La Meretriz y el sacerdote.

capitulo 4

ERICK

-Responde, ¿con que derecho te atreves a golpear a una mujer?, por amor a cristo.

-Esa mujer me robo. Robo mi dinero, mi ropa y además de ladrona, es una prostituta, merece ser tratada mucho peor

-Además padre, ¿Qué hace usted defendiendo a una mujer como esta? Debería mandar a apedrearla o no sé.

-¿­­­­Estás hablando en serio? ¿Es que no tienes madre, hijas o hermanas? ¿Es que acaso no eres humano?

-Si tengo, pero son mujeres serias y decentes, no una cualquiera como esta. Ella es una prostituta, no se puede comparar. Usted sacerdote es un hombre de Dios, no debería estar defendiendo a esta mujer.

-¿Acaso me ha dado Dios la autoridad de juzgar? No soy quien para juzgar ni condenar a nadie, sino para servir, guiar, orientar y encaminar a los impíos en el camino del bien. Y si yo, un siervo de Dios, no condeno a esta mujer por su forma de ganarse la vida ¿Por qué lo haces tú?- el hombre se quedó sin respuestas ante mis palabras. Tomo sus cosas, se dio la vuelta y se marchó, pero no sin antes darle una mirada amenazante a la joven. Luego de que este se fue, me acerque a la joven para ver su estado.

-Disculpe señorita, ¿se encuentra bien? ¿Ese hombre la llego a lastimar?

-Solo me golpee cuando caí al suelo, por suerte usted llego antes de que el pudiera golpearme. Muchas gracias señor, por ayudarme a pesar de ser quien soy.

-Descuida, antes que nada eres una persona y sobre todo una mujer, no mereces ser tratada así. Pero le recomiendo que tenga cuidado con lo que hace en su trabajo, ese hombre estaba muy decidido lastimarla, por suerte he llegado a tiempo.

-Si, por suerte- la joven estaba un poco avergonzada y no era para menos, con la vergüenza que acaba de pasar.

-Bueno, ya debo irme, tengo que unirme al cortejo. Cuídese mucho señorita, y todos ustedes no olviden visitar la iglesia siempre que pueda. Muchas bendiciones para ustedes, que el señor los bendiga y los proteja.

-¡Amen!- dijeron al unísono la chica y quienes la acompañaban.

Luego de despedirme, Lucas me siguió, al parecer había presenciado todo.

-Erick, ¿Cómo puedes defender a una mujer así? Eres un hombre de Dios, no te puedes estar mezclando ni relacionando con esas clases de personas. Es una prostituta Erick, ¡una prostituta!. Eso es una gran aberración.

Dios mío, no puedo creer lo que estoy escuchando. ¿Cómo un hombre que le sirve a Dios puede ser capaz de hablar y condenar así a las personas?

-Lucas por amor a Dios ¿te estas escuchando? ¿Eres consciente de lo que dices? De ese hombre me podía esperar de todo, porque no conoce de Dios como nosotros, ¿pero tú? No creo lo que estoy escuchando salir de tu boca.

-Si el sacerdote supiera sobre esto estoy seguro que estaría de acuerdo conmigo. El reprende a estas clases de personas, incluso ni les gusta que asistan a la iglesia, ni a congregarse ni a confesarse. Dice que cometen todo tipo de pecados estrafalarios e inimaginables.

-¿Qué?, no puedo creer lo que me estás diciendo.

Fuimos interrumpidos por la hermana María quien venía en busca de nosotros.

-El sacerdote los manda a llamar, quiere que lo acompañen al palacio del Rey- luego de terminar de hablar se quedó mirándome. Será que acaso no sabe que la lujuria es un pecado. No quiero ser mal educado con ella, pero en cualquier momento se lo preguntare.

Nos encontramos con el sacerdote marcos y juntos fuimos al palacio donde habían preparado una gran fiesta en honor a la novia.

Al llegar al palacio ya había una gran multitud de personas, así que nos dirigimos directamente al salón. Antes de entrar me percate de las hermosas pinturas que habían en el pasillo, hermosas estatuas y los diseños de oro y mármol en toda la pared. Todo, absolutamente todo es hermoso. Todos los lujos y excentricidades dignas de un rey. Entre las pintura, hubo una que llamo mi atención. Era de un hombre y una mujer dándose la espalda mutuamente, atados por un hilo rojo a su meñique, y mas abajo contenía la siguiente frase PARA UN AMOR SER VERDADERO; NO TIENE QUE SER POSEIDO. Me pareció súper interesante esa frase. Mientras me encontraba reflexionando fui interrumpido por una joven rubia de hermoso aspecto.

-Lindo retrato ¿no?

-Sí, es muy lindo e interesante a la vez.

-Sí, lo es, pero dudo que sea más lindo e interesante que usted.

-Muchas gracias señorita por el halago. Debo irme.- sabía que iba a coquetearme y no estaba de humor para esas conversaciones.

-¿Por qué tan rápido?, ¿acaso te hice sentir incómodo con mi comentario?

-No, nada que ver, el señor sacerdote me espera y no puedo hacerlo esperar.

-Está bien. Pero al menos dime tu nombre -estaba buscando la forma de evadirla, cuando fuimos interrumpido por la hermana María.

-señor, el sacerdote marcos lo espera.

-sí, voy en seguida- me fui en dirección al salón dejando a María atrás.

Unas vez entre al salón, fui directo hacia donde estaba el sacerdote marcos acompañado de Lucas.




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