La Melodía del Beta

Capítulo 39. Final.

Melody Hall:

A dónde me llevará?

¿A matarme?

¿En qué momento dejé que cubriera los ojos?

No sé, según dijo él, era una "gran" sorpresa, así que me vendo los ojos para llevarme a su auto.

—Tengo miedo —murmuró mientras Connor me dirige  a través de los pasillos —me voy a caer.

—¿Confías en mí? —cuestiona.

—No —respondo simplemente.

—Auch,  mi corazoncito —dice y golpea la pared con la mano, causando un pequeño ruido —¿Escuchaste ese ruido? Fue mi corazón rompiéndose —comenta fingiendo estar dolido.

Auch, eso tuvo que doler.

—Pues que duró tienes el corazón Connor —respondo divertida —¿Y a parte del corazón no tienes la mano rota también?

—Si cariño, pero déjame decirte que eres la dueña de este duro corazón —responde responde levantándome de la cintura para bajar la gradita y salir del edificio, mierda ¿Cómo se respira? ¿Por que diablos sus manos se sienten tan bien contra mí piel? —Y si, casi se me quebró la mano, por mostrarte como sonó mi corazón —comenta divertido.

¿Dueña de su corazón? Me gusta como suena.

Amó cuando cuando dice cosas así, aunque casi nunca se que responder.
Realmente amó su lado romántico y todas sus facetas.

—No me vas a secuestrar por segunda vez ¿no? —cuestionó desviando la atención —porque si es así avísame para gritar desde ahorita.

La carcajada de Connor no se hace esperar, endulzando mis oídos.

—Es para mi un gran placer informarle a la señorita que se encuentra a mí lado  que por motivos confidenciales me he visto en la agradable situación de raptarla encontra de su voluntad —dice con voz de película de época.

Sonrió, no se de donde saca tantas ocurrencias.

—Entonces mi estimado caballero, me temo que por motivos de seguridad me veré obligada a gritar —digo con un intento de reverencia, pues llevo los ojos vendados.

Connor suelta una carcajada y me ayuda a subir al auto.

—Estoy nerviosa —comento mordiéndome suavemente los labios.

—Yo también... —agrega y luego se calla.

—¿Y tú por qué? —cuestionó intrigada.

—Pues porque si —responde simplemente, hago una de desagrado ante su respuesta.

Con esa respuesta ha resolvió todas mis dudas.

¿Qué estará planeando Connor?

¿Si yo tuviera hijos con Connor estos serían hombres lobo o humanos? ¿Si fueran humanos debería preocuparme o alegrarme? ¿Se parecerían a Connor o a mí?

Sacudó la cabeza con fuerza, a duras penas y llevamos un mes como novios y pensando en bebés, supongo que cuando me aburro no encuentro que pensar.

Odio llevar los ojos vendados.

Tragó saliva con fuerza cuando siento su mano sobre mi pierna, tocando con suavidad mi piel y enviando un cosquilleo por todo mi cuerpo.

El resto del viaje, el cual no es muy largo lo pasamos en silencio, yo sin poder descifrar el porque con un simple toque Connor puede alterarme tanto.
O sea sólo me esta tocando la pierna.

—¿Qué pasó? ¿Llegamos? —pregunto cuando siento el auto detenerse.

Escucho la risa ronca de Connor y frunzo el ceño.

—Estaba negando y olvidaba que tienes los ojos vendados —dice divertido .

Justo en este momento quisiera poder rodar los ojos.

Doy un brinquito en el asiento cuando coloca un brazo debajo de mis rodillas y el otro en mi espalda y me alza pegándome a su pecho, por instinto rodeo su cuello con mis brazos.

—¿Qué haces? —inquiero sorprendida.

—Es para que no camines, porque el camino es de tierra y podrías caer y lastimarte —responde apretando suaves mi mejilla.

Connor huele muy bien, su olor es tan agradable y cautivador que me hace querer quedarme así.

Intento agudizar mi oído para saber dónde estamos, pero solo se escuchan ruido de aves, aunque por lo que dijo supongo que estamos en un bosque.

Ya veremos luego, donde estamos.

Bien podría ir a matarme y yo aquí tranquila oliéndolo.

Pero moriría relajada ¿no?

Me recuesto sobre su pecho, disfrutando de su cercanía y me dejó llevar.

—Estamos por llegar —avisa luego de un rato, caminando como que si no pesará nada; camina unos minutos más hasta que se detiene. —Llegamos —avisa feliz bajandome — siéntate aquí y dentro de unos minutos estará todo listo.

Me ayuda a sentarme con la espalda pegada a lo que supongo, es un árbol.

—¿Vas a tardar mucho? —pregunto ya con los nervios de punta.

—No. ¿Estas aburrida? Voy a poner música para mientras terminó —comenta colocando su teléfono a mi lado mientras canciones se reproducen, antes de alejarse en un fugaz movimiento me toma de la barbilla y deposita un pequeño beso sobre mis labios.

—Connor —reprochó cuando él se aleja.

—¿Si cariño? —dice saboreando la última palabra.

—¿Me das otro beso? —pregunto con una sonrisa inocente, puedo jurar que en este momento esta sonriendo.

—Claro, lo que la señorita pida —dice con tono divertido, mi respiración se agita, yo sé que yo le pedí el beso, y también se que no es nuestro primer beso, pero la emoción sigue siendo la misma.

Connor se posiciona frente a mí y acaricia con delicadeza mi mejilla antes de chocar sus labios con los míos de forma suave, cierro los ojos dejándome llevar por las maravillosas sensaciones que Connor provoca en mí.
Jadeo cuando me toma de la cintura acercándome más a su cuerpo cómo si temiera que me fuera.
Nos separamos en busca de aire, él coloca su frente contra la mía respirando de forma irregular.

Ambos nos quedamos en silencio un momento, intentando calmar nuestros erráticos corazones.

Allí  me doy cuenta que las canciones no han parado de reproducirse, aunque yo ni cuenta me di.

—Debes seguir en lo que sea que estás haciendo —habló aclarándome la garganta.

—Quiero permanecer así por el resto de mi vida —dice dejando un beso sobre la  punta de mi nariz —pero necesito hacerte una pregunta importante.

¿Me va a pedir matrimonio?




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