Ha transcurrido una semana desde que mi hijo fue internado en la clínica. Mi pequeño aún sigue inconsciente, ya que los médicos están esperando que el antibiótico empiece a dar efecto y como es muy fuerte es mejor mantenerlo sedado hasta que su cuerpo se acostumbre y así mi hijo no sufra mucho cuando esté consciente.
Mientras tanto mi hijo aún seguía en la UCI, yo no he podido trasladar me a dormir en la clínica, aún estoy en casa de Leandro, pero ambos tratamos de permanecer lo más lejos posible el uno del otro.
Leandro visita a mi hijo en la mañana, mientras yo voy a estar con él en la tarde, ya en la noche manda un chófer por mí y cuando llego a casa, su ama de llaves se encarga de darme la cena y después me encierro en mi habitación hasta el otro día y no salgo hasta que el haya salido de casa y de esta manera no darnos la cara.
Es difícil esta situación, ambos estamos rotos y es mejor darnos tiempo para curar nuestras heridas. Aunque no volveremos a estar juntos, debemos tener una buena relación de amistad por nuestro hijo, ya que a partir de ahora tendremos que vernos la cara por mucho tiempo.
Al otro día de mi hijo haber ingresado, conocí a los compañeros de Leandro. Sus compañeros de gira, el grupo de músicos de Leandro, su mánager que no es para nada el mismo que conocí cuando se lanzó de músico, y algunos empleados. Todos de alguna manera han estado pendientes de mi hijo y la mayoría me caía súper bien, en especial sus músicos que son buenas personas.
Al principio me sentí muy nerviosa, ya que pensé que me iban a cuestionar por haberle ocultado a mi hijo a Leandro, pero la verdad es que todos me han tratado con tanta familiaridad como si fuera parte de ellos que me hizo sentir a gusto, en especial Alex y Antoni que son los más locos; el primero es el baterista de la banda y el segundo es el que toca el bajo. Con Raúl fue un poco diferente, es quien toca el órgano y es el más serio del grupo, aunque no hablaba mucho sabía que no estaba muy contento con mi presencia, ya que con su mirada la sentía en todo momento sobre mi cuerpo como si analizara todo movimiento o palabra que salía de mi boca haciéndome sentir incómoda.
El que no había vuelto a ver fue a Mateo, por alguna razón di gracias a Dios por ello, ya que su presencia me hacía sentir incómoda. Después del tercer día de nosotros haber llegado tuvimos una pequeña discusión, ya que él no dejaba de decir que mi amiga estaba loca y que ella no supera su separación y por eso lo odiaba. Ese día exploté y le grité que se fuera de la clínica y se mantuviera alejado de nosotros y desde entonces no lo volví a ver.
Hoy he recibido una noticia que me ha alegrado por completo, mi hijo lo despertará mañana y por fin podrá ver sus ojitos y sentir sus abrazos.
No veo la hora de llegar a casa y contarle a Leandro que nuestro hijo despertara, últimamente ha actuado muy extraño y se la pasa encerrado en una de las habitaciones de su casa, por lo que me comentó Rosalba el ama de llaves.
Cuando llego a casa, me llevo la sorpresa que algunos de los chicos están en casa, al parecer tienen una reunión, ya que andan bebiendo cerveza y están reunidos en la sala mientras se burlan uno del otro.
Como siempre Raúl me mira de arriba abajo y solo saluda levantando la cabeza, mientras Alex viene a mi encuentro y me abraza y empieza a dar vueltas conmigo haciéndome reír, Antoni se acerca y besa mi frente.
Empiezo a buscar con la mirada a Leandro, pero no lo encuentro en la sala con los chicos, en eso escucho unas risas y volteo mi mirada y veo que Leandro viene con Lucia riendo y ambos llevan una cerveza en su mano. Una pulsada siento al contemplarlos juntos y tan cerca riendo, me afecta enorme y trato de no mostrar mis celos y al parecer Alex se da cuenta de mi incomodidad porque me abraza por la cintura apretándome más hacia su cuerpo.
Cuando Leandro nos observa abrazados de inmediato su cara cambia, sé que no me ha gustado verme al lado de su amigo y mucho menos de cómo él me tiene cogida. Por un momento ambos nos miramos, me siento un poco incómoda con esta situación así que me suelto del agarre de Alex y me acerco donde está Leandro y pedirle que hablemos en privado y poder contarle la buena noticia, pero cuando me acerco él no me da tiempo y toma mi mano con un poco de brusquedad y empieza a subir las escaleras conmigo.
Siento que la presión que ejerce en mi mano es un poco fuerte y tosca, así que me quejo y él solo me mira por encima de su hombro y suaviza su agarre, pero no me suelta. Me arrastra por el pasillo hasta llegar a una puerta.
―Necesito decirte algo― Con mi corazón agitado al igual que mi respiración trato de hablar, pero él me lo impide.
―Ahora no, quiero mostrarte algo― Su rostro luce molesto, abro la boca para decir algo, pero él ha abierto la puerta dejándome con la boca más abierta.
―Esto… Es… ― Entro a la habitación y me quedo pasmada al ver cada detalle en ella.
―He trabajado toda la semana en esta habitación ―Dice a mis espaldas mientras yo me acerco a las paredes y paso mi mano por la pintura ―Quería hacerlo personalmente, quería trabajarla con mis propias manos cada detalle en ella y así lo hice― Volteo a observarlo y su cara ha cambiado, ahora luce una hermosa sonrisa ―Tomé nota mental al escucharte decir que le gustaba a mi hijo, sus personajes y todo relacionado a él― Me mira con orgullo ―Tiene mis mismos gustos, así que me fue más fácil en saber cómo le gustaría el que se viera su habitación―
Una lágrima resbala por mi mejilla mientras sigo caminando por la hermosa habitación de mi hijo. Sus paredes están decoradas con bosques y tiene dinosaurios pintados en ella. Mi hijo ama los dinosaurios, siempre ha querido dormir en un bosque y sentirse como un dinosaurio. En un rincón hay diversos peluches y juguetes de dinosaurios, tiene una enorme repisa llena de libros y una mesa a un lado para que él pueda dibujar y pintar.