La Memoria Vacía

CAPÍTULO 3

Sierra de La Vihuela

Como todos los lunes, como siempre, la mujer de bata blanca le aprieta la goma en el brazo. Al poco nota como el líquido caliente comienza a penetrar y a calentar todo su cuerpo. De golpe se encuentra tumbada en una cueva de rocas, comienza a inclinarse y cae deprisa como en un tobogán. El estómago se le encoge, y el vómito le sube por la garganta hasta la boca. Va serpenteando, ahora a la derecha, ahora a la izquierda. Las luces cambian, deprisa, por los pequeños agujeros en la roca que deja entrar la luz. La escena es en blanco y negro, cada vez va más deprisa. Ella no puede chillar, no hay dónde agarrarse, de pronto se queda a oscuras, ya no ve nada. Siente el roce del suelo rocoso en sus nalgas, va a caer, esto no parará. Se lamenta. Se hace la luz y, de repente, se encuentra en un acantilado, andando por el filo de un camino de piedra, siente vértigo, ganas de vomitar. Nota como puede tocar, con las puntas de los dedos, el mar de nubes, casi siente el tacto de la humedad que desprende. Su miedo se convierte en una sensación de vacío, nota como la cara se le hiela, no ve el fondo, todo es oscuridad, espera el instante en el que el cuerpo impacte con el suelo, si es que lo hay. Ella está a punto de vomitar, ya no puede parar. Va a tocar el fondo. En ese momento su cuerpo da un pequeño brinco, se gira hacia un lado del sillón, justo en el momento que el vómito sale precipitado de su boca. Todo su cuerpo está sudando, apenas puede respirar. Cae de lado con un brazo colgando. Carol respiraba muy rápido, con la mano cerrada con fuerza sobre su pecho. La mujer se inclina, posa los dos dedos sobre la carótida del cuello, aprieta fuerte, para comprobar si hay latidos. Sin poder controlarse le pasa la otra mano por la mejilla. Sonríe al recordar el día que la trajeron en aquella furgoneta. La mujer es robusta, enfermera en otro tiempo, se encargó de cuidar a Carol, las veinticuatro horas del día. Al principio encontró el trabajo agotador y estresante, pero a medida que pasaban los días, comenzó a sentir una conexión especial con Carol. Desde entonces, ha sido ella la que siempre le ha administrado su dosis de heroína. De repente, Carol suelta un respiro, poderoso, quiere que pare. Abre los ojos y aprieta el mango con fuerza. La mujer no se percata, está embelesada, la mano de Carol sangra un poco, por el borde afilado del cuchillo, aun así no lo suelta, lo clava, con todas sus fuerzas, en el cuello de la mujer, mientras murmura con los dientes apretados “hijadeputa, muérete”. Un chorro de sangre saca a la enfermera de sus pensamientos, sus ojos se nublan por la confusión. Aprieta su mano sobre el cuello mientras jadea, el resto, de lo poco que le queda de vida, se esfuma en un suspiro, cayendo sobre ella. Carol comprueba que no se mueve y, de un empujón, se la quita de encima. De pie y sin ningún plan para ese momento, recorre la casa de arriba abajo, cerrando los ojos de vez en cuando, dejando pasar el tiempo. Pronto vendrán y la harán volver a su habitación, donde otro hijodeputa le esperará para lo de siempre. 



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En el texto hay: suspense, psicologia, intriga.

Editado: 01.06.2023

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