La metamorfosis de Charlotte Rivera

Cuando se trabaja con el enojo

Tener 16 años y haber terminado con tu novio es una mierda.

Los chismes corren a una velocidad sorprendente, las voces en los pasillos distorsionan los acontecimientos y cuando menos lo esperas, todos ya tienen algo que decir respecto a tu fallida relación amorosa.

El lunes a primera hora, alcancé a escuchar en los pasillos como Mary Thompson le decía a sus amigas que me había escuchado practicar un ritual azteca para maldecir a Soren. Lo cual, era un mero rumor patético y racista.

En la cafetería Jennifer comentó que días antes había jurado ver a Soren hacerlo con Madison debajo de las gradas y que yo tenía un video de ellos para usarlo de chantaje. Por supuesto ese también era un rumor aún peor.

Otro de los rumores que escuché fue en el gimnasio donde relataban cómo me había vuelto loca y había atacado a Madisson por la espalda. Ese al menos era un rumor un poco más certero, no era completamente cierto, pero por ahí iba.

Así que si, tener 16 y terminar con una relación es un asco.

Aunque siendo justos, tener dieciséis años por lo general es una mierda para todos.

Tenemos energía, pero no libertad.

Tenemos metas pero sin bases.

Queremos cambiar el mundo, pero en cualquier lugar nos subestiman.

En fin.

Es molesto tener una voz pero no ser escuchados.

—Srita. Rivera —Charlie deja de mirar hacia la ventana del salón y observa a su profesora de Literatura que se mostraba seria—, podría continuar con la lectura, por favor —ambas se miran por unos breves momentos—, su compañera se quedó en la página 49, segundo párrafo.

—Claro —y prosiguió a leer.

No era de extrañar que estos días Charlotte había estado distraída en sus clases, lo cual para los maestros era algo raro tratándose de una estudiante ejemplar como lo había sido ella. 

Por supuesto, todos habían visto el video, sabían de la situación, pero su maestra de Literatura creyó que al cambiarse de grupo y estar alejada de la srita. Parker y el joven Wang ayudaría un poco a que su actitud regresara.

Cosa que no fue así. 

—Srita. Rivera, me disculpa un momento —la profesora Clayton la llama antes de siquiera salir del salón, puesto que la clase ya había terminado—, necesito hablar con usted.

—¿Estoy en problemas? —Charlotte se acerca, suponiendo que se trataría de su comportamiento de estos días. 

—¿Cómo te sientes? —pregunta la maestra con interés.

—¿Disculpe?

—Estuviste distraída durante toda la clase, ni siquiera participaste como sueles hacerlo y no entregaste la tarea de esta semana, supongo que esto tiene que ver con cierto video que circula por la red…

—Imagino que usted también lo vio.

—Por favor, yo no vivo debajo de una roca. 

—Aja… —Charlie desvía la mirada de su profesora y se rasca la nuca— creo que es inútil tratar de ignorar al elefante en la habitación. Siento que todos solo hablan de eso.

—Están en la adolescencia, todo mundo habla de todos, no tienes que preocuparte por las demás voces. Mira…—la profesora se quita sus lentes y la mira directamente— eres una chica lista, sabrás salir de esta, solo no te englobes en algo que pasarás en unos días —la profesora Clayton empieza a tomar sus cosas y ambas caminan hacia la salida—, prueba cosas nuevas, experimenta, ignora esas voces, créeme yo he leído sus ensayos y te aseguro que no tienen mucho que decir —Charlie sonríe ante ese comentario—. Hazme un favor, procura no descuidar tus deberes, cumple con tus tareas y participa en clase, eras una de los pocos que prestan atención.

—Lo haré, profesora Clayton. 

—De acuerdo, nos vemos después señorita Rivera —Charlie asiente y se va por los pasillos a camino contrario que el de su profesora.

Apenas habían pasado unos días desde el evento y ya habían hablado con ella algunos maestros, inclusive había visitado la oficina del director, lo que la hacía cuestionarse del porqué tanta preocupación sobre dicho asunto. 

¿Que no había más estudiantes a los cuales prestarle atención?

—Charlie —Escucha su nombre, pero sigue su camino por los pasillos.

—Hola —dice solo por cortesía. 

 —Espera, por favor —la otra persona la toma del brazo para que se detenga y al voltear Charlie nota que no está sola.

—¿Necesitas algo, Margot? —suelta sin ganas.

—¿Qué es lo que sucede contigo? —Margot, la chica de cabello negro mira de reojo a sus amigos que están detrás de ella para armarse de valor, y al hacerlo, frunce ceño para hablar con Charlotte — No contesta nuestros mensajes, nos ignoras en los pasillos e incluso te cambiaste de clases. ¿Esto es en serio? —pregunta con cierto tono incrédulo—, ¿Ya no somos amigos sólo porque tú y Soren terminaron?

Charlie la mira perpleja y con un movimiento brusco logra que al fin suelte su brazo. Observa a las personas detrás de Margot, como siempre estaba Catherine a su lado y por el otro se encontraba Jonas debatiendo entre verla a los ojos y el hecho de no poder hacerlo.

—¿Es broma, no? —dice cuando por fin se acerca a ella— Tú estabas ahí y no hiciste nada.

—¿Y-y qué querías que hiciera?

—Qué me dijeras —exige sin temor de hacer otra escena—. Que como mi amiga que eras no dejarás que me vieran la cara de idiota y fueras a decirme lo que estaba pasando —ninguna aparta la vista de la otra— No soy tan ingenua como ustedes creen, sé que esto ya llevaba más tiempo, y que todos ustedes lo sabían. ¿Entonces por qué no decirlo? —Charlotte se dirige a los otros dos—, ¿Porque ninguno de ustedes tomó el valor para decirme la verdad? —al no recibir respuesta Charlotte se frotó el puente de la nariz y prosiguió— Yo… yo ya no quiero ser su amiga, no los quiero cerca y tampoco que me hablen, asi que si me ven en los pasillos o en alguna clase solo háganme el favor de ignorarme.

Y sin nada más que decir, Charlotte se fue.




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