No tardamos en tomar un vuelo privado e ir hacia donde estaba mi hijo internado. En todo el camino hablamos solo lo necesario y fue para responder las preguntas del médico que nos acompañaba.
En el vuelo también venía su mejor amigo Mateo; solamente espero que esto no traiga problemas con Daniela, y tampoco permitiré que le haga daño de nuevo a mi amiga.
Lo primero que hicimos al llegar fue ir directo al hospital. De inmediato el médico que acompañaba a Leandro no tardó en ponerse al tanto sobre el estado de salud de mi hijo.
Yo únicamente me senté al lado de mi hijo y tomaba su mano mientras lo miraba inconsciente con lágrimas en mis ojos. Cerré los ojos por un momento y vino la imagen a mi mente hace unos minutos al recordar como Leandro se acerca a mi hijo y empezó a llorar mientras acariciaba su rostro, después de eso su mirada de odio hacia mí se hacía evidente y después de eso no volvió a dirigirme la palabra. Mientras tanto yo esperaba que los médicos empezaran el tratamiento para que mi hijo pudiera recuperarse lo más pronto posible.
—Ya está, todo listo para el traslado de Alejandro— Dejo de divagar al escuchar el médico de Leandro, acaso acaba de mencionar ¿Trasladar?
—Disculpe, dijo usted ¿Trasladar? — Pregunto levantándome de mi asiento para encarar al doctor.
—Sí señorita Watson, vamos a trasladar a Alejandro a San Francisco—
—¡Que! ¡Yo no he autorizado ningún traslado, mi hijo bien puede recibir el tratamiento en este hospital! — Digo un poco alterada y es cuando veo a Leandro con su rostro contraído.
—Fui yo quien autorizó el traslado de mi hijo a una clínica privada donde podrá tener un mejor tratamiento— Retrocedo y siento como me arrincona haciéndome estrellar con la camilla de mi hijo — De ahora en adelante yo me haré cargo de mi hijo—Siento como su aliento golpeó mi rostro y como la vena resalta su frente.
—Ese no fue el trato— Digo con esfuerzo que mi voz no tiembla.
—Tú y yo no hicimos ningún trato — Murmura apretando sus dientes — Si tú deseas, te vienes conmigo, si no, me importa una mierda si te quedas—
—Mi hijo no se irá a ningún lado sin mí, soy su madre—
—Y yo su padre—
—Yo tengo la custodia y no puedes hacer nada sin mi permiso—
—Vamos a ver si sigues teniendo su custodia. No sé tú, pero un juez no demorará en dármela a mí, ya que tú no has sido una buena madre—
—¡A ti no te consta que he sido mala madre! — Digo alzando la voz mientras las lágrimas descienden en mi rostro.
—Mi hijo en este momento está postrado en una cama conectado a varios cables, déjame decirte que tampoco eres una buena madre— Siento como si me hubiera golpeado mi rostro.
—No soy la culpable de que mi hijo haya enfermado— Le expreso tratando de controlar mi llanto.
—¿Entonces de quién? ¿Acaso mía? ¡Porque tan solo unas horas apenas me doy cuenta de que tengo un hijo y lo peor es que está postrado a una cama! —
—Eres...— No soy capaz de responderle. Solamente lo empujo y salgo corriendo de la habitación hasta llegar a las escaleras de emergencia y bajo hasta que mi cuerpo no resiste más y caigo de rodillas y empiezo a llorar con todas mis fuerzas.
Quien se cree él en juzgarme. Mi hijo nació prematuro y tuvo que pasar un tiempo en una incubadora. Después de eso todo fue complicado con su salud, ya que un bebé prematuro tiende a tener problemas de salud por no tener buenas defensas y tienen de tener un cuidado especial que otros bebés que nacen normal.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que siento que alguien se sienta en las escaleras a mis espaldas. No digo nada porque sé quién es, ya que su aroma se hace presente.
—Discúlpame no debí decir eso— Susurra mientras yo me quedo inmóvil en el mismo lugar — El médico que está atendiendo a mi hijo me paso el historial médico y me comentó que mi hijo nació... — Hace una pausa —Si tan solo me hubieras manifestado que estabas embarazada, no hubieras tenido que pasar por todo esto — Ambos nos sumergimos en un silencio, solo se escucha nuestras respiraciones hasta que escuchó un sollozo —Sabes... Sabes que jamás los hubiera abandonado...— Lo escuchó llorar y mi corazón se oprime —Sé que también soy culpable... Perdóname...— Miro sobre mi hombro y lo veo llorar con más fuerza, como si fuera un niño pequeño que se ahoga en el llanto.
—Ambos cometimos errores y lamentablemente nuestro hijo está pagando por ello— Limpio mis lágrimas y me levanto para sentarme a su lado y Leandro tiene las manos en su rostro. Tomo su cabeza y lo pongo en mi regazo y Leandro lloró con más fuerza sin importar si alguien nos escuche o no, ambos lloramos hasta descargar todo lo que tenemos por dentro.
Leandro y yo nos quedamos unos minutos más en las escaleras hasta que ambos nos tranquilizamos y hablamos de que la mejor manera para solucionar todo, es que ambos nos llevamos bien y no nos dejemos llevar por el pasado. Ahora lo que importaba es el presente y el futuro de nuestro hijo. Así que sin negarme más decidí que lo mejor era trasladar a nuestro hijo hacia California.
Cuando íbamos llegando al pasillo donde está nuestro hijo, empezamos a escuchar un escándalo y ambos corrimos deprisa hasta que dimos con Mateo y Daniela. Ambos estaban agarrados por enfermeras y equipo de seguridad que trataba de sacarlos del piso. Al acercarme para ayudar a controlarlos, pude ver mejor que Mateo le sangraba la nariz y tenía su camisa rota. De inmediato supimos quien le había hecho eso.
—¡Se pueden calmar! — Digo poniéndome en el medio de ellos dos.
—¡Esta mujer está loca! — Grita Mateo —¡Mira cómo me ha vuelto! —
—Señores desalojen el hospital por favor— Dice uno de los de seguridad.
—¡Yo tengo derecho de estar aquí! — Grita mi amiga — ¡El que deberían sacar es a este miserable! —
—Daniela, Cálmate por favor—
—¡Quieres que me calme! — Me mira con rabia — ¡Sabes muy bien lo que me hizo este animal!— Hace una pausa— Por su culpa...—Se detiene y cierra los ojos por un momento y yo me acerco para poder abrazarla y es un poco incómodo hacerlo, ya que la tienen sujeta de las manos. Le hago una señal a los enfermeros y ellos miran al médico de mi hijo, este asiente y cuando la suelta mi amiga termina derrumbándose en mis brazos.