Matías no durmió.
Volvió a repasar el archivo de audio. Cada grito, cada golpe, cada segundo de estática. Intentaba encontrar algo, una pista, una dirección, un fondo reconocible. Pero era estéril. Quien lo envió sabía lo que hacía. Y lo hacía para quebrarlo.
A las ocho en punto, Laura lo llamó.
—¿Tuviste noticias?
—Nada. Busqué por todos lados. Es como si se la hubiera tragado la tierra.
—Quizás no fue él.
—¿Quién más, entonces?
Laura no respondió de inmediato. Luego dijo algo que lo incomodó:
—¿Y si esto es parte de algo mayor? Martín siempre va varios pasos por delante. Tal vez no quiere eliminarla. Tal vez la necesita.
Matías frunció el ceño. La idea lo incomodaba más que la amenaza misma. ¿Qué quería Martín de Carolina?
Decidió volver al archivo. Esta vez, no lo escuchó: lo miró. Lo abrió en un software que le había pasado Tomás Valenti. Analizó los niveles, las ondas. Y entonces notó algo. Un patrón apenas visible entre los picos de sonido. Como un eco intermitente. Un tono.
Una señal.
Reprodujo solo esa frecuencia. Agudizó los oídos. Sonaba como una alarma. No de casa. De alguna instalación. Podría ser un sistema de seguridad industrial. O un generador.
Hizo algunas llamadas. Tomás le envió una lista de depósitos abandonados en las afueras de la ciudad. Lugares que coincidían con la señal captada. Uno, en particular, coincidía con reportes recientes de movimientos sospechosos. Camionetas entrando y saliendo de noche. Sin razón aparente.
Matías no avisó a nadie.
Fue solo.
Cuando llegó al lugar, lo recibió un portón oxidado, cerrado con candado. Lo forzó sin hacer ruido. Entró. El silencio era espeso. El aire, cargado de humedad.
Revisó cada rincón. La linterna iluminaba cajas apiladas, herramientas viejas, techos bajos. Y entonces, una puerta metálica.
Sintió que el corazón se le aceleraba.
La abrió con cuidado.
El cuarto estaba vacío.
Excepto por una cosa.
Una cuerda cortada en el suelo. Y manchas de sangre en una esquina.
Matías se agachó. La sangre era fresca.
Y eso solo podía significar una cosa.
Carolina había estado allí.
Y ahora estaba suelta.
Editado: 10.05.2025