La oficina de Martín Ortega estaba sumida en la quietud de la tarde, con solo el murmullo lejano del tráfico como compañía. La luz que entraba por la ventana era suave, teñida por el polvo que flotaba en el aire. Martín no parecía inmutarse. Había algo en su presencia, una calma casi inquietante que rodeaba cada uno de sus movimientos, como si todo estuviera bajo su control. Se sentó frente a su escritorio, mirando el expediente de un caso cerrado, sin prisa, mientras el sol comenzaba a ponerse.
A su lado, Matías Cortés, su joven compañero, hojeaba el expediente con inquietud. En sus ojos, la ansiedad se mezclaba con la admiración. Era la primera vez que trabajaba con Martín en un caso importante, y el peso de esa oportunidad lo hacía sentirse tanto emocionado como inseguro.
"¿Crees que podamos resolverlo rápido?" preguntó Matías, con la esperanza de sonar confiado.
Martín no levantó la vista del expediente. Su voz, siempre serena, respondió con la misma calma que lo caracterizaba: "Los casos sencillos siempre son los más complicados, Matías. Nunca te fíes de lo que parece obvio."
Matías asintió, aunque no estaba completamente convencido. Observó a su mentor, que parecía no tener dudas de nada. Martín era todo lo que él aspiraba a ser: frío, calculador, imparable. Pero, a medida que lo miraba, algo en su comportamiento lo desconcertaba. La falta de emoción, la frialdad que irradiaba incluso en situaciones que normalmente generarían tensión... Todo eso hacía que algo se moviera inquieto en su interior.
De repente, la puerta se abrió y una figura apareció en el umbral: Carolina Rodríguez. Era una mujer de unos treinta y tantos, de mirada calculadora y porte elegante, pero algo en su presencia no transmitía confianza. Aunque su gesto era amigable, había algo en su actitud que dejaba entrever una distancia fría, como si siempre estuviera evaluando a quienes la rodeaban.
"Detective Ortega, Matías," dijo, su voz suave pero firme. "Creo que les tengo algo que les puede interesar."
Matías la observó mientras se acercaba, notando el modo en que sus ojos barrían la oficina, como si estuviera analizando cada rincón, cada detalle. Había algo en Carolina que parecía un enigma.
"¿De qué se trata?" preguntó Martín, sin dejar de mirar sus papeles.
Carolina dejó caer una carpeta sobre la mesa. "He encontrado algunas pruebas que podrían cambiar todo lo que sabíamos del caso." Con un movimiento rápido, abrió la carpeta y mostró las fotografías de una escena del crimen que parecía ser más de lo que el informe inicial había indicado. La víctima, un hombre de mediana edad, yacía en el suelo de un apartamento aparentemente ordenado, con una precisión inquietante. No había señales de lucha, solo una extraña quietud en la habitación.
"¿A qué te refieres con 'cambiar todo'?" preguntó Matías, algo intrigado.
"Hay detalles que no cuadran," explicó Carolina, su voz tomando un tono más grave. "La víctima no era quien decían. Su vida estaba muy lejos de ser tan simple como todos pensaban. Y he encontrado conexiones que no me cuadran con lo que la policía ha informado."
El joven detective se inclinó sobre la mesa para observar las fotografías, pero algo en las palabras de Carolina lo dejó intranquilo. Las piezas no encajaban de manera tan perfecta como ella pretendía hacerle creer. La mujer hablaba con seguridad, pero algo en su tono parecía esconder más de lo que mostraba.
"¿Qué tipo de conexiones?" preguntó Matías, sin poder evitar la duda en su voz.
Carolina lo miró por un momento, como si evaluara si debía responder a la pregunta. Finalmente, se limitó a decir: "Eso es algo que preferiría discutir en otro momento, pero el asunto es más grande de lo que parece."
Martín, que había estado observando todo en silencio, finalmente levantó la vista. Sus ojos se encontraron con los de Carolina por un segundo, y la calma de su expresión nunca se rompió.
"Veremos qué podemos encontrar. Gracias por la información," dijo Martín con voz tranquila, pero su tono no dejaba espacio para más explicaciones.
Carolina asintió, una ligera sonrisa curvando sus labios. "Nos vemos entonces."
Mientras se retiraba, Matías no pudo evitar seguirla con la mirada. Algo en su actitud no le terminaba de convencer, y esa sensación de duda comenzó a calar en su interior. Miró a Martín, quien ya estaba analizando las pruebas con total concentración, como si nada hubiera alterado su calma.
"¿Crees que está ocultando algo?" preguntó Matías, sin poder callarse más.
Martín lo miró brevemente, su rostro impasible. "En este trabajo, todos tienen algo que ocultar, Matías. Pero ese no es nuestro problema ahora."
Matías asintió, pero no pudo dejar de sentir que, en algún lugar de la sombra que rodeaba a su mentor, se ocultaba una verdad mucho más oscura que el caso en el que ahora se encontraban. La duda crecía, pero la sensación de que Martín siempre tenía las respuestas lo mantenía en silencio.
Editado: 02.05.2025