Los días siguientes transcurrieron con la misma rutina para Martín Ortega: revisar papeles, recibir informes y analizar cada detalle con una precisión escalofriante. Pero para Matías Cortés, el caso del asesinato no dejaba de ocupar su mente. No podía quitarse la sensación de que algo se les escapaba, algo que no estaba bien, que no encajaba. Y la figura de Carolina Rodríguez se había convertido en una pieza clave de ese rompecabezas.
A pesar de la frialdad de su mentor, Matías confiaba en él. Pero a medida que avanzaba en la investigación, se dio cuenta de que las piezas del rompecabezas no cabían como deberían, y algo no le cuadraba en las explicaciones de Martín. Carolina, por ejemplo, seguía apareciendo en lugares que no debía, siempre dando pequeñas pistas que a veces parecían útiles, pero otras veces eran solo fragmentos desconcertantes.
Esa mañana, después de una larga noche revisando detalles, Matías decidió hacer algo que nunca antes se había atrevido a hacer: ir tras la verdad por su cuenta, sin la aprobación de Martín.
Sabía que su compañero tenía sus propios métodos, sus propios secretos, pero también sabía que él solo confiaría en su juicio si podía demostrar que la verdad estaba más allá de lo que se veía a simple vista. Si quería comprender el alcance de todo lo que estaba pasando, tendría que ir más allá de los informes y las declaraciones oficiales.
A primera hora, Matías se dirigió a las oficinas de la morgue para hablar con el forense que había trabajado en el caso. Nadie había mencionado al forense en los informes, lo cual le pareció extraño. Quizás allí, en ese rincón olvidado, encontraría la respuesta que buscaba.
El lugar estaba oscuro y frío, con ese aire típico de los edificios públicos olvidados por el tiempo. Matías se acercó a la recepción y pidió hablar con el doctor Javier Peña, el forense encargado del caso. Después de unos minutos de espera, lo condujeron a una pequeña oficina.
El doctor Peña era un hombre mayor, con una expresión agotada y ojos que parecían haber visto demasiadas cosas. Su actitud era distante, pero no tardó en abrirse cuando Matías mencionó el nombre del caso.
"Lo que tengo que decirte, joven, no lo sabías de mí," dijo el forense, mirando a su alrededor como si temiera ser escuchado. "Pero hay algo extraño en ese caso. La víctima... no murió como todos pensaron."
Matías se inclinó hacia adelante, con los ojos fijos en el hombre. "¿Qué quieres decir con eso?"
Peña hizo una pausa, asegurándose de que nadie más estuviera cerca. "Hubo signos de una intervención externa, no como si fuera un asesinato normal, sino... algo más elaborado. Alguien estuvo ahí antes de la muerte de la víctima, y hay marcas en su piel que no corresponden con lo que se informó."
Las palabras del forense provocaron un escalofrío en Matías. "¿Qué tipo de marcas?"
"Marcas que sugieren manipulación, como si lo hubieran preparado para algo," dijo Peña en voz baja. "Lo que te diré ahora, muchacho, es que este no fue un simple caso de homicidio. Hay algo más detrás de todo esto."
Matías sentía que el terreno bajo sus pies se desmoronaba, pero aún no comprendía la magnitud de lo que acababa de escuchar. ¿Cómo podía todo haber sido tan perfectamente encubierto? ¿Y quién estaba detrás de todo esto?
Gracias a su conversación con Peña, Matías descubrió que la víctima había estado involucrada en actividades fuera de lo común, algo que ni siquiera el mismo Martín había mencionado. Nadie en la comisaría sabía realmente qué estaba pasando con el caso, y los informes parecían estar siendo manipulados para proteger algo, o alguien.
Con esa información crucial en manos, Matías regresó al departamento, donde encontró a Martín mirando los papeles, como siempre, con una concentración casi insoportable. Sin embargo, el ambiente en la oficina era diferente ahora. Había una tensión en el aire, un silencio pesado que no se había sentido antes.
"¿Encontraste algo interesante?" preguntó Martín sin levantar la mirada, su voz neutral.
Matías lo miró de reojo, decidido a no esconder lo que había descubierto. "Sí, algo que no me gusta nada. El forense encontró marcas en el cuerpo de la víctima que no tienen sentido. La muerte no fue tan sencilla como dijeron. Algo estuvo ocurriendo antes de su asesinato."
Martín levantó la vista, y por primera vez, Matías vio una pequeña chispa de interés en sus ojos. "¿Qué tipo de marcas?"
"Manipulación, como si lo hubieran preparado para algo," explicó Matías, sin poder ocultar el nerviosismo en su voz. "¿Sabías de esto?"
Martín no respondió de inmediato. En lugar de eso, se levantó y comenzó a revisar nuevamente los documentos, como si nada hubiera pasado. "La información es importante, Matías. Pero, como te dije antes, hay cosas que no es necesario saber."
Matías lo miró con incredulidad. ¿Cómo podía Martín mantener su calma ante algo tan perturbador? Había algo más en su mentor, algo que él no lograba entender.
"Martín," dijo, ahora con la voz firme. "Algo está pasando, y no me puedes ocultar más cosas. Ya no me siento cómodo con este caso."
Martín lo miró fijamente, sus ojos sin emoción alguna. "Haz lo que quieras, pero te advierto que a veces es mejor no saber demasiado. La verdad puede ser más peligrosa de lo que imaginas."
Matías sintió que un nudo se le formaba en el estómago. Estaba solo en esta investigación, y cada vez lo entendía más: no podía confiar en Martín como pensaba. Algo oscuro, algo peligroso, se cernía sobre ellos, y él estaba atrapado en el centro de todo eso.
Editado: 02.05.2025