La Meretriz y el sacerdote.

Capitulo 8

Capítulo 8

ERICK

Ella se lanzó bruscamente sobre mí con la intención de besarme, pero antes de que pudiera hacerlo la aparte de mí.

-¿Qué haces aquí?, ¿estás loca?- le pregunte.

-Si- respondió –pero loca por ti.

-Le deje bien claro el día del cortejo que no estaba interesado en usted. Debería darse su valor como mujer y entender que no es apropiado para una dama insinuársele a un hombre, y menos a un hombre como yo. Así que por favor déjame salir.

-No me vengas con sermones, ustedes solo son apariencias pero a mí no me engañas.

Intento nuevamente acercarse a mí pero la evadí. Intente salir del baño y dejarla pero tampoco me dejo, se paró en medio de la puerta para evitar que yo saliera. Esta mujer se ha vuelto loca, si alguien nos encuentra aquí dentro estaré acabado. Mi vida como diacono y futuro sacerdote terminaría. Tengo que salir de aquí cuanto antes y sin ser visto por alguien más.

-Mira, déjame salir de aquí, no sería bueno para ninguno de los dos que alguien nos encontrara en una situación como esta. No sería bueno para usted porque es una dama y tiene una reputación que cuidar y tampoco lo seria para mí que tengo un futuro como sacerdote y una imagen que cuidar. Así que por favor, déjame salir de aquí.

-Te dejare salir, pero con una condición.- dijo tratando de acercarse a mi nuevamente hasta dejarme acorralado contra la pared.

-¿Qué quieres?

-Quiero que me des un beso, pero no en la boca.

-¿Acaso se da besos en otro lugar que no se en la boca?

-No sé si en verdad eres tan inocente o es que te haces, pero de todos modos me gusta- dijo mientras se desabrochaba en vestido -Quiero que me des un beso en los senos.

Válgame Dios, esta mujer sin duda alguna está loca. Debe estar poseída por un espíritu de lujuria.

-Erick, ¿Por qué demoras tanto? Ya debemos irnos. Solo esperamos por ti.- Dijo Lucas al otro lado de la puerta mientras tocaba.

Vi que cuando ella escucho la voz de Lucas se sobresaltó un poco dejando el espacio de la puerta al descuido, así que vi una oportunidad para escapar de ella.

-Ahí voy, espérame- la arrempuje para que quedara en la parte de atrás de la puerta para que cuando la abriera Lucas no pudiera verla, luego abrí la puerta sin darle oportunidad de que dijera una sola palabra y la deje trancada ahí dentro.

Lucas y yo salimos del pasillo de donde estaba ubicado el baño en dirección a la sala de estar, pero al llegar solo estaban los sirvientes.

-¿Dónde están los demás?- le pregunte a Lucas.

-Nos esperan afuera.

Una vez reunidos todos, caminamos en dirección a la iglesia.

ALEXANDRA.

Un fuerte dolor de cabeza me hizo despertar. Al abrir los ojos pude darme cuenta que me encontraba en un lugar totalmente desconocido. Me pare rápidamente del mueble en el que estaba acostada, pero una vez parada tuve que volver a sentarme al sentirme mareada. Parece como si estuviera resacada. Hace varios días de la última vez que me di una borrachera de aguardiente.

Una vez se me paso el mareo, me puse de pie nuevamente con la intención de encontrar una salida, pero la única puerta que había estaba cerrada con seguro. Intente salir por una de las ventanas pero al, mirar me di cuenta que estaba en un segundo piso, y como si no fuera suficiente, también me encontraba en la zona de los nobles. Mire hasta donde pude para ver si la zona marginal estaba muy lejos de donde estaba y no vi rastros de gente pobre por ningún lado a excepción de los siervos que trabajan para los nobles.

Pensé en vociferar a ver si había alguien cerca, pero luego cambie de opinión. Lo más probable es que sea el tipo de la taberna el que me trajo aquí. Lo deduje porque recordé lo último que vi antes de desmayarme y fue a él siendo llevado por una caravana. Y de ser así, si alguien más supiera que estoy aquí de seguro estaría metido en problemas. Así que pensé en esperar en que llegara y me ayudara a salir de aquí.

Me distraje un poco observando todo lo que había en este lugar. Aparentemente es una oficina pero parece más una biblioteca o una sala de algún sabio. Había montones de libros por donde quiera, pero bien ordenados. Había mapas sobre la mesa y unos que otros artefactos de gran valor. A un lado de la mesa vi un libro que aparentemente aún no había sido terminado de leer. Fui en dirección a donde estaba y antes de que pudiese tocarlo la puerta se abrió.

-Oh, veo que ya estas mejor- dijo mientras cerraba la puerta tras él. -No sabía que eras intrusa y que husmeas en lo que no te pertenece.

Me aleje rápidamente de la mesa dejando todo en su debido lugar.

-No toque nada- le dije – solo observe, lo juro.

-Está bien, solo estoy bromeando contigo.

Él se dirigió hasta el otro lado de su escritorio y tomo asiento. Yo no tenía intenciones de quedarme por mucho tiempo ya que tengo varios pendientes que hacer, aparte de que estar con él en una situación como esta me parece un poco incomoda.

-Te agradezco por haberme traído aquí y no dejarme tirada en la calle a mi suerte. Me iré antes de que alguien me vea aquí y te metas en problemas- tome mi bolsa que estaba a un lado del mueble donde estaba acostada.

-¿Estas huyendo de mí?- pregunto el con una sonrisa media malévola.

- No- Dije con tono serio- solo que no es conveniente que nos vean juntos.

El rio ante mi comentario. Luego se puso de pie y fue en dirección a donde había una mesa con bebidas. Sirvió dos vasos de vino, me ofreció uno y luego fue a su lugar.

-Toma asiento y relájate. ¿Cómo te llamas?- abrió una de sus gavetas y saco dos tabacos. Encendió uno y me lo ofreció y yo sin dudarlo lo acepte. Luego encendió uno para él y se dio una calada.- pensé que no ibas aceptarlo.

-¿Por qué?- pregunte.

-Nunca he visto a una mujer fumando. Fumar es cosa de hombres.

-¿Y si son cosas de hombres porque me lo ofreciste?




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