La Meretriz y el sacerdote.

Capitulo 3

ALEXANDRA.

-Alex ya es tarde, apúrate.- me vocifero Jorge desde la sala.

-Ya voy, me falta poco para terminar- llegare tarde al mesón, todo por quedarme dormida.

Tome mis cosas y Salí corriendo de mi habitación. Al salir, Jorge estaba en la sala impaciente. Salimos de casa en dirección al burdel. La noche estaba fría, mientras caminábamos en el parque que nos queda de camino, vimos a un niño cabizbajo sollozando.

-Mira a ese niño Jorge, está llorando, ¿le habrá sucedido algo?

-Quizás sí, pero lo más probable es que tenga hambre.- nos acercamos al niño para averiguar que le sucedía.

-cariño, ¿Qué te sucede?- cuando le hable se asustó un poco. No dijo ni una sola palabra ante mi pregunta.

-Tranquilo, no voy hacerte daño.- saque un pedazo de pan y una manzana que tenía en mi bolsa y se la entregue. El dudo un poco pero después lo tomo. Luego de darle una mordida al pan vi como una lágrima rodaba en su mejilla.

-Muchas gracias señora, de verdad, muchas gracias.- luego de decir estas palabras el niño no pudo contenerse y estallo en llantos.

-¿por qué lloras?

-Es que llevaba días sin comer, le estaba orando a Dios por un poco de comida y justamente llego usted. Usted es un ángel enviado por Dios para saciar mi hambre.

-¿Cuál es tu nombre?

-Me llamo Noel.

-Mucho gusto en conocerte Noel, mi nombre es Alexandra.

-Tienes un lindo nombre

-Bueno Noel, ya debo irme, fue un gusto conocerte. Si me necesitas solo búscame, vivo a unas cuadras de aquí.

-De acuerdo, muchas gracias.

Jorge y yo caminamos de prisa al mesón. Otto nos va a colgar, juro que nos va a matar. Al llegar, Jorge se quedó en su puesto de guardia y yo seguí directo a los aposentos a vestirme, una vez lista Salí al salón. Al llegar, estaban procurando mi presencia.

-Hasta que por fin llegas- me reclamo Otto.

-Juro que no se volverá a repetir- me tome una copa de agua ardiente de un solo trago y subí a la tarima.

-Música- le di la señal a los músicos para que inicien a tocar.

Una vez inicio la música, empecé a danzar dejándome guiar por ella. Danzar era lo único que me apasionaba. Cada vez que subía al escenario me esforzaba por dejar plasmada mi esencia en él y en cada una de las personas que me observan. Todas las miradas estaban puestas en mí, todos me deseaban. Pero había alguien que me miraba de una forma diferente, con un una mirada penetrante, como si quisiese con todas sus fuerzas tomarme y poseerme, me miraba con un hambre voraz, como un lobo hambriento que asecha a su presa y eso fue suficiente para incitarme a seducirlo. Mientras bailaba fui brincando de mesa en mesa hasta llegar a la de él. Tome una banana de la canasta de frutas que estaba en su mesa, me arrodille en su mesa quedando frente a él. Lo mire fija mente a los ojos y empecé a quitarle la cascara con la boca de manera sensual sosteniendo la mirada.

Podía sentir el fuego salir de sus ojos. Podía sentir la pasión con la que me miraba recorrer mi cuerpo, y eso me incitaba cada vez más y más. Él es un fuego vivo y yo quiero jugar con él. Una vez que termine de pelar la banana, chupe la parte superior mirando fijamente sus ojos. Luego, de manera excitante, la entre entera de un solo bocado en mi boca.

El me miraba fijamenten a los ojos. En ningún momento me quito los ojos de encima. Cuando la música paro me puse de pie y me retire de su presencia y fui directo al mostrador. Ahí estaban Otto y Lea esperándome súper emocionados.

-Estuviste increíble Alexandra, una vez más te superaste como siempre- dijo Otto

-Solo hago mi trabajo cariño, no tienes que emocionarte tanto- tome una botella de aguardiente y me serví- Esto si es una maravilla deliciosa como siempre.

-No es solo trabajo nena, por algo te consideran como la reina de este lugar. Cuando estás aquí los clientes no miran a nadie más, se matan por ti, por Dios los vuelves locos y lo peor es que disfrutas eso zorra maldita- dijo Lea quien ya estaba algo ebria de tanta aguardiente.

-Lea, los hombres no sienten, no aman, no son humanos, son unos animales, aunque creo que los animales tienen más corazón y sentimientos que ellos. Hay que usarlos, hacerlos sufrir, eso sí, sin enamorarnos. Una vez te enamoras ya perdiste.

-Suenas como una mujer sufrida y amargada ¿pero en verdad crees eso? por que yo no.

-pues créelo- una de las camareras se acercó a Lea y le dijo algo al oído.

-Ahora vuelvo- dijo lea y se marchó.

Lea últimamente está muy extraña, distraída, se desaparece por mucho tiempo. Siento que me está ocultando algo y debe ser algo serio, somos muy buenas amigas y ella nunca me oculta nada. Debo averiguar qué es lo que esconde con tanto misterio.

-Oye Alex, ¿qué hay de ese hombre?, no te ha quitado los ojos de encima.

Voltee la cabeza y lo mire. Estaba mirándome fijamente.-ni idea, nunca lo he visto.

-Me parece haberlo visto antes solo que no recuerdo donde, pero creo que es alguien importante, quizás sea parte de la corte.




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