La Metanoia De La Vida

Perfectamente imperfecto

Ser diferente no siempre es un don;
a veces es la condena más silenciosa.
Una belleza rara que brilla solo para quemar por dentro.

No sé si hiero a los demás con la misma precisión
con la que sé herirme a mí misma.
Todo en mí parece defectuoso,
y cuando mi alma se agrieta,
todo a mi alrededor se derrumba un poco más.

Soy como encender una lámpara en una habitación vacía:
la luz existe,
pero no tiene a quién iluminar.
Dicen que el camino está lleno de piedras…
pero, ¿qué pasa si la piedra soy yo?
Un obstáculo en las sendas ajenas,
un peso que nadie pidió cargar.

Me descubro repitiendo errores
como si fueran rituales sagrados.
Todo se me escapa de las manos,
y en esa fuga reconozco mi reflejo:
un caos al que ya me he acostumbrado.
Entonces pregunto al vacío:
¿es la vida quien ha decidido desgastarme
hasta que solo quede polvo,
o siempre fui yo el error que debía corregirse?

Camino por un túnel eterno.
Cada vez que creo ver la salida,
la luz se apaga,
como si supiera que voy a alcanzarla.
Y en la oscuridad,
mi voz grita pidiendo ayuda…
pero solo me responde el eco,
repitiendo mi desesperación
con un tono más frío,
más ajeno.

He comprendido que soy lo perfectamente imperfecto:
una obra inacabada
que nadie quiere firmar.
Cambio y cambio,
pero sigo siendo la misma piedra
con la que todos tropiezan,
y que nadie recoge.

Tal vez ese sea mi destino:
ser la prueba silenciosa
de que incluso las cosas rotas
tienen un lugar en el camino…
aunque sea para doler.



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En el texto hay: el amor, la vida, metanoia

Editado: 01.09.2025

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