fin de semana, tenía que viajar porque jugaban un partido muy lejos de la ciudad y René ya había tomado la decisión de sentarse a hablar con Álex y confesárselo todo en cuanto volviera.

—¿Estás seguro? ¿Te ves preparado para afrontar cualquier cosa que ella te diga?

—Si Toni… Necesito hacerlo, no puedo seguir viviendo con esta incertidumbre y con esa actitud tan extraña de Álex. Si la cosa sale bien, que lo dudo, seré el más feliz. Pero si no, al menos dejaré de esconder lo que me pasa con ella. Es muy desgastante estar ocultando lo que sientes durante tanto tiempo teniéndola tan cerca ¿Entendés? Me siento como un pibito que no puede controlarse por el simple hecho de recibir un roce accidental de ella ¡Es vergonzoso por mi parte!

—¿¡Qué!? ¡Eso no me lo habías contado!—Toni se estaba riendo en su cara y no lo culpaba, era de risa—Ya me imagino como debes de estar conociéndote como te conozco…

—No sólo se trata de algo físico, es…todo. Necesito que esté conmigo siempre y el hecho de tenerla ahí al lado y no poder decirte todo lo que me hace sentir o simplemente no poder tocarla, me frustra…me mata.

—Pase lo que pase, estoy contigo ¿Vale?

—Lo sé amigo… Te agradezco un montón que me hayas guardado el secreto.

—No le he dicho nada a nadie, ni siquiera a Bea. Pero ella no es nada tonta y sospecha que algo pasa entre vosotros. De hecho, sospecha más de ti que de su amiga. El día que nos reconciliamos, me lo preguntó y me hice el loco. Pero conozco a mi novia, y sé que esa idea sigue rondándole la cabeza.

—Pues cuando sepa que tiene razón, se te va a armar amigo—le palmeó la pierna.

—Lo sé, pero sabrá perdonarme, estoy seguro—miró la hora—Es el turno de nuestro grupo de bajar a cenar—le recordó Toni—Estoy harto de tanta parafernalia, horarios, cuidados para hacer cualquier cosa…

—Ya, dejá de gruñir, parecés un viejito. Nos están esperando—los dos chicos salieron bien preparados de su habitación de hotel para cenar.

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Álex estaba recogiendo todo lo que había utilizado para su desayuno cuando llamaron a la puerta. No esperaba a nadie, así que se asomó a la mirilla y vio que era un repartidor con un sobre en la mano. Rápidamente, fue a buscar una mascarilla para abrir la puerta y atender al chico.

El muchacho le entregó un sobre y se marchó enseguida. A pesar de que venía a nombre de René, lo abrió por si se trataba de algo importante. Cuando lo hizo y comenzó a leer, supo perfectamente lo que era. Una copia de la sentencia de divorcio, legalmente ya estaban divorciados. Álex tomó aquello como una señal, el destino le estaba gritando que todo había terminado entre ellos, tenía que irse de esa casa y dejarlo seguir con su vida.

Ese mismo día hizo sus maletas con el corazón encogido… Se iba y él no estaría allí para despedirse. René llegaría al día siguiente, y con los antecedentes que ya tenía, sabía que no lo iba a tomar nada bien.

Quizás era lo que Álex quería en el fondo, que él tuviera una buena excusa para no volver a buscarla ya que ella estaba siendo cobarde yéndose justo en ese momento.

Antes de irse, quiso dejarle algo que ya no le pertenecía y nunca pensó que le iba a doler tanto hacerlo. Cuando estuvo preparada abandonó la casa, esta vez sí, para siempre. Se subió a su coche dispuesta a volver a Coria, tratar de desintoxicar su cabeza y volver a ser la que era antes de que esos tontos pensamientos la invadieran.

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Después del partido, René seguía teniendo buenas sensaciones bajo los tres palos. Se dio cuenta que todo el miedo que había pasado se había reducido a cenizas después de dos partidos.

Esa noche se fue a dormir pronto, el vuelo que los llevaría de vuelta a Sevilla salía muy temprano. Estaba deseando volver para poder quitarse el mayor peso de encima que había sentido en su vida, para bien o para mal.

Una vez aterrizaron, Toni lo llevó hasta su casa, le deseó mucha suerte y le dijo que lo llamara pasase lo que pasase. René asintió y le chocó la mano a modo de despedida.

Cuando abrió la puerta, un escalofrío recorrió su cuerpo. Una extraña quietud reinaba en su hogar y no sabía por qué. Entró al salón y le pareció raro no encontrar a Álex por allí y era demasiado tarde como para que siguiera dormida ¿Habría enfermado de nuevo?

Iba directo a su habitación cuando algo que había sobre la mesa del comedor, llamó su atención deteniéndolo en seco. Abrió el sobre y comenzó a leer para ver de qué se trataba. René se quedó helado, era la sentencia de divorcio. Volcó el sobre encima de la mesa y de él cayó otro sobre más pequeño y algo rodó al suelo junto a sus pies.

Se agachó despacio y lo sostuvo entre sus dedos temblorosos, era la alianza que le había regalado a Álex el día que se casaron y que ella siempre había llevado puesta hasta ese momento. Y en el sobre de menor tamaño, se encontraba la tarjeta de crédito con su nombre que René sabía que nunca había utilizado.




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