La mentira del justo

Capítulo 6

Matías no había dormido. Otra vez. El peso de los documentos, de las fotos y de las palabras de Laura le daba vueltas en la cabeza como un péndulo inquieto. En la mañana, fingió normalidad al llegar a la oficina, pero Martín lo notó más distante. Más frío.

—Te pedí un informe de cierre, no un nuevo camino de dudas —le dijo sin rodeos apenas lo vio.

Matías forzó una sonrisa.

—Todavía creo que hay cosas que no vimos. Detalles que pueden cambiar el enfoque.

—No necesitamos otro enfoque. Necesitamos cerrar. —Martín se levantó de su silla—. Cada vez que te alejás del plan, ponés en peligro esta unidad.

Fue una frase medida. Una amenaza apenas velada. Martín no solía hablar de "esta unidad". Solía hablar de "nuestro trabajo". Algo se estaba rompiendo.

Esa tarde, Matías tomó una decisión que venía postergando: volver a ver a Carolina.

La encontró en un parque, sentada con un café entre las manos. Iba vestida con ropa sencilla, sin maquillaje, como si intentara pasar desapercibida. Aun así, llamaba la atención. Había algo en su mirada que no se podía esconder.

—Pensé que no ibas a volver —dijo, sin sorpresa.

—Pensé que tu exagerabas —respondió él, y se sentó a su lado.

Carolina sonrió, pero fue una sonrisa triste.

—Y ahora querés saber cuánto más te ocultaron, ¿no?

Matías asintió. Ella sacó de su bolso un sobre grueso.

—Esto es de Carlos. Me lo dio semanas antes de morir, “por si me pasaba algo”. Yo no entendí por qué me lo dejaba a mí. No éramos cercanos. Pero ahora creo que sabía lo que se venía.

Dentro del sobre había más fotos. Correos impresos. Transcripciones de llamadas. Todo apuntaba a una red de encubrimientos en la que varios jueces y abogados estaban conectados. Y otra vez, el rostro de Martín aparecía, en reuniones privadas, en llamadas que ahora parecían ensayadas.

—¿Entiendes lo que implica esto? —preguntó ella.

—Sí. Y también sé que, si esto se confirma, no voy a poder proteger a nadie.

—No busques proteger —dijo Carolina, mirándolo con una intensidad que lo incomodó—. Buscá limpiar la sangre.

Se despidieron con un apretón de manos que pareció más un pacto. Matías se alejó con el sobre bajo el brazo. Algo se había sellado en ese momento. Ya no había retorno.

Esa noche, cuando volvió a su departamento, encontró su puerta abierta. Su computadora encendida. Y un solo archivo en pantalla, reproducido en bucle.

Un video.

Era una conversación entre Martín y un hombre que Matías no reconocía. Hablaban de “limpiar la escena”, de que “Mendoza había cruzado la línea”.

La frase final lo congeló:

“No me importa lo que piense el chico. Está aprendiendo a obedecer.”

Matías se sentó. El corazón le latía con violencia.

Ya no era una sospecha.

Era una verdad.

Y estaba solo con ella.



#482 en Thriller
#357 en Detective

En el texto hay: detective, thriller, engaños.

Editado: 02.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.