La Meretriz y el sacerdote.

Capítulo 1

ALEXANDRA.

Hoy es un día como cualquier otro. El dolor de cabeza intenso como siempre. Trato de levantarme de la cama y quitarme las sabanas pero un cuerpo musculosos me lo impide.

—oye, ¿Qué haces aquí todavía? Sal de aquí maldito.

—¿Qué pasa nena? ¿No te gusto?- pregunto este despertándose.

—no, no me gusto en lo absoluto, pero tampoco me gusto el hecho de que te quedaras a dormir la noche entra. Solo me pagaste por media noche, no por una noche entera. Ahora tendrás que pagarme el dinero que falta.

—¿Qué? ¿Estás loca? ¡Puede que seas buena en lo que haces pero no vales tanto zorra, hay muchas de tu clase que lo hacen mejor que tú!- gritaba este mientras se levantaba y se vestía.

—Entonces para la próxima busca a otra, pero no te iras de aquí hasta que me pagues mi dinero completo- abrí la mesita de noche y saque un puñal bien afilado.-o me das mi dinero o te corto el cuello- estaba dispuesta a cortarle un dedo de ser posible solo por mi dinero.

—¡Está bien Alexandra, ya cálmate! Por favor, baja es cuchillo, bájalo antes de que cometas una locura.

—Está bien, Págame y lárgate de aquí- Baje el cuchillo y me dirigí al baño mientras este se terminaba de vestir, solo esperaba que cuando saliera de aquí ese maldito ya no estuviera aquí. Y así fue. Cuando Salí del baño ya él no estaba, había dejado el dinero sobre la cama. Maldito, ni siquiera lo había dejado completo, ojala y se le vuelvan sal y agua.

Salí de la habitación y fui a despedirme de mi jefe y de mis demás compañeras de trabajo.

—Buenos días Otto. Vine a buscar mi parte de las ganancias ya me voy a casa.

—Alexandra, acabo de recibir una queja de un cliente sobre ti, dijo que lo corriste de la habitación a patadas y que incluso lo amenazaste con un cuchillo para asaltarlo.

—¡¿que? ¿Eso te dijo ese miserable?!- no pude evitar sentir ira. Ese hombre me engaño, no me pago mi dinero completo y encima tiene el descaro de mentir sobre mi diciendo que intente asaltarlo. -¿y tú le creíste?

—bueno, digamos que tampoco lo dude, y es que eso se debe a tu personalidad tosca y explosiva. Si no te conociera lo pondría en duda, pero te conozco lo suficiente Alexandra para no dudar nada de ti.

—la verdad es que si lo amenace con un cuchillo, pero no fue para asaltarlo, fue porque no quería pagarme mi dinero completo- tengo suerte de que Otto no es de los jefes que son agresivos y crueles, al contrario, es bastante comprensivo, generoso y bondadoso para las personas de esta epoca son todo lo opuesto.

—Alex, eres la mejor empleada que tengo, eres una excelente bailarina y amante también, y no lo digo yo he, lo dicen todos esos hombres que vienen aquí todas las noches, mismos que a veces se quejan de tu comportamiento- Otto se sienta del otro lado del mostrador y se inclina un poco para quedar más cerca de mí —Mira Alex, eres una mujer bella, valiente, pero sobre todo fuerte. Sé que has pasado por muchas cosas, pero trata de ser un poco más dócil, nadie sabe si encuentras a un noble rico y poderoso que te saque de este burdel.

—¡jajajajajaja!- nos reímos al unísono- No pongo en duda en hecho de que un hombre se fije en una prostituta como yo, ¿pero que sea un hombre noble? Por los clavos de cristo, moriría por ver eso.

—¿por qué no crees que un hombre de la corte pueda fijarse ti? Eres una mujer como cualquier otra, y me atrevería a decir que la más hermosa de todo Winston y eso incluye a las mujeres nobles de la corte y plebeyas.

—Otto, entiende, ¿Qué hombre de la corte va a querer a una meretriz como yo? A ellos les gustan de su misma clase social, de buena familia, de gran influencia, que sean hermosas y puras, que tengan grandes cualidades y buenos modales, que los puedan representar ante cualquier actividad social. Pero yo Otto, soy una simple plebeya, soy una huérfana que solo tengo como única familia a mi hermano, no soy pura, me he acostado con centenares de hombres, y como si no fuera suficiente, no soy el tipo de mujer que pueda representar a un hombre, solo sirvo para una noche. Muchos de ellos dejan a sus mujeres en casa solas por las noches, a las cuales que no aman, pero están con ellas porque es sinónimo de estatus, y vienen a este burdel a buscar mujeres como nosotras a pagar por un poco de cariño.

—Es increíble como tienen todo, dinero, lujos, poder, pero les hace falta lo más hermoso que hay en este mundo; el amor.- Otto se puso de pie y sirvió un poco de aguardiente en 2 vasos. Me lo bebí de un solo golpe.

—esta aguardiente esta deliciosa como siempre, sírveme más.

—No te vayas a emborrachar, recuerda que esta noche tienes que volver a trabajar.

—descuida, ya me voy. ¿Dónde está mi hermano? Llevo un rato aquí y aun no lo he visto.

—Jorge trabajo hasta la madrugada, lo más probable es que llegue un poco más tarde hoy y se quede a descansar en casa.

—bueno está bien, nos vemos en la noche.- nos dimos un abrazo y un beso en la mejilla- te quiero mucho Otto.

—Te quiero mas nena.

Otto y yo, a pesar de ser mi jefe, él y yo somos muy buenos amigos. Él fue quien me abrió las puertas, me dio un hogar, trabajo y comida cuando Jorge y yo escapamos de aquel lugar horrible. A pesar de su preferencia sexual, es una de las mejores personas que he visto en este mundo.

Después de salir del mesón, fui al mercado a comprar los ingredientes para la comida. Mientras caminaba, no pude evitar ver el desprecio e indignación en las caras de las personas, ellos no podían evitar su rechazo hacia las personas como yo. Fui a comprar un poco de verdura para hacer el guisado que tanto le gusta a Jorge. Al llegar al puesto, había 2 mujeres que al verme, se alejaron con asco como si yo tuviera alguna lepra.

—Hola Don Martin, ¿Cómo le va?- lo salude mientras buscaba lo mejor que tenía.

—Todo está bien mi niña hermosa, ¿Cómo esta Jorge? Hace un tiempo que no lo veo por aquí.

—¡señor Martín!- grito una de las mujeres que estaban en el establecimiento, que al verlas de cerca las reconocí de inmediato-¿Cómo usted puede ser capaz de recibir a una mujer de esta calaña en su negocio? ¿Es que acaso usted no tiene vergüenza?




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