Todos dicen que cada quien ama a su manera.
Algunos aman mucho, otros aman poco.
Es como correr un maratón:
cada quien avanza a su propio ritmo.
Pero... ¿qué pasa cuando nunca parece suficiente?
Cuando no sabes hasta cuándo seguir,
ni en qué momento decir "ya no más".
Darlo todo por alguien, a veces, deja cicatrices.
Pero dar poco... también puede romper.
Y ahí nace la pregunta más dolorosa:
¿Cuándo será suficiente?
¿Cuándo daré todo por alguien y recibiré lo mismo?
Porque el ser humano rara vez se conforma,
y menos aún cuando se trata de amor.
Nunca sabrás con certeza cuándo entregarte por completo,
ni cuándo deberías detenerte.
Las personas no vienen con advertencias,
y el amor... tampoco.
Para quienes amamos intensamente,
no hay frenos ni barreras,
porque simplemente amamos hasta que ya no podemos más.
Pero justo ahí,
cuando el alma se ha vaciado para llenar a otro,
te das cuenta de que, por darlo todo,
te olvidaste de ti.
Te olvidaste que tú también mereces amor,
que también necesitas que te abracen con ternura...
primero tú.
Necesitas amarte con la misma intensidad,
sin límites, sin peros, sin reservas.
Porque amar también es quedarse...
pero también es saber irse a tiempo.
Amar también es mirarte al espejo y elegirte.
Porque el corazón no se reconstruye solo,
no después de ser roto.