La lluvia comenzó a caer esa noche, repentinamente, como si el cielo estuviera tratando de ocultar algo. Matías se encontraba sentado en su apartamento, rodeado de papeles, fotos y notas que no parecían encajar entre sí. El caso del asesinato de Carlos Mendoza lo estaba consumiendo, y las piezas del rompecabezas que tenía en la mano no coincidían con nada que hubiera visto antes. Las marcas en el cuerpo de la víctima, las declaraciones contradictorias de los testigos, y sobre todo, las actitudes sospechosas de Carolina Rodríguez, lo mantenían alerta.
Matías no podía dejar de pensar en la conversación con el forense, Javier Peña. Algo estaba siendo encubierto. Y no se trataba solo de la muerte de Mendoza, sino de algo mucho más grande. Algo que solo ahora comenzaba a entreverse en la penumbra de la investigación.
Martín había insistido en que el caso debía cerrarse pronto. Según él, la víctima había estado involucrada en actividades ilegales y eso había desencadenado su muerte. Pero Matías no podía aceptar esa explicación tan simple. Había algo en todo eso que no encajaba.
Esa noche, después de varias horas revisando los documentos, Matías decidió que necesitaba hablar con Carolina. Había notado que ella siempre se encontraba cerca de los lugares clave, y no podía seguir ignorando su presencia. Si ella estaba involucrada en algo, tenía que averiguarlo por sí mismo.
Decidió no hablar con Martín sobre su decisión. Sabía que si lo hacía, la confrontación sería inevitable, y no podía arriesgarse a que su mentor lo detuviera. Sin más, salió de su departamento y se dirigió al lugar donde Carolina había estado la última vez.
El bar estaba vacío, salvo por un par de clientes dispersos y el camarero de turno, que los observaba en silencio. Matías sabía que no podía confiar en la aparente amabilidad de Carolina, pero debía arriesgarse. Solo de esa manera descubriría la verdad. La vio al fondo, conversando con el dueño del local. Estaba sentada con elegancia, como si perteneciera a ese mundo.
Matías se acercó con paso firme, respirando profundamente, intentando calmar la tensión que se acumulaba en su pecho.
"Carolina," dijo, al llegar a su mesa. Ella levantó la vista y sonrió, pero no fue una sonrisa amistosa. Había algo de frialdad en ella que Matías no pudo ignorar.
"Matías," respondió con voz suave, pero con una mirada que no dejaba espacio para dudas. "No esperaba verte aquí."
"Necesito hablar contigo," dijo él, tomando asiento sin esperar una invitación. "Acerca del caso Mendoza."
Carolina lo observó durante un largo momento, como si estuviera evaluando sus intenciones. "No sé qué más necesitas saber. Ya hemos hablado de eso."
Matías la miró directamente a los ojos. "Sé que hay algo que no me estás diciendo. El forense encontró marcas en el cuerpo de Mendoza que no coinciden con la versión oficial. Quiero saber qué ocurrió realmente."
Carolina se inclinó hacia adelante, y su expresión se endureció. "Ya te dije que no puedes saber todo, Matías. Hay cosas que están fuera de tu alcance."
"¿Por qué? ¿Qué es lo que estás ocultando?" insistió él, sintiendo cómo la presión en su pecho aumentaba.
Carolina lo miró fijamente, y por un momento, Matías pudo ver una sombra de duda en sus ojos. Pero se desvaneció rápidamente, reemplazada por una sonrisa enigmática. "Porque hay algo más grande en juego aquí, algo que no te gustaría saber. No todo es tan blanco y negro como crees."
Matías sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en sus palabras que le hizo pensar que estaba más cerca de la verdad de lo que imaginaba, pero también sentía que ella lo estaba manipulando, jugando con su mente.
"¿Y qué hay de Martín? ¿Por qué me está ocultando tantas cosas?" preguntó, sin poder evitarlo. No sabía por qué, pero de alguna manera, sentía que la respuesta a esa pregunta era la clave.
Carolina lo observó durante unos segundos, como si sopesara si debía decirle algo más. Finalmente, sus labios se curvaron en una sonrisa aún más fría. "Martín es… diferente. Es mejor no meterse demasiado en su mundo. Te conviene no saber de él."
Esas palabras dejaron una sensación inquietante en el aire. Matías se levantó sin decir una palabra más, pero su mente daba vueltas con lo que acababa de escuchar. Martín… ¿diferente? ¿Qué quería decir Carolina con eso? ¿Qué estaba escondiendo?
Al salir del bar, Matías miró a su alrededor, como si esperara que alguien lo estuviera observando. La lluvia había aumentado, y las luces de la calle reflejaban en los charcos, creando una atmósfera sombría. Algo no estaba bien, y cada vez sentía que estaba más solo en esta investigación.
Volvió al departamento, donde encontró a Martín sentado en su escritorio, mirando los mismos papeles de antes. La quietud en la oficina era la misma, pero ahora había algo palpable en el aire, algo que hacía que Matías no pudiera dejar de sentirse incómodo.
"¿Todo bien?" preguntó Martín sin mirarlo, su tono tan distante como siempre.
Matías dudó por un momento, pero decidió no decirle nada. Sabía que no podía confiar completamente en él. Algo había cambiado, y no podía ignorarlo.
"No sé, Martín," dijo finalmente, con voz baja. "Pero creo que estamos siendo manipulados."
Editado: 10.05.2025