Decir que estaba con los nervios al máximo, era poco. No solo por el traslado de mi hijo hacia una nueva clínica, también estaba la situación de tener a mi lado a Leandro que me ponía cada vez más incómoda con ganas de desaparecer en ese momento.
Me sorprendí mucho al llegar a la nueva clínica donde mi hijo fue trasladado. Jamás había visto tanta elegancia y ver a mi hijo rodeado de varios médicos y enfermeras estando pendiente de su estado me dio un poco de tranquilidad; pero al voltear mi rostro y ver la imagen de Leandro mirando a mi hijo con amor y tristeza, hizo que la culpa llegara a mí.
Sé que no debí ocultarle a mi hijo, también sé que esto es una especie de Karma por así decirlo o que todo en la vida se paga. Si Leandro hubiera sabido desde el principio de mi embarazo, no hubiera tenido un embarazo difícil y mi hijo habría nacido con buena salud.
Pero ahora estas son las consecuencias de mi mala cabeza, solo espero que mi hijo se recupere por completo y la sorpresa que se va a llevar al saber que su artista favorito no es más que su padre. También espero que mi hijo no me vaya a odiar por ocultarle todos estos años la identidad de su progenitor.
―Señorita Watson, ya su hijo queda estable en la UCI, lo mantendremos en observación acá, mientras se estabiliza por completo y sus defensas suban un poco y empezar el tratamiento― Informa unos de los médicos que está viendo a mi hijo.
―Doctor ¿Entonces no me podré quedar con él?―
―Lo siento mucho, señorita Watson, pero mientras él no esté en una habitación asignada usted no podrá quedarse con acá―
―Lo entiendo― Susurro con tristeza.
―Pero no se preocupe que su hijo estará en buenas manos― Trato de sonreír asintiendo, el médico hace lo mismo y nos deja a solas con mi hijo y Leandro.
―Ya mandé a organizar una habitación en mi departamento donde puedas descansar un poco― Leandro me informa a mis espaldas ―No te preocupes, nuestro hijo está en la mejor clínica y estará con los mejores cuidados ― Susurra sintiéndolo más cerca de mi cuello ―Ven, vamos a descansar que ya la hora de la visita se acabó, pero te prometo que mañana a primera hora podemos venir a verlo―
―Yo puedo quedarme donde unos amigos…― Susurro, pero soy interrumpida por Leandro.
―Es mejor que permanezcamos juntos Baby― Cierro los ojos al escucharlo llamarme de esa manera, hacía mucho tiempo que no escuchaba ese apodo y me hace sentir un dolor en mi pecho.
―No vuelvas a llamarme así, por favor― Susurro con esfuerzo y evitando llorar, ya que las palabras cuestan salir de mi boca.
―Lo siento― Lo escucho suspirar y siento la brisa en mi cuello cuando lo hace ―Pero es mejor que estemos ambos juntos por si pasa algo… Por si nuestro hijo despierta o el médico necesita consultar algo―Me relajo un poco cuando siento su cuerpo alejarse del mío y es cuando me doy cuenta de que estaba reteniendo mi respiración.
―Está bien― Volteo a mirarlo ―Pero cuando mi hijo sea trasladado a una habitación me vendré a quedar con él― Encoge sus hombros y sale del cubículo donde está mi hijo.
Me acerco a mi hijo y beso su frente mientras lo acaricio un poco en su rostro. Me despido de la enfermera que está a su lado y sigo caminando hasta salir de la UCI. Observo que Leandro me hace señas para que me acerque y ambos nos despedimos del doctor y caminamos hacia el ascensor.
Miles de pensamientos invaden mi mente, pero no quiero ponerme a darles trascendencia a ellos, ya que me volverán loca. Mientras salimos de la clínica no puedo pasar desapercibido la forma que las enfermeras y mujeres que pasan por nuestro lado se quedan embobadas viendo a Leandro. Muchas se ponen nerviosas y más de una empieza a coquetearle en mi presencia.
Ruedo mis ojos, solo espero que esto no tarde y pronto pueda estar al lado de mi hijo.
Cuando entro a la casa de Leandro, siento mi mandíbula desencajada. Jamás en mi vida pensé encontrar un lugar tan grande y tan hermoso.
Leandro empieza a explicarme cada parte de la casa, tiene una cocina inmensa, varias habitaciones, una alberca en el exterior y otra en el interior de la casa. Consta de su propia sala de cine, cuarto de juegos y estudio de grabación, y lo que me dejó sorprendida es que su jardín adornaba hermosas flores, mis preferidas.
―Espero que te sientas cómoda― Dice con voz ronca Leandro al entrar ambos a la que va a ser mi habitación― Si necesitas algo no dudes en llamarme ― Yo me encuentro pasmada observando mi cuarto que es más grande que el piso en el que vivo ―Ese es el baño, tiene una gran tina para que te puedas dar un baño y relajante como a ti te gusta ― Dice señalando una puerta cerrada, mi corazón se acelera y he dejado de respirar cuando siento su aliento en mi cuello ― Me alegra que estés en casa ― Susurra en mi oído con voz ronca poniendo sus manos en mis hombros.
Su contacto hace que mi cuerpo me traicione y empiece a temblar, para que él no sienta que su toque me afecta camino unos pasos y volteo a verlo de reojo dándole una sonrisa fingida y empiezo a caminar hasta donde está la cama sentándome en ella y lo observo.
―Gracias ― Susurro mirándolo ―Pero no pienso quedarme mucho tiempo, solo hasta que…― Leandro me interrumpió alzando su mano.
―Lo sé― Su mirada es de desilusión, lo sé porque a pesar de los años que han pasado nadie lo conoce más que yo ― Descansa, te avisaré cuando la cena esté lista ― Dice con tristeza saliendo de la habitación dejándome con un nudo en mi estómago.
Me di un delicioso baño en esa espectacular tina por más de una hora hasta que mi cuerpo estaba completamente arrugado. No salí de ella. Con solamente tocar esa cama quede completamente dormida, no sé si es por el cansancio de estos meses que hemos estado en el hospital, o el simple hecho que esta cama era lo más cómoda que he estado en una, dormí varias horas y pude descansar sin pensar en mis problemas económicos, en mi trabajo o en mi hijo, ya que sabía que él estaba bien, solo sé que pude dormir tan tranquila y en paz que hasta me sentía que estaba en casa; pero al despertar la realidad era otra y mi cabeza empezaba a hacerme recordar donde estaba y donde me tenía que ubicar haciéndome sentir desilusionada. Esto era solamente pasajero.